Una cartera de la firma requiere más de 180 horas de trabajo meticuloso para ver la luz. Desde los talleres de la firma en Verneuil, al norte de París, asistimos al nacimiento de un ícono.
Más que un clásico, la 2.55 es un ícono. Una disrupción estilística que inició una manera moderna de usar la cartera: fantasía, historia y lujo creadas con artesanía en cada paso. Coco Chanel creó este modelo en febrero de 1955, de allí su nombre. La necesidad personal fue el motor: una cartera para llevar en el hombro mediante una cadena enlazada con cinta de cuero, en alusión a las que Mademoiselle había cosido en el dobladillo de las chaquetas para que cayeran a la perfección, que liberaba las manos de la mujer y fluía con el movimiento del cuerpo. En cuero de oveja, jersey o seda, su acabado matelaseado evocaba el mundo ecuestre que Gabrielle Chanel amó tanto.
En 2011, la Boy Chanel se unió a la familia de carteras de la firma, inspirada en el bolso de caza para llevar cartuchos que Mademoiselle usaba cruzado en el pecho. “El nombre alude a Boy Capel, el gran amor de su vida”, explica Karl Lagerfeld, el director creativo de la maison.
La última creación es Gabrielle, presentada en 2017. La cartera apunta a un estilo más futurista pero también toma la forma de un objeto amado por la diseñadora, los estuches de binoculares que los caballeros llevaban a las carreras en el hipódromo.