Mapas, una tendencia que es furor en deco

Mapas, una tendencia que es furor en deco

Vienen ganando espacio como objetos de diseño, interacción y juego. ¿Qué movilizan estos GPS de dos dimensiones? ¿Es una moda pasajera o una verdadera necesidad para ubicarnos en el mundo?

24/07/2020 01:31

De madera o de corcho, para marcar, colorear en familia, antiguos para ambientar, como objeto de decoración. Mapas que dan sentido de pertenencia o que grafican temáticas variadas, otros que proponen la exploración. En los últimos tiempos hay un boom cartográfico y las propuestas se multiplican. ¿Por qué son imanes para la atención de tanta gente? Posiblemente tenga que ver con la valoración social que ya existe sobre los viajes. Son experiencias enriquecedoras que, al conocer otra geografía y estar en contacto con culturas diversas, amplían los puntos de vista y la comprensión de lo que somos como seres humanos. Además, si hace 20 años, Asia o Africa, por ejemplo, resultaban destinos exóticos y prohibitivos para la mayoría, ahora las distancias se acortaron y las posibilidades de poner un pie en esas tierras es bastante más real y masiva. Entonces, es tentador empapelar una pared de casa con un mapamundi o colocar uno de corcho para ir marcando rutas, tanto las hechas como las soñadas. Los locos por los mapas suelen ser esos que encarnan los famosos versos del poeta español Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. En ese mismo registro, el coach ontológico Lucas Caruso los describe como gente curiosa, exploradora de la vida, de la que busca siempre un aprendizaje, se amiga con la incertidumbre y la toma como trampolín para desarrollarse. “Las personas pueden agruparse en viajeros, turistas y quienes prefieren no moverse del terreno conocido, de su zona de confort. Las
primeras son las que, más allá de su poder adquisitivo, privilegian la experiencia y buscan zambullirse en ella para aprender. Las que están en modo turista son aquellas que viajan y visitan ‘los lugares que hay que visitar’ y coleccionan sus fotos. El último grupo lo forman quienes, por elección o imposibilidad de hacer otra cosa, eligen quedarse siempre en el mismo lugar. Las tres categorías son además una metáfora de la actitud que cada uno toma ante la vida misma”, define.

D.R.D.R.

FUROR SIN FRONTERAS

El actor Juan Minujín creó Atlantis Mapas, una propuesta de planos gigantes, en blanco y negro, con mucha información, para colorear en familia. Empezó con los de Argentina, que invitan a territorios repletos de detalles: la flora y fauna autóctona, los accidentes geográficos, los monumentos históricos, los personajes fundamentales de cada punto del país, las comidas típicas, costumbres y maravillas de la naturaleza. Luego se amplió al proyecto América y al del sistema solar. La idea surgió después de tener la experiencia de pintar junto a sus hijas unas láminas que había comprado en el exterior. Minujín cuenta que aquella resultó una experiencia muy enriquecedora en el vínculo con ellas porque de repente se apagaron las pantallas, los tres se sentaron en el piso y empezaron a surgir conversaciones con inquietudes históricas, sociales y geográficas. Se dio cuenta de que era una preciosa llave para compartir momentos de interacción, así que quiso conseguir uno en y de Argentina. Como no había, puso manos a la obra y se embarcó en la aventura. “A mí lo que me fascina es la posibilidad de viajar y conocer el mundo desde tu casa”, le dice Minujín a ELLE. Mapoteca nació hace dos años cuando Carolina Laspiur y Camila Narbaitz Sarsur, dos amigas viajeras, descubrieron que la cartografía antigua era joya pictórica y decidieron hacer un emprendimiento. “Ambas coincidimos en que son otra forma de viajar y de conservar esos recuerdos y experiencias que tanto nos marcaron en nuestras vidas. Además, tienen una energía particular capaz de llevar ese placer intrínseco de un viaje a la cotidianidad”, dice Carolina. Mapoteca dispone de un catálogo en el que hay, por ejemplo, un mapamundi literario, láminas de Argentina y sus plantas medicinales, “rockeando Argentina”, o “Mujeres argentinas”, los de ciudades del mundo, un globo terráqueo de papel, mapamundis de corcho o uno interactivo con realidad aumentada (donde se pueden marcar los destinos visitados con pinnes e instalarse una app para luego subir las mejores fotos de los viajes y verlas en la lámina). A Rocío e Ignacio, al frente de Compañía Argentina de Mapas, estos elementos los transportan a su niñez, cuando abrían atlas antiguos con sus abuelos y jugaban a adivinar las capitales de cada país. Su propuesta son los diseños originales. Primero, hicieron un curso de enmarcado. Después, salieron a la caza de planos viejos e Instagram hizo el resto. “Nuestros mapas no están intervenidos. No son ni impresos ni copiados, sino publicaciones originales. Realizamos búsquedas a pedido y tenemos un catálogo actualizado que hoy supera los 1300”, explica Ignacio. Por su parte, el diferencial de Terral es que son de madera y en relieve y están diseñados específicamente para marcar
rutas de viaje con pins. La idea nació en 2015 cuando las primas Goyheneix –Florencia, diseñadora gráfica, y Mercedes, licenciada en musicoterapia– se pusieron a cranear lo que querían y no encontraban: mapas lindos para marcar sus viajes. Allí empezaron a pensar en el diseño, el concepto, el por qué y lo que querían provocar. “La idea no era hacer un objeto más sino uno que viniera a generar una pregunta, una visión. Además, queríamos usarlos como medio para comunicar temas ambientales y mostrar que necesitamos hacer cambios en nuestros modelos de consumo y de vivir”, relata Florencia. Las chicas se tomaron el tiempo necesario para pensar y definir una identidad integral de lo que harían. Decidieron que se llamaría Terral, el nombre de un tipo de viento que va de la tierra al mar. “Nuestro concepto está ligado a transmitir mayor conciencia y cuidado de la tierra en que vivimos, la necesidad de cambios sustentables y la apreciación por la belleza única ligada a la naturaleza. Nos propusimos crearlos de madera originales, que emocionen y conecten con la sensibilidad y lo personal de cada uno”, agrega Mercedes.

UNA OBRA DE ARTE

A Mapoteca llegan los viajeros natos que buscan los lugares más escondidos o menos conocidos del planeta y otros que, además, gustan de las piezas de diseño y decoración. “Cada uno tiene su propia temática y técnica de ilustración. Trabajamos con una comunidad de más de 30 ilustradores. Después se digitalizan y se imprimen sobre papeles importados texturados y máxima calidad de impresión. Luego nosotras hacemos el montaje. Nos gusta mantener esa impronta de trabajo que tienen el arte y la ilustración”, dice Camila Narbaitz Sarsur. Para la gente de Compañía Argentina de Mapas también hay un mix entre quienes optan por la cartografía como objeto decorativo y quienes encuentran un link emocional fuerte en los territorios que busca. “De por sí son un elemento decorativo muy atractivo, ya estaban de moda. Nosotros a eso le agregamos ese no sé qué que les da el tiempo a las cosas”, dice Ignacio. En su catálogo hay láminas de principios de siglo XX provenientes de distintos puntos del planisferio. Las primas Goyheneix dicen que los clientes de Terral buscan conectarse con la sensación de conocer el mundo, con recuerdos de lugares compartidos con personas queridas o experiencias con paisajes únicos. Tal vez algún viaje que les marcó la vida o quienes quieren conectarse con la naturaleza, ver y soñar en lo que queda por conocer y descubrir. “Nosotras ofrecemos todo eso mediante materiales nobles y en un producto que trasciende el simple objeto y traslada con él un mensaje de cuidado de la tierra y el valor de compartirlo con otras personas”, afirma Florencia. ¿Se trata de una moda pasajera o toca fibras más íntimas que la hacen una tendencia que llegó para quedarse? Las chicas de Mapoteca creen que es lo segundo porque se relaciona con la necesidad de ubicarnos territorialmente y en cómo nos relacionamos con ese territorio. “Nos inspiran, nos transportan, nos invaden de una energía viajera porque cuando mirás uno, no hacés otra cosa que explorarlo con el dedo y la imaginación. Te llevan a mirar los detalles y aprender nuevos mundos”, afirma Carolina Laspiur. “Se juega el arraigo que generamos con los lugares, ya sea que hayamos estado una semana de paso en un lugar que nos cambió la perspectiva de vida o el pueblo donde viviste tu infancia. Son la materialización de todos esos sentimientos que nos hicieron crecer y nos traen lindos recuerdos”, dice Camila Narbaitz Sarsur. Para Ignacio, la mapamanía es un revival: “A medida que la tecnología avanza y deja obsoletos algunos objetos, estos adquieren el valor”. Juan Minujín cree que, en medio de la globalidad, ver uno del mundo entero es algo interesante y siempre llama la atención. Florencia Goyheneix coincide en que tanto interés se vincula con un planeta cada vez más globalizado y con las posibilidades infinitas que se presentan de conocerlo. “Los límites se van borrando cada vez más y hoy tenemos al alcance de la mano lugares con los que siempre soñamos y que nuestros padres nunca pensaron en llegar. Por otro lado, las redes y las comunicaciones nos refuerzan la idea de la posibilidad, vemos que otros lo logran y se hace posible primero en nuestro imaginario y luego en la realidad. Se fue perdiendo el miedo a las barreras culturales y el acceso a otras culturas diferentes, lo que hizo que el mundo resulte más alcanzable”, dice. Convertidos en objetos de decoración, interacción y juego, son un gran escenario para enraizarnos en el mundo y darle sentido y relieve emocional a lo que antes solo parecían líneas, puntos y nombres indescifrables (e irrecordables) en los mapas N°3 con división política de las clases de geografía.