Acné: el enemigo público n° 1

Acné: el enemigo público n° 1

La mayoría de los adolescentes padecen acné, pero también casi la mitad de los adultos. ¿Por qué resulta tan difícil deshacerse de él? En principio porque el acné es una enfermedad cutánea que hay que manejar como tal (y no como un problema estético).  Aquí, las causas que lo producen y las claves de tratamiento de los especialistas.

14/09/2020 16:56

El acné aparece alrededor de los 11 o 12 años, alcanza su punto máximo entre los 15 y 16, para luego retroceder y desaparecer alrededor de los 20. Sin embargo, por diversos factores, el acné también suele presentarse en la edad adulta: el 30% de las mujeres mayores de 25 años lo sufren (y con fuertes repercusiones psicológicas). Es que el acné es una enfermedad crónica, a menudo genética, pero que también responde a múltiples factores que pueden ser agravantes del cuadro: desde los cambios hormonales hasta el estrés, pasando por el exposoma (es decir, los factores externos y ambientales, el entorno y el estilo de vida). Por supuesto que esta afección tiene cura, pero hay que tener en cuenta que es una patología de largo plazo que no desaparece milagrosamente. El tratamiento se realiza bajo una estricta supervisión médica y comienza con una rigurosa terapia de ataque (que dura al menos tres meses) y continúa con un “mantenimiento” de, como mínimo, dos años. La clave es la paciencia: “el mayor problema son los adolescentes que, por su inconstancia natural, lo abandonan o no lo siguen metódicamente, pero también pasa con los adultos, que se decepcionan y se rinden”, coinciden los especialistas.

El estrés y el ciclo hormonal

Cuando estamos bajo presión, tensionados o nos sentimos amenazados, nuestro sistema nervioso se pone en alerta, produciendo más adrenalina y cortisol. La adrenalina acelera el ritmo cardíaco, produce contracción de los vasos sanguíneos y dilata las vías respiratorias, mientras que el cortisol libera glucosa en la sangre. El estrés cotidiano pone en marcha todo este mecanismo ante situaciones que no requieren de una respuesta inmediata y esto trae algunos perjuicios. Los altos niveles de cortisol pueden incrementar la producción de sebo en nuestro organismo favoreciendo el brote de acné, alergias, dermatitis y eccemas, entre otras enfermedades de la piel. Por eso es importante manejar los niveles de estrés, sobre todo en situaciones inusuales como la pandemia, por ejemplo.
Además, los distintos cambios hormonales durante los días del ciclo menstrual producen trastornos a nivel psicológico y fisiológico, ya que predominan las fluctuaciones de los estrógenos y la progesterona. Al pasar la mitad del ciclo, vemos menor producción de estrógenos (mantienen en menor escala la hidratación de la piel) y empieza a aparecer la progesterona, responsable de la grasitud, por estímulo de las glándulas sebáceas. Este período muestra la piel más seborreica, con comedones abiertos y puntos negros. Es la fase en la que hay que tomar los mayores recaudos a la hora de cuidar el cutis. Y el mismo cuidado debemos tener si recibimos medicamentos para tratamientos de fertilidad, reemplazo hormonal, anticonceptivos, etc.
Otra etapa para prestar mucha atención es el embarazo, cuando hay grandes posibilidades de que la piel del rostro se encuentre diferente y vaya modificándose a lo largo de la gestación y lactancia; muchas veces aparece acné o seborrea o, por el contrario, la piel se reseca. Esto no sigue un parámetro estricto ni lineal, sino que es personal. Los productos que eran adecuados hasta ese momento pueden cambiar y hay que ir adaptándose a cada etapa. Si la piel es mixta a grasa, lo mejor es elegir un producto liviano en gel; en cambio, si se encuentra demasiado tirante y seca, se requerirán formulaciones en cremas.

D.R.D.R.

 

 

Pero entonces, ¿cómo tratar el acné?

➤ Lo primero que hay que hacer al detectar acné es acudir al dermatólogo ya que se trata de una enfermedad de la piel. El tratamiento adecuado surgirá del médico según el tipo de acné y su causa, pero también de la edad, el estilo de vida, el tipo de piel (fina, clara, oscura, etc…) del paciente.

Alerta roja. Prohibido tocar las áreas afectadas: esto puede infectar y contagiar al resto de la zona y generar cicatrices permanente, lesiones o manchas. Aunque parezca obvio, ¡nunca hay que apretar los granitos! Muchos piensan que las pústulas y puntos negros se deben retirar cuanto antes, pero esto no solamente es falso sino que además se corre el riesgo de empeorar la situación. Otro mito es que la radiación solar “seca” el acné y ayuda a drenar los poros. Error: tomar sol sin protector puede provocar manchas en las marcas de la piel (hiperpigmentación) pero, también, la exposición excesiva hace que las glándulas sebáceas produzcan de más (seborrea), lo que favorece la formación de las imperfecciones. Además, una piel deshidratada por el sol se queratiniza o cornifica. Esto significa que las células de la dermis se endurecen e imposibilitan el proceso natural de renovación (mediante el cual las células muertas de la piel se desprenden) y la eliminación del sebo a través de los poros se torna más difícil. ¿El resultado? El problema empeora.

La rutina de higiene diaria. La limpieza es fundamental para que los poros no se obstruyan (porque los granitos, comedones y puntos negros se forman cuando éstos se tapan). Tanto por la mañana –para eliminar células muertas y sudor– como por la noche –para retirar residuos que se hayan depositado a lo largo del día– y cada vez que se termine de hacer actividad física, hay que limpiar o lavar la piel suavemente con productos que no contengan aceite (preferentemente en gel) y luego enjuagar con abundante agua. Este gesto de higiene es independiente y aparte de retirar el maquillaje, debe realizarse aunque se esté “a cara lavada”. Finalmente, se recomienda aplicar un tónico descongestivo que complete la rutina de limpieza. Otro paso muy importante es exfoliar suavemente al menos 2 veces por semana para eliminar las células muertas. Si la piel es muy grasa también se aconseja recoger el pelo para ir a dormir, así como cambiar las fundas de las almohadas cada dos o tres días (para evitar que el rostro se engrase aún más). El cabello debería lavarse diariamente con el champú indicado, utilizando crema de enjuague solo en las puntas, para no agravar el cuadro de seborrea.

➤ Otros cuidados. En cuanto al maquillaje conviene adoptar productos fluidos, especiales para pieles mixtas a grasas y no comedogénicos, para evitar que se tapen los poros. Es muy importante prestarles atención a los componentes de las cremas y los cosméticos y elegir aquellos que sean oil free (libres de aceite) e hipoalergénicos. Todo esto ayuda a prevenir la aparición de imperfecciones. Los productos deben ayudar a regular el brillo y eliminar el exceso de sebo. Después de la limpieza, siempre hay que hidratar y utilizar protector solar por la mañana y cosméticos de tratamiento específicos por la noche.

 

Asesoramiento: Dra. Mónica Maiolino, médica dermatóloga (MN 86473), asesora de Dermaglós y Aveno, miembro de la Sociedad Argentina de Dermatología y de la Sociedad Latinoamericana de Psoriasis.