Cuando los sentimientos quedan atrapados, pueden generar enfermedades. Estrés, ansiedad, rechazo, entre las marcas que dejan huellas.
“La piel es la barrera y al mismo tiempo la pantalla de las emociones hacia el exterior y es uno de los órganos más afectados por el estrés. Frente a agentes externos, acontecimientos traumáticos y sobre una base genética, si se alteran en forma conjunta, genera enfermedades infecciosas, inflamatorias, autoinmunitarias”, explica el psiquiatra y psicoanalista Jorge Ulnik, ganador del premio internacional Sigourney edición 2021 al psicoanálisis y autor del libro El psicoanálisis y la piel.
La alergia, por ejemplo, es una reacción inflamatoria del sistema inmune que detecta algo conocido o familiar y no lo reconoce del todo como propio. “Podría contar decenas de casos de la aparición de una alergia luego de una muerte de un ser querido, o de haber experimentado una situación dramática. Todos esos son hechos vitales que requieren una re-definición del “sí mismo”, aclara Ulnik.
“El rechazo, la ansiedad y la depresión se transforman en inflamación y picazón. Los psicoanalistas decimos esto desde hace años pero recién ahora la biología descubre que los neurotransmisores y ciertos componentes de la cascada inflamatoria, son los mismos para una enfermedad de la piel que los que se activan en la depresión. Como si la depresión fuera una inflamación, pero del cerebro, y la inflamación de la piel fuera una depresión, pero de la piel”, puntualiza. En el caso de la psoriasis, explica que “las células aceleran su reproducción y llegan inmaduras a la superficie de la piel, descamandola fácilmente. Como si quisieran curar una herida que físicamente no existe, pero sí psiquicamente”.
Las emociones dejan su huella en la piel. Muchas veces lo que nos pica es lo que nos pasa a nuestro alrededor. Nos genera escozor lo que estamos viviendo en nuestra casa o lo que vivimos en las relaciones con los demás. La piel se vuelve nuestro terreno de batalla, sufre el conflicto que tenemos con nosotros mismos.