Vestido cruzado: esta es la historia de una prenda feminista

Vestido cruzado: esta es la historia de una prenda feminista

La ropa es una fuente inagotable de autoafirmación. Si bien el vestido fue visto en un momento como una restricción por varios motivos, fue suficiente cortarlo por la mitad y cruzar los lados para revolucionar el vestuario femenino. El vestido cruzado por sí solo encarna la independencia de la mujer y el feminismo en general. Te lo explicamos.

03/09/2020 14:22

Práctico y elegante. Estas son las mejores virtudes del vestido, una prenda popular. Un credo que la diseñadora italiana de nacimiento y francesa de corazón, Elsa Schiaparelli entendió siempre.

En 1930, mientras los visionarios desempolvaban el vestuario femenino (Gabrielle Chanel o Jean Patou, por nombrar algunos), la provocadora y vanguardista Schiaparelli ofrecía el primer vestido cruzado de alta costura. Ella que adoraba colaborar con grandes artistas como Salvador Dali, Jean-Cocteau o Alberto Giacometti y mezclar arte y alta costura sin dudarlo, también buscaba liberar a la mujer. Su vestido cruzado no tuvo el éxito esperado pero permaneció en la mente de la gente. Las mujeres trabajan cada vez más y necesitan atuendos elegantes, femeninos pero también prácticos. Esto es algo que define por completo a la creadora belga, Diane von Furstenberg.

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En la década de 1970 todo estaba revuelto: costumbres, estilos, deseos y necesidades. La revolución femenina estaba en pleno apogeo. En Francia, mujeres como Gisèle Halimi y Simone Veil luchaban incansablemente por los derechos de sus semejantes. En Estados Unidos, Gloria Steinem hacía lo mismo. Y muchas mujeres buscaban trabajar tanto como los hombres. Si bien la paridad aún no está en orden, las mujeres,  buscaban evolucionar en una prenda práctica sin renunciar a su estilo. Era imposible vestirse como un hombre. Pero entonces, ¿cómo?

Diane von Furstenberg, una feminista comprometida, presentó en 1974 un vestido especial en un baúl Louis Vuitton a Diane Vreeland de Vogue US. Confeccionado en un jersey de seda colorido, fluido y resistente a las arrugas, su vestido cruzado o vestido portafolio (también llamado T / 72) dio en el blanco. Con su cuello en V, su tejido ligero se adaptaba a todo tipo de cuerpos. Así este vestido se convirtió en un must-have con fuerte impronta feminista. El cuerpo femenino se magnifica y las estampas de culto de leopardo y pitón dan un fuerte carácter a quienes las llevan. Como prueba, muchas celebridades no pueden prescindir de él: desde Jackie Kennedy hasta Catherine Deneuve pasando por Kate Middleton, Sarah Jessica Parler, Paris Hilton y muchas otras.

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Este modelo es tan popular que se venden más de un millón en dos años. Un éxito. Las mujeres  asumen su feminidad mientras van a trabajar. Porque eso es lo que quiere Diane: que se hagan cargo. “El vestido cruzado me dio mi independencia”, le dijo a  Vanity Fair. “Su éxito pagó todas mis facturas y me permitió ser la mujer que quería ser.” Un rol importante que será fundamental en la vida de un gran número de mujeres. Después de algunos años la casa reelanzó en 1997 (con su marca DvF) y reeditó los icónicos vestidos portafolio.

Pero no fue todo. En 2005, recibió el Liftetime Achievement Award de la CFDA y la exposición “Journey of a dress” en LACMA en Los Ángeles, se dedicó a su creación en 2014. En 2017, el vestido cruzado vuelvió a estar de moda gracias a marcas jóvenes como Mirae o Rouje (de la it-girl Jeanne Damas) que le dieron un lugar privilegiado, destacando su costado más parisino. Una historia que perdura, sin dudas.