Los síntomas del síndrome de intestino irritable provocan dolor en el estómago. Es más común en las mujeres que en los hombres y está relacionado con las emociones negativas como el estrés.
Alteraciones emocionales, pérdidas, intolerancia a la incertidumbre, la frustración y el miedo exacerban los síntomas del colon irritable. Este trastorno gastrointestinal funcional se diagnostica entre los 15 y 45 años. Es más común en mujeres y es el motivo de consulta más frecuente entre los gastroenterólogos. Se caracteriza por dolor abdominal y cambios en el hábito evacuatorio, e impacta en la calidad de vida y el funcionamiento social de la persona que lo padece.
En general, los síntomas del intestino irritable generan preocupación y muchos creen tener una enfermedad grave.
Si bien este trastorno es conocido como colon irritable, la denominación actual es “síndrome de intestino irritable” (SII). Se trata de un síntoma crónico, que puede ser muy intenso, sin demostrar daño o lesión significativa en el aparato digestivo.
El dolor abdominal es el principal síntoma. En general aparece en la parte baja del abdomen y hacia ambos o un solo lado. También puede darse en las zonas laterales y muchas veces se irradia hacia atrás, la zona lumbar, o incluso hacia las piernas.
”Me siento horrible, hinchada y no dejo de pensar en todo lo que comí y todavía no eliminé“, cuenta Verónica, una abogada de 46 años que hace más de 10 sufre de colon irritable. No encuentra solución a sus dolores y jura que se arrepiente después de comer postres y tomar café, la dupla que le hace ver las estrellas de dolor.
Los problemas intestinales se manifiestan por momentos, alternando lapsos de relativa ausencia de síntomas. ”Los dos desencadenantes más frecuentes son, por un lado, el estrés o alteraciones anímicas, y por el otro, algunos factores relativos a lo que comemos. Es muy variado lo que en la dieta puede causar la aparición de síntomas. En los últimos años se ha observado que comidas ricas en hidratos de carbono, de difícil digestión y fermentables a nivel del intestino, pueden vincularse con un riesgo mayor de generar síntomas. Los alimentos más característicos son los lácteos ricos en lactosa como leche común o crema, harinas de trigo, edulcorantes que no se absorben en el intestino delgado, verduras de hoja verde, crucíferas, entre otros“, especifica Juan Sebastián Lasa, gastroenterólogo del Hospital Británico.
Nicolás Panigadi, gastroenterólogo del Hospital Alemán, explica: ”No es lo mismo un simple dolor de panza que una gastroenteritis, que el colon irritable. La principal diferencia radica en la temporalidad que presenta el colon irritable que en las otras dos enfermedades no se observan. Para establecer el diagnóstico de síndrome de intestino irritable se deben haber descartado distintas enfermedades orgánica“.
Un dato poco conocido: cuatro de cada 10 derivaciones a gastroenterólogos son a causa del síndrome de intestino irritable, un cuadro en el que lo emocional tiene peso fundamental y que provoca malestares que impactan en la calidad de vida, al punto de que muchos se acostumbran a convivir con las molestias. La consulta al especialista es clave.
¡Tomá nota! Se trata de una enfermedad benigna que no tiene complicaciones. qQuienes la padecen NO tienen más chances que el resto de la población de desarrollar cáncer u otro tipo de enfermedades. ¿La causa? Aún no se conoce con certeza. Se acepta que el problema parece estar en una anormalidad en la interacción entre el cerebro y el intestino.
La cabeza, las emociones y el aparato digestivo tienen una relación intensa. A tal punto que muchos científicos llaman al colon como “segundo cerebro“, ya que el tubo digestivo incluye una red neuronal compleja con una función muy parecida a la actividad de la cabeza.
El especialista Lasa cuenta que ”el colon presenta, como todos los segmentos del tubo digestivo, una capa muscular cuyo funcionamiento se encuentra regulado por una compleja red de neuronas especializadas lo cual forma lo que llamamos el ’sistema nervioso entérico’. Se hace referencia a dicho sistema como un ’segundo cerebro’ por la complejidad que tiene, casi similar a la del cerebro. Asimismo -continúa el gastroenterólogo-, hay una interacción muy estrecha entre el sistema nervioso central y el sistema nervioso entérico, lo cual explica el vínculo que existe entre algunas manifestaciones clínicas del síndrome de intestino irritable y desencadenantes como el estrés, los estados de ansiedad o de depresión”.
Las alteraciones emocionales y cuestiones psíquicas, se hacen sentir a nivel intestinal. ¿Por ejemplo? “Mi jefe me pone los pelos de punta”, “no soporto a esa persona”, “no duermo de noche porque quiero poner un freno a mi relación de pareja”, “me siento triste y no tengo ganas de comer”, ”tengo pánico a perder el trabajo”… Algunas de las emociones que influyen en los incómodos síntomas.
Según los especialistas, no existe cura pero sí diversos tratamientos como seguir una dieta, dormir lo suficiente o implementar un estilo de vida saludable. Y a su vez, visitar al especialista para que tras el diagnóstico pueda recetar medicaciones que contribuyen al control de los síntomas. Sobre todo del dolor o de los trastornos propios del intestino.
Los datos son elocuentes: entre el 9 y el 22% de la población tiene síntomas del síndrome de intestino irritable.
A tener en cuenta
Cambio de hábitos