¿Cómo hablar de sexo con los hijos?

¿Cómo hablar de sexo con los hijos?

Se dice mucho y se sabe poco. En épocas de menos prejuicios y mayor libertad, aumentan los embarazos adolescentes y las enfermedades de transmisión sexual. Palabra de expertos.

26/02/2020 15:25

Los tiempos que corren desinforman y confunden en temas que tienen que ver con el sexo. La accesibilidad a contenidos perturbadores en las redes sociales e Internet, el peligro de posibles abusos, la prevención del embarazo adolescente y de enfermedades de transmisión sexual necesitan de padres despiertos y atentos, que sepan hablar con sus hijos sobre estos temas y les brinden las herramientas para saber cuidarse. ¿Cuándo hacerlo? ¿Antes o después del desarrollo? Alejandro Schujman, psicólogo especializado en familias, dice “los chicos siempre dan señales cuando necesitan hablar. Ellos preguntan, lo que pasa es que los padres no siempre se sienten preparados para responder, porque no tienen la información o no saben cómo brindarla”. El psicólogo –autor de Generación Ni-Ni, Es no porque yo lo digo y Herramientas para padres– agrega que “cuando empiezan a preguntar, los adultos deben contestar, porque si surgió el interrogante, la duda ya está instalada”. Dicen los especialistas, que hay que abordar el tema con naturalidad. “Pero debemos hacerlo de la misma manera que nos desenvolvemos en otras situaciones de la vida. Estamos rodeados de momentos de profunda discriminación y de situaciones de violencia. Entonces aprovechemos para hablar de todo lo que involucra al ser sexual, que va mucho más allá del cuerpo, y abordemos el tema con la mayor espontaneidad posible”, aconseja Liliana Burgariotti, médica sexóloga de DIM.

ROMPER EL HIELO

Cuando el diálogo entre padres e hijos es fluido acerca de otros temas, el de la sexualidad es uno más entre los que se hablan. “La llegada de un hermano, la pérdida de un embarazo, una boda, son situaciones que deben ser utilizadas para charlar sobre los hechos de la vida y del interés del chico. Tal vez ese diálogo lo van a tener muchas veces, pero en niveles distintos de profundidad y con otro lenguaje, adecuados a la comprensión y edad”, dice Beatriz Literat, médica sexóloga de Halitus Instituto Médico. Es un tema difícil, no hay dudas. Pero ni de Internet, ni de la escuela, ni de los amigos, la educación sexual es responsabilidad de los padres. Lo importante es romper el hielo, y cuanto antes lo hagamos, mejor. No se debe esperar a que los hijos sean adolescentes. “Se supone que muchas cosas deberían ser tratadas siempre. El respeto por uno mismo y por el otro es fundamental, previene situaciones dolorosas. No sólo el cuidado de la salud sino también de los sentimientos propios y de la otra persona. El tema –destaca Literat– de aprender a esperar, a decir no con firmeza, a no dejarse influir, la regla de pensar antes de actuar, estimular que el diálogo sea constante, aunque la cuestión parezca difícil de abordar, son recursos que se deben transmitir en el día a día”. No sólo se trata de brindar información, sino de transmitir valores. “Queremos que nuestros hijos desarrollen una sexualidad con significado trascendente y no que sea un acto superficial. Por eso es necesario hablarlo no postergar la información. Es la mejor prevención que los padres pueden hacer para evitar una mala iniciación, el daño físico y emocional que pudiera acontecer en su sexualidad”, asegura la especialista. Cuando nos referimos a valores, pensamos en todo el bagaje de información (no siempre la adecuada) que reciben desde que nacen y mientras van creciendo.

GESTOS QUE ENSEÑAN

Según Claudia Quiroga Daldi, de la Asociación Argentina de Counselors, la formación comienza mucho antes del momento de sentarse a hablar. “La sexualidad es parte de la vida y abarca e incluye todas las dimensiones de la persona. Por lo tanto, la información que brindamos no necesariamente es verbal. También desde lo actitudinal estamos transmitiendo mensajes que nuestros hijos reciben”, afirma. Y continúa, “aun antes de su nacimiento, las expectativas dan cuenta de prejuicios y estereotipos que culturalmente nos fueron impuestos y que, de no mediar una reflexión profunda, un repensarnos y una deconstrucción propia, trasladaremos sin darnos cuenta, si no es en forma explícita al menos desde lo actitudinal”. En ese sentido, la experta en counseling aconseja espontaneidad, confianza y libertad de pensamiento. “Una comunicación fluida, franca y sin prejuicios va a brindar la posibilidad de establecer puentes con nuestros hijos para hablar sobre este y otros temas. Las llaves para lograrla son la confianza y un ambiente libre de amenazas, un clima que brinde la seguridad de poder expresarse con libertad. Es fundamental que tengamos en cuenta que los chicos perciben claramente si tenemos prejuicios. Y, en ese caso, no va a resultar atractivo hablar de aquellos temas que a priori creen que vamos a cuestionar”.

LAS COSAS POR SU NOMBRE

La clave es responder siempre las preguntas y aprovechar las situaciones de la vida diaria para plantear el tema. Responder en forma clara y concisa a los interrogantes. ¿Qué lenguaje usar, sobre todo con los más pequeños? El licenciado Schujman dice que, si un chico de 5 años pregunta de dónde vienen los niños, lo mejor es darle una respuesta simple y sin “infantilizar” los genitales. “Ellos están preparados para incorporar el lenguaje, aunque los padres deben estar atentos y no dar más información de lo que ellos preguntan”, aconseja. ¿Cómo actuar frente a la vergüenza, pudor o el temor de hablar del tema? “En realidad no se trata de darle una lección de posiciones eróticas sino de responder lo estrictamente preguntado”, sugiere Schujman. “Del mismo modo que se le explica cómo se forma la caca, así debemos decirles, por ejemplo, cómo llega un bebé a la panza de la mamá”, dice el psicólogo. Los adultos no deben exigirse tener la mejor respuesta, la más inteligente o correcta. Para la doctora Burgariotti, “no hace falta la perfección al hablarlo. Es mejor ser coherentes con lo que se siente. Y si ese sentimiento es vergüenza, pudor o temor, lo ideal será buscar bibliografía o un video explicativo a partir del cual sacarse dudas o poder charlar”. Según la sexóloga, lo que más perturba a los adultos es tratar el tema del placer relacionado con la sexualidad propia y con el encuentro con el otro. “Es ahí donde, como adultos, tenemos que habilitar el permiso, la compuerta que da la posibilidad a nuestros hijos de poder elegir con libertad”, afirma.

¿PADRES TIBIOS?

Datos del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de nuestro país indican que la actividad sexual comienza, en general, a los 15 años en las mujeres y a los 14 en los varones. “Este inicio es una de las tres muletas en las que se apoyan los chicos en tiempos de hiperconectividad y padres amorosamente tibios”, según Schujman. “Las otras dos son el consumo de alcohol, otras sustancias psicoactivas, y el uso de la tecnología como refugio y zona de confort”, agrega. El psicólogo comenta que la iniciación sexual precoz se va desarrollando acorde a los tiempos de la explosión de las hormonas, que no siempre son los mismos del desarrollo de la psiquis y las emociones. “De esta manera, ellos van quemando etapas en la era de la satisfacción inmediata, y a los padres se les hace cada vez más difícil posicionarse frente a estas tres muletas: poner límites, ordenar la energía desbordante y las pulsiones de los hijos”, describe el especialista. ¿El resultado? “Los adultos terminan naturalizando cuestiones no saludables como el consumo de alcohol y drogas, el uso indiscriminado de las pantallas y también el inicio temprano de la sexualidad”, reflexiona. En sintonía, Quiroga Daldi, advierte “tendemos a relajarnos o a creer que es inevitable que se den este tipo de situaciones. No es así. Se deben implementar controles que eviten el acceso de los hijos a contenidos de pornografía en Internet, por ejemplo. Es nuestra responsabilidad controlarlos, pero si aun así acceden a estos sitios la información que brindemos debe ser clara y precisa”, dice. “Son numerosos los contenidos inapropiados que aun no siendo pornográficos brindan datos erróneos, lo cual también es muy peligroso. Contrarrestar esto requiere de nuestra atención y nos compete a estar informados, para poder minimizar los riesgos implicados en materia de autocuidado”, completa.

¿TEMOR, TABU O MITOS?

En 2006 se sancionó en nuestro país la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI), para brindar información en los colegios. Diez años después, y a partir de la sanción de la Ley 27.234 de Prevención y Erradicación de la Violencia de Género, se implementó la clase “Educar en igualdad”. Esta jornada establece la obligatoriedad de realizar al menos una reunión anual en las escuelas primarias, secundarias y terciarias de todos los niveles y modalidades, ya sean de gestión estatal o privada. “Me parece muy bien la implementación de la ESI”, dice Schujman. “No explicaría cómo se usa un consolador, pero sí anatomía, anticoncepción, placer sexual y todo lo que tiene que ver con decir que no, cuando alguien no quiere que pase algo en relación a su cuerpo”, agrega. En cuanto a los mitos que aún perduran, los que rodean la masturbación son de los más arraigados. “Aún hay adolescentes que creen que se les caerá el pelo o que van a perder la memoria si lo hacen muy seguido”, revela Schujman. “Sigue habiendo una mirada culposa pero es un acto normal, esperable y saludable, una manera de conocer su cuerpo y descubrir sensaciones. La infantil, a los 5 o 6 años, carece de placer. Pero en la adolescencia se convierte en un acto privado y sano”, dice el psicólogo.

¡PRESTA ATENCION!

La claridad y responsabilidad en el mensaje obligado de los padres y la información que les provean son herramientas que los chicos podrán usar toda su vida. “Una forma de cuidarlos de situaciones de abuso sexual infantil es dando información y repreguntar de dónde sacó esa palabra o frase”, aconseja Schujman. “Si no conocemos la respuesta a la pregunta, una opción válida es pedir asesoramiento al pediatra o hablar con un terapeuta. Y no demorar más de un par de días en dar una respuesta”, dice con firmeza el psicólogo. “Como adultos tenemos que perder el miedo a hablar de ciertas cosas, como dice la canción de Sumo. El consejo es tratar el tema primero –remarca el especialista– en época de escolaridad primaria y luego, cuando ya están en la secundaria, las chicas deben tener su primera visita a la ginecóloga y los varones, aprender a usar el preservativo”. Así como se les enseña a cruzar la calle, “también debemos hacer lo necesario para prevenir situaciones complicadas, como contagio de enfermedades de transmisión sexual y embarazos adolescentes y experiencias traumáticas”, finaliza Schujman.