Natalie Portman, la actriz que da charlas en Harvard

Natalie Portman, la actriz que da charlas en Harvard

Es musa de Dior. Se sumó a la marcha de las mujeres. Tiene dos hijos. Con cada historia que filma se llena de pasión.

24/01/2018 19:07

La panza parece un globo. El ombligo salido, un pezón. Natalie Portman (36) acaricia la distancia que la separa de su bebé frente a una cámara. Fue a principios de este año. No necesitó dobles de cuerpo para protagonizar el video del músico James Blake. Un book en movimiento, alto recuerdo de la dulce espera: imágenes en blanco y negro, cámara lenta, música ídem, ella nadando como una sirena, ella tirada en la cama como una ninfa en enagua. No es un sueño su belleza discreta, tan pacientemente erótica, como la que despliega mientras corre el clip de “My Willing Heart”. Amalia, su primera hija mujer, salió de esa panza el 22 de febrero de 2017.

En realidad, todo ese año fue un parto para Natalie Portman. De entrecasa vive a puro pañal, con trasnoches de rockanroll infantil y olorcito a colonia de bebé. No sólo por eso nunca duerme. No era una puérpera y ya se había sacado el camisón: al arrancar el año, mientras la panza le explotaba de amor, nacía el furor por su Jackie Kennedy, esa pantera vestida de Chanel, fumadora empedernida y párpados semicaídos. Y por tanto talento Natalie compartía los mismos tributos que Meryl Streep, cuando ambas fueron candidatas al Oscar a la Mejor Actriz (ceremonia a la que decidió no ir, para resguardar su embarazo).

Ahora se viene una película en la que le toca rendirse a ser la chica de un rompecorazones. Su personaje tiene que lidiar con el encanto del galán guarro de las comedias románticas modernas, Ryan Gosling. En Song to Song, beso a beso se enamorará de él. Comparte estreno con Michael Fassbender y Rooney Mara. La onda de los personajes, de la banda de sonido y de la ambientación de los escenarios está garantizada si lleva la firma de Terrence Malick (La La Land). Diosa chic a la que –se ve en este film– ser blonda también le sienta bien.

UNA ESTRELLA BRILLANTE

En el universo de las personas influyentes a nivel internacional existe un reto. Se puede ser un actor o actriz famosos, pasar por la alfombra roja de Cannes, de los premios MTV, de los Oscar. Se pueden llevar a casa esos premios. Pero… si hay un reconocimiento que marca la diferencia es pasar por Los Simpson. Natalie Portman lo hizo. Siempre precoz, fue invitada a la cofradía de Matt Groening hace años, cuando le puso voz al personaje de una novia de Bart.

Graduada de psicóloga en Harvard, ¿cómo hubiera sido hacer terapia con ella? Invitada a conversar con los alumnos recién graduados de esa facultad, arengó a asumir riesgos y enfrentar prejuicios. Y dio testimonio sobre esa doble vida que llevó en los años 90, entre filmaciones y apuntes sobre el inconsciente. “No me importaba si la universidad iba a arruinar mi carrera en la actuación. Prefiero ser una persona inteligente antes que una estrella de cine”.

La prensa estadounidense la etiqueta dentro de la elite de “cerebritos de Hollywood”, la emparienta con colegas como Jodie Foster. Para su público, importa el coeficiente intelectual y los honores académicos, pero nada genera tanta empatía como haberla visto crecer, igual que a Drew Barrymore o Dakota Fanning. Crecer sin derrapar y enfundada en esos vestidos de líneas estructuradas hechos por Alber Elbaz, Rodarte, Lanvin, Dior.

En algunas de las entrevistas, Portman contó que volver a convertirse en mamá la lleva, casi sin querer, a revisar su infancia y a cuestionarse el haber empezado a trabajar siendo tan chica. Es crítica con la Natalie Portman de 11 años. Es generosa y agradecida cuando reconoce el aguante de sus padres. “Ellos no tenían nada que ver con esta industria, y pensaban que los actores jóvenes se convierten en drogadictos o terminan en la cárcel, y no era el camino que querían para mí. Tuve que luchar, llorar y rogarles mucho. Fue algo fuerte para todos; mi mamá me acompañaba siempre, y en parte mi trabajo separó a la familia por un tiempo. Fue un gran regalo que hayan confiado tanto en mí. Me protegieron bastante bien y a la vez me dieron suficiente libertad”, reconoció frente al periodista Fabian Wantail.

D.R.D.R.

Cuando recuerda su debut en El perfecto asesino es estricta, autocrítica. Pero es cholula y militante cuando piensa en la perspectiva de su primer director, Luc Besson: “Es muy bueno haciendo personajes de mujeres fuertes”.
De su estadía en Francia, donde vivió con su familia por el trabajo de su pareja, señala como fenómeno que la generación de directores noveles incluya, en su mayoría, a cineastas. Y aplaude los guiones de Hollywood en los que hay personajes femeninos interesantes.

Con cara de nena y esa voz ronca que a veces intimida, Portman fue pionera en su ambiente también en señalar la brecha salarial. “Todas deberíamos ser feministas”, decía la remera que usó para subir al escenario durante la #WomensMarch de Los Ángeles. La prenda es parte de una colección realizada bajo el ala de Maria Chiuri, primera directora creativa en la historia de la firma francesa.

Hay más sororidad: Miss Dior, el perfume del cual Natalie es embajadora, está inspirado en la hermana del diseñador, Catherine. Ella luchó contra el nazismo. Recibió una medalla de honor y, por supuesto, era una mujer libre, independiente, decidida.

Uno de los componentes del carácter de Portman es la pasión. No usa redes sociales. Y no deja que su hijo Alef (6) la vea en Star Wars, ¡su reina Amidala muere! Prefiere que la conozcan de pie. Igual, más allá de su familia, como dijo al diario El País, “no pierdo tiempo preguntándome qué piensa la gente de mí, prefiero detenerme a pensar cómo me veo a mí misma”.