Elogio de la imperfección: crianza en tiempos de estrés

Elogio de la imperfección: crianza en tiempos de estrés

¿Si nos sacamos un poco de presión?  

22/07/2019 03:38

Todo el año nos esforzamos por ser los padres perfectos para nuestros hijos. Y cuando llegan las vacaciones de invierno, queremos seguir en el mismo camino: que coman sano, arreglar programas para hacer con ellos, pasar momentos “de calidad” juntos, realizar visitas culturales y descubrir nuevos juegos… Es verdad que disfrutamos de muchas de estas actividades, pero también estamos cansados. ¿Hace falta ponerse tanta presión? ¿Es verdad que los chicos tienen que estar todo el tiempo entretenidos y ocupados?

“Muchos padres se culpabilizan por no poder pasar suficiente tiempo con sus hijos. Por eso, tratan de aprovechar las vacaciones para compensar”, señala el psiquiatra infantil Stéphane Clerget, autor de Curar a los niños hiperactivos sin medicación. “Nuestra concepción de vacaciones ha cambiado. Hace 30 años, se trataba de un tiempo en que los adultos no hacíamos nada y los chicos pasaban el tiempo jugando. Hoy, la obsesión con la performance que reina en la esfera del trabajo perjudica el tiempo de ocio. Y nos sentimos en falta si no aprovechamos cada uno de los momentos con los chicos”. 

Pero hay otra razón que nos lleva a anotar a los chicos en cuanta actividad sea posible. “Muchos padres tienen la idea de que cuanto más ocupado esté un niño, más oportunidades le estaremos ofreciendo para tener éxito en la vida”, dice Jeanne Siaud-Facchin, psicóloga. “Es una concepción equivocada en mi opinión. Y contraproductiva. Crea un modelo estresante para el niño, que llega a creer que solo se tiene éxito en la vida a través de la perfección, la performance y la hiperactividad”. La anticipación ansiosa de los padres también los afecta. “A menudo escucho en el consultorio a niños que se quejan de las obligaciones que les imponen los adultos. ‘¡Deciles a mis papás que me dejen un poco, que me dejen tranquilo!’”. 

Es importante que los chicos se aburran

En vistas de esta presión que los padres ejercemos, lo primero que debemos hacer es tratar de corrernos de la culpa. Durante las vacaciones, podemos bajar la guardia. No es necesario que sientan la idea de que tienen que ser responsables todo el tiempo. “Como nos lo recuerda la etimología, las “vacaciones” son un tiempo en que hay que dejar algo vacío, el tiempo para no hacer nada”, explica Jeanne Siaud-Facchin. Es muy importante que los niños se aburra. Es el mejor medio para que el cerebro se resetee. De hecho, se crean nuevas conexiones cerebrales, aleatorias, que renuevan el cerebro mientras nos aburrimos. Esto permite la ensoñación, la imaginación, la proyección al futuro. Y el cerebro se vuelve más permeable a aprender nuevas competencias más tarde”, señala. Inscribir a los chicos en miles de actividades puede darnos la sensación de que no pierden el tiempo, pero es mejor dejar que vagabundeen, que miren el mundo de otra manera, que se maravillen con las pequeñas cosas. 

“Los niños de hoy en día tienen que reaprender a divertirse con nada”, confirma Stéphane Clerget. “Inventar sus propias actividades, solos, sin la ayuda de nadie. Y las vacaciones son el momento ideal para hacerlo. Jugar con una pelota durante horas, con una caja de madera, construir un fuerte con los almohadones del sillón…. Esto los ayuda a ganar independencia, a no esperar siempre que otros le organicen actividades”. 

En resumen, cuanto menos hagamos los padres, mejor se desarrollarán ellos. 

Padres felices, crianza exitosa

Un padre o una madre contentos es el mejor factor de felicidad para un niños, como recuerda Jeanne Siaud-Facchin: “El mayor indicador del equilibrio psicológico de un niño es el placer de vivir que siente de parte de sus padres. Los niños crecen identificándose con sus padres. Si los ven siempre ocupados, buscando la perfección, estresados, es probable que luego actúen de la misma manera. O que, por el contrario, rechacen totalmente este modo de vida. Vivir con padres que son felices, que se divierten, que saben perder un poco el tiempo crea un círculo virtuoso”. 

Pensar un poco en nosotros, en nuestro placer (sin caer en la negligencia ni en la indiferencia, por supuesto) es el mejor regalo que podemos hacerles a nuestros hijos. “Los padres modernos están convencidos de que el desarrollo de sus hijos depende enteramente de ellos y de las actividades que les propongan, concluye la psicoanalista Sophie Cadalen. Pero esto es falso. Por supuesto la función parental es importante, pero los niños poseen su propia fuerza, su autonomía, y muchos más recursos de los que pensamos. De todos modos, lo esencial de la transmisión se hace de manera inconsciente”. 

La importancia del apego

“Hay que volver a lo esencial. ¿Qué necesita un chico sobre todo? ¿Que le arreglemos todos sus problemas, que estemos constantemente con ellos? No. Necesitan sentir un lazo con sus padres, un apego profundo y seguro, que les permita explorar el mundo. Es lo que demostró el psiquiatra John Bowlby con su teoría del apego. Este lazo está presente desde el nacimiento. Pero a menudo nos olvidamos de eso. En esta sociedad individualista, pensamos que los padres y los hijos somos islas separadas que hay que reunir haciendo cosas juntos constantemente. Esto no quiere decir que haya que despreocuparse. Para que este lazo sea fuerte, es necesaria una cierta disposición del espíritu: ser capaces de escuchar a los niños, de aceptarlos tal cual son, de decirles que sí a su ser. Es algo muy distinto a imponerles actividades sin cesar”, explica Fabrice Midal. 

Vía ELLE.fr