Fans de las motos

Fans de las motos

La explosión se aceleró con la pandemia. Mucho más que un medio de transporte. Una forma de moverse con autonomía, una filosofía de vida, un trampolín para saltar prejuicios y hasta una fuente laboral.

29/12/2021 13:37

Algo pasó. Dejó de ser una simple acompañante o la pulposa en bikini que arqueaba la cintura en los pósters y promocionaba motos y repuestos. Pegó el salto y se montó en ellas. Se hizo protagonista de una movida que avanza. Se convirtió en dueña y, en muchos casos, eso se le hizo pasión y filosofía de vida. Porque ponerse el casco y manejar hasta el trabajo, salir a pasear, viajar a otras ciudades o incluso competir implica una gran dosis de sensorialidad. El viento, la temperatura, los olores del ambiente, la lluvia, el sol, la vibración en el cuerpo, la adrenalina y la percepción contundente de libertad son partes inseparables de la experiencia. ¿Por qué cada vez hay más y cuáles son los prejuicios que siguen rompiendo?

RADIOGRAFÍA

La nueva realidad demostró que tener un vehículo propio es una gran ventaja. Y sin duda es mucho más accesible la llave de una motocicleta que la de un auto. También es más económico su mantenimiento mensual. El ingeniero Rubén Lino Stefanuto es presidente de la Cámara de Fabricantes de Motovehículos (CAFAM) y señala que es el medio de traslado que más creció desde marzo 2020. “Además es práctico para llegar a los lugares de trabajo”, afirma. Ese incremento se ve también reflejado en “el cupo femenino” al volante. Según CAFAM, en la actualidad el 21,3% de conductores es femenino. “Venimos notando una suba en las que se acercaron a tomar cursos sobre conducción responsable. Cada vez más la prefieren para moverse y generar autonomía, para recreación o bien como herramienta de trabajo”, comenta Stefanuto. Malena Ayala es instructora en la Escuela Argentina de Manejo (EAM) y su cantidad de alumnas no para de crecer.

es instructora en la Escuela Argentina de Manejo (EAM) y su cantidad de alumnas no para de crecer. “La nueva realidad motivó a muchas a manejar y a dejar de usar el transporte público. Quienes hacen el curso suelen tener entre 20 y 50 años y me cuentan que tardaron en animarse, por los riesgos a caídas y robos. El hecho de que les enseñe una mujer, las incentiva aún más.” Gastón Gallo, director de Cycles Motoshop, coincide en que la venta a compradoras está en alza y señala que viene siendo una tendencia, sobre todo a partir de 2010. La franja de edad predominante es la que va entre los 25 y los 35 años. De acuerdo con la experiencia en el local, ellas buscan este tipo de vehículo para su día a día, más que para pasear, algo bastante frecuente entre los hombres.

“Suelen venir a resolver su movilidad diaria. Eligen las más chicas, como scooters y otras de cilindrada media. Aunque hay también quienes se vuelcan a las de mayor potencia, no es un tema de género sino de tamaño, porque los hombres pequeños tampoco se animan mucho a las de gran porte”, explica Gallo. Según Stefanuto, las más elegidas son los scooters y las cubs, que tienen motores de menos de 125 cc. “Si bien las marcas no ofrecen líneas de productos específicamente pensadas para ellas, en indumentaria y accesorios hay un mercado que se expande a ritmo sostenido. Es increíble todo lo que podemos ofrecer y lo bien que se vende”, puntualiza Gallo.

Una filosofía de vidaUna filosofía de vida


DAR EL PASO

Muchas famosas son fanáticas. Angelina Jolie no la usa solo en las películas sino que la adoptó para la vida cotidiana. Lo mismo pasa con la cantante Pink (casada con un motociclista, Carey Hart) o Nicole Kidman, que se le anima a una Harley Davidson entre otras varias que tiene. Dentro de las figuras locales, la más emblemática es Juana Viale, quien acostumbra a postear en sus redes su BMW: “Esto es de familia, de mi padre, de mi hermano, de mi otro hermano. Todos somos fanáticos”.

En el caso de Belén Couso, creadora de la comunidad Mujeres al Mando, no fue herencia pero sí pasión temprana. “Desde muy chiquita venía soñando con subirme a una. Y con ese sentimiento de libertad, de viento en la cara, porque eso es lo que da un vehículo cuando no tiene carrocería; es una experiencia de sensorialidad importante. Y a los 20 años, un amigo me dijo por qué no me dejaba de hinchar con andar vestida de motoquera y me montaba de una vez por todas a una -cuenta riéndose-. El me enseñó a manejar y, hace 19 años, saqué el registro y me compré la primera, muy pequeña, una Honda 150 CG. Cuando vi lo que sentía al andar y lo que producía en la calle, entendí por qué muchas pensaban que no era para ellas y les daba miedo. La gente me felicitaba como si fuera una heroína.”

Belén tenía su propia empresa de cosméticos y venía trabajando en organizaciones sociales. Pero de a poco tomó la iniciativa de ahondar en la movilidad de género en el motociclismo y empezó a investigar el tema. No imaginó que se convertiría en su “lugar en el mundo”. Hace cinco años armó la comunidad Mujeres al Mando, que reúne a las que se movilizan en y por este medio. Hoy son 20 mil, de la Argentina y de toda Latinoamérica, y ella se transformó en un agente de cambio. “Comencé a trabajar en políticas públicas, en hacer foco en la educación vial, en abrir espacios para que pueda vibrar en esta movilidad. No solo por la autonomía que da sino también como una salida laboral.” Repite una y otra vez una especie de mantra: este vehículo de dos ruedas no tiene ni edad ni género, y considera que aunque se aflojaron muchos prejuicios, aún hay que trabajar para sacar el temor a las - timarse que se siente al conducir. Por eso creó una clínica para generar un espacio de educación, que luego creció y ahora ofrece también workshops gratuitos de mecánica.

“Sigue llamando la atención ver chicas en grandes cilindradas, pero cada vez hay más y van saltando de potencia y se va naturalizando. Además, viéndose entre unas y otras, se van animando.” Couso hizo de este medio una llave para abrir puertas, conectar gente y empoderar: armó “ruteadas solidarias”. Se trata de encuentros en los que todos los participantes aportan un juguete para donar a distintas instituciones. Y este año desarrolló la Ruta de la Mujer, que consistió en recorrer el norte del país y hacerlo transversal a historias de las que trabajan en el patrimonio cultural. Por ejemplo, en Salta, conoció y dio difusión en sus redes a alfareras, vitivinícolas, costureras o a la creadora del Festival del Tamal. La iniciativa fue declarada de interés cultural de la provincia. “Mujeres al Mando es una actitud. Me sorprendió que muchos hombres apoyaran la iniciativa y también que muchas chicas no, porque son muy machistas y vienen con una bajada de línea que les cuesta. Aun así, la comunidad creció tanto porque es una decisión de vida, es cortar cadenas de un montón de estructuras que venían solapando muchas actividades”, dice Couto.

HACERSE CAMINO

Lola Beccar Varela cumple 50 años en noviembre. Hace unos seis se compró la primera. Si al principio fue solo cuestión de gusto, con la pandemia se transformó en su medio de vida. Después de trabajar en la organización de correr en Moto3, una categoría monomarca de 250cc. Participé dos años en esa y, en 2019, pasé a la 300.” Para Gachi, es pasión y estilo de vida. Siente que siempre está combatiendo suspicacias ajenas, comentarios poco felices o incluso, maniobras innecesarias de parte de sus competidores, solo para demostrar mayor potencia o habilidad. “Quizás ahora, gracias a toda la movida feminista, no sean tan agresivos, pero siempre existe el menosprecio o que me subestimen.”

Lo grafica con un ejemplo: una chica se sumó hace poco a la categoría y otro piloto hizo la apuesta de que si esa no le ganaba, él pagaría un asado. Gachi aclara que el hombre tenía más experiencia, pero nunca había logrado destacarse en el deporte. Resultado: la nueva lo venció. “Fijate la actitud tan básica de que para él ya era un he - cho que ella era peor. Así hay mil situaciones y está tan naturalizado que ni lo ven, no tienen esa capacidad”, afirma. Andrea Rossi es peluquera canina y también ama este tipo de transporte desde niña. Hace tres años se pudo comprar una. Ella usa su MT03 Yamaha de 300 cilindradas para pasear los fines de semana. “La verdad es que la inseguridad hace que se complique por dónde y cuándo moverse y eso limita un poco los paseos.”

Cuenta que, con solo cinco rodadas, le robaron la primera. Por suerte, el seguro la cubrió y pudo comprar otra igual pero, a los cuatro meses, otra vez la asaltaron. Cuando la compañía aseguradora le pagó, el valor del dólar se había disparado, así que lo que le dieron representaba apenas la mitad del valor. “Más allá del dinero, siempre había soñado con comprarme la MT07 Yamaha, de 700cc, pero me decían que no podía arrancar con esa cilindrada. En realidad, me habían dicho lo mismo con la de 300cc y se demostró que sí. Así que fui por la que quería sin escuchar a nadie, y me la compré. La arranqué sin problemas y salí andando”, recuerda y cuenta que la bautizó “Chimuela”. Andrea se siente respetada en la calle y comenta que le elogian su máquina. “Me encanta andar, es algo que no se puede explicar con palabras, una mezcla de libertad y una sensación de volar y percibir sensaciones”, define. “Tati” Iris Moral, vive en Ushuaia.

Cuenta que, con solo cinco rodadas, le robaron la primera. Por suerte, el seguro la cubrió y pudo comprar otra igual pero, a los cuatro meses, otra vez la asaltaron. Cuando la compañía aseguradora le pagó, el valor del dólar se había disparado, así que lo que le dieron representaba apenas la mitad del valor. “Más allá del dinero, siempre había soñado con comprarme la MT07 Yamaha, de 700cc, pero me decían que no podía arrancar con esa cilindrada. En realidad, me habían dicho lo mismo con la de 300cc y se demostró que sí. Así que fui por la que quería sin escuchar a nadie, y me la compré. La arranqué sin problemas y salí andando”, recuerda y cuenta que la bautizó “Chimuela”. Andrea se siente respetada en la calle y comenta que le elogian su máquina. “Me encanta andar, es algo que no se puede explicar con palabras, una mezcla de libertad y una sensación de volar y percibir sensaciones”, define. “Tati” Iris Moral, vive en Ushuaia. Recién logró subirse a una cuando conoció a Curly, su compañero. Juntos compraron la primera, una Honda NX125 y, tiempo después, hicieron un viaje por la Patagonia. Pero ella siempre iba agarrada de la cintura de él. Hasta que hace unos tres años pensó: “Basta, me encanta viajar, sentir los pelos al viento, pero no quiero ir más atrás”. Empezó a buscar la suya y dio con su “Guerrera”, como la llama, una Suzuki GN 125. “El primer día que me subí, con 44 años, salí como si hubiese conducido siempre y supe que no me iba a bajar nunca. ¡Me encantó! La adrenalina, la sensación de libertad y el poder cumplir un sueño, porque literal, antes de eso soñaba que piloteaba, ¡fue lo más! De ahí no paré, y ahora mi otra aventura es viajar con ella por el mundo, con mi compañero de ruta, mi perro y mis rollers a cuestas.”

En invierno, por el clima de Ushuaia, no la puede usar mucho. En primavera y verano sale de compras, pasea por la ciudad y hace muchos kilómetros. “Creo que si llego a subir de cilindrada, la Guerrera va a seguir en la familia, porque es la primera y no me gustaría venderla.” Muchos la miran con cara rara, otros le piden sacarse fotos o la alientan aunque no la conozcan. “Cada vez somos más las que vencemos esa barrera de que esto sea ´un mundo de hombres´. Nos animamos a la aventura que implica conducir, interesarnos por la mecánica y lanzarnos a la ruta haciendo foco solo en ser felices, libres, sin que nadie nos diga qué debemos ser o hacer, y sintiendo el placer de la libertad”, proclama.