Lucir (y presumir) una cola espectacular es casi un mantra. Pero la verdadera razón para desarrollar los músculos glúteos (y también los del resto del cuerpo) es su conexión con la buena salud. Enterate por qué.
¿Por qué es tan importante tener una buena cola? Existe una relación estrecha entre el metabolismo basal -es decir, la energía que se requiere para mantener en funcionamiento todos los sistemas de nuestro organismo-, la masa muscular y la acumulación de grasa. A mayor cantidad de músculos, mucha más energía gastamos y, al contrario, cuanto más tejido adiposo hay en el cuerpo, menor va a ser el gasto de calorías y más lento el metabolismo. Si consideramos que del total de nuestros 650 músculos, el glúteo mayor es el más grande, podemos darnos una idea e intuir por dónde viene la respuesta.
La musculatura es más densa y compacta que la grasa, por eso, en cantidades equivalentes, la primera ocupa menos espacio. Así, cuando empezamos a entrenar, suele ocurrir que la balanza marque un aumento de peso incluso si nos ponemos en forma (porque, precisamente, lo que aumentó es el músculo, que pesa más). “Es más importante tener una buena estructura muscular que el peso en sí”, dice la doctora Laura Roccatagliata, especialista en Medicina Interna y Diabetes (M.N. 140.397).
Con el paso del tiempo el balance en la composición corporal se modifica; es un hecho fisiológico normal y esperable, pero este fenómeno se hace más evidente con el sedentarismo y con el exceso de grasa. El metabolismo general se desacelera y empeora a través del incremento de la insulinorresistencia (o menor acción de la insulina). A partir de los 20 años la masa muscular disminuye del 2% al 3% por año; después de los 50, hasta un 4% y a partir de los 60 se incrementa mucho más. “En parte, tiene que ver con los cambios hormonales que sufren hombres y mujeres al envejecer. Pero si ya vienen con mala musculatura desde jóvenes, la pérdida se intensifica y hay mayor riesgo de caídas, fracturas y otras lesiones”, dice la doctora Roccatagliata.
A medida que se altera este balance, también se producen cambios en los depósitos de grasas asociados a la pérdida de masa muscular. “Es la acumulación adiposa en zonas donde no debería haberla. ¿Por ejemplo? La grasa visceral, que está en el abdomen, pero no a nivel subcutáneo sino entre los órganos. Esa es la grasa “mala” y la más nociva. Se trata de la tipología del cuerpo con un abdomen prominente y una región glútea poco desarrolla da o ‘cola chata’. Esto predispone más a patologías cardiovasculares y metabólicas como la diabetes”, explica la médica. ¿La clave para revertir este cuadro? Una dieta a base de proteínas esenciales o de “alto valor biológico” y, por supuesto, entrenamiento y ejercicios de resistencia o fuerza. “Cuando se vuelve a trabajar la musculatura corporal, esta se recupera y mejora muchísimo”, concluye la médica.