Entre la rigidez de las formas y la soltura que le confieren los elementos de inspiración marroquí, esta casa se planta firme sobre la playa esteña.
Una casa generosa, simple y soñada a la orilla del mar. Interiores relajados y de buena calidad que puedan convivir en armonía con parte de una colección obras de arte moderno. Ese fue el compromiso que asumió la arquitecta Matty Costa Paz cuando fue convocada para completar esta casa frente a la playa de José Ignacio, en Uruguay. “El proyecto original, tipo llave en mano, dejaba mucho por definir antes de poder transformarse en un sitio a medida, que tuviera identidad”, recuerda. Y ella puso manos a la obra. Desde la fachada hasta el paisajismo, todo fue vuelto a pensar y rediseñado por su estudio. Y, fue en ese proceso, que surgieron nuevos espacios y usos. “Pensamos en ambientes para ser vividos tanto en verano como invierno y nos enfocamos en la privacidad de sus habitantes al pensar la nueva distribución”, asegura. En ese plan tuvieron en cuenta muchos elementos de arquitectura marroquí como el predominio del blanco, los materiales naturales, el espejo de agua central e íntimo, las piedras y las celosías de las aberturas exteriores. Y desde el interiorismo, lograron equilibrar las magníficas obras de arte con muebles y acentos decorativos encontrados en infinitas recorridas. Tarea cumplida.
Diseñada por Matty Costa Paz, ella pensó para el disfrute del verdadero lujo que es la simplicidad y el contacto con la naturaleza.
Menos es más en este dormitorio. Solo materiales naturales para el respaldo de cama, la piecera y la mesa de luz. Del resto se ocupa una obra de la artista Valeria Maggi.
Rayas azules y blancas pintadas sobre la madera, un espejo hecho a partir de una escotilla, escalera de palos de eucalipto como toallero dan color y aire marino al toilette de recepción.
Una nube de lámparas tejidas en mimbre cae sobre el comedor. Las sillas tejidas en cardo (inspiradas en las de la antigua estancia Medellín, en Montevideo) se fabricaron especialmente.
Celosías de finos listones de madera permiten ver hacia el exterior sin perder luz ni privacidad. Dos sillas de mimbre y hierro custodian la entrada.
La conjunción entre la cenefa de quincha uruguaya y el techo de chapa logra un efecto cálido sin demasiada rusticidad. Los camastros de madera blanca llevan almohadones a rayas (www.crateandbarrel.com).
Con deck de madera y unas esterillas la casa avanza sobre la playa rumbo al mar de José Ignacio.