Carla Peterson
La actriz se prepara para el gran estreno de El Eternauta, mientras se sube a las tablas con la obra Reverso. Charlamos con ella sobre su debut en la ciencia ficción, las enseñanzas del oficio, la maternidad en la era de la tecnología y los tiempos en los que vivimos.
Desde que se anunció el rodaje de El Eternauta, todos los ojos estuvieron puestos en su estreno. La serie de seis capítulos, dirigida por Bruno Stagnaro, finalmente podrá verse el 30 de este mes, en Netflix. Es imaginable que la expectativa volcada en esta producción de ciencia ficción, producida íntegramente en la Argentina, radica en que la historieta se convirtió en una obra épica del cómic argentino e internacional, y dejó una huella imborrable en nuestra cultura popular. Creada por el guionista Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López, fue publicada por primera vez en 1957, con un estilo gráfico y narrativo que marcó a artistas y escritores. En una etapa en la que era impensada la existencia de internet y sus multiplataformas, la lectura en papel sobre los peligros a los que debía someterse un grupo de amigos para sobrevivir a una invasión alienígena en Buenos Aires, pasó a ser el consumo literario predominante.
Pero además de su objetivo de entretener, El Eternauta se transformó en un manifiesto social y político. Juan Salvo, interpretado en la serie por Ricardo Darín, no solo batalla contra una nevada tóxica y mortal con su característico traje y máscara, sino también contra las adversidades de la vida cotidiana. El arco dramático explora temas profundos como la solidaridad, la resistencia y la lucha contra la opresión. Y por ese motivo se convirtió en una alegoría de la situación política de la Argentina durante la década de 1970. Oesterheld, secuestrado y desaparecido durante la última dictadura militar, plasmó en su obra que la heroicidad ante la injusticia es un acto colectivo y que, ante cualquier crisis y hecho de violencia, la verdadera fuerza radica en la unidad. Ese poder simbólico es lo que llevó a la novela a ser un icono que trasciende épocas, generaciones y contextos.
Carla, que interpreta a Helena, la esposa de Salvo, recuerda cómo llegó a actuar en la serie: “En el ambiente artístico veníamos escuchando hace muchos años sobre este proyecto. Yo sabía que habían empezado a hacer castings, pero no estaba al tanto de cómo iban a contarlo. Tampoco sabía que Juan Salvo iba a ser Ricardo (Darín). De golpe, estaba en Mendoza y me contactan para hacer una prueba. Pasó un tiempo hasta que un día me llamaron para decirme que había quedado. ¡No lo podía creer! Fue un desafío muy feliz para mí”.
Carla Peterson Fue una experiencia alucinante. Filmamos en locaciones de Buenos Aires que todos conocemos y que, con los efectos especiales y la ambientación, quedaron como nunca las van a imaginar. Fue un proceso transformador. Me entregué como actriz y confié en la mirada de Bruno (Stagnaro), que tenía muy en claro el fotograma completo. En el set había grúas enormes, tamizadores, equipos para hacer trucos. Había gente editando imágenes en vivo, mientras nosotros actuábamos. Todos los días era como ir a una excursión donde conocías cosas nuevas. Por momentos éramos más de 800 personas trabajando. En ese sentido, sentí que aporté mi granito de arena dentro de un todo. Fue espectacular y hay un trabajo muy detallista detrás.
Nos conocemos desde hace muchísimos años, pero jamás habíamos actuado juntos. Fue divertido, interesante, generoso. Por momentos era como jugar al tenis; él me pasaba la pelota y esperaba que yo se la devolviera. Estaba muy presente en el rodaje y se armó un lindo grupo, porque muchas veces terminábamos de filmar a la madrugada. Pasamos noches enteras compartiendo anécdotas y riéndonos.
Y sí, porque hay muchísimas expectativas. Pude ver los primeros capítulos y dije: “Wow, esto es una locura”. Hay una decisión artística sobre cómo contar esta historia que es conmovedora, te provoca, te despierta y te emociona. Si bien es ciencia ficción, tiene tantas capas narrativas y mensajes que son atrapantes. Te acerca al pasado y al presente con inteligencia y humor, sin perder nuestra idiosincracia.
Empecé a adentrarme mejor cuando hice el casting. De chica, miraba más sus dibujos que la trama. Cuando me convocaron, charlé con el director para entender su manera de resignificarla. Hay mucho de lo que sucedió en la pandemia que lo van a ver en la serie. Los protagonistas escapan de una nieve tóxica y transitan un camino de solidaridad, pero también de miserias y de “sálvese quien pueda”. Me acuerdo cuando en el confinamiento, todos salían a aplaudir a los médicos y enfermeros, pero por otro lado había gente acopiando papel higiénico en el supermercado o echando del edificio a los vecinos que se contagiaban de coronavirus. Para interpretar mi personaje, recuperé esos miedos que sentíamos los primeros días frente a la incertidumbre de no saber si nos íbamos a morir.
Siempre tuve ese pensamiento muy internalizado. Como mamá, estoy atenta de enseñárselo a mi hijo. Como actriz, mi deseo es trabajar en conjunto. Pienso que el éxito en cualquier ámbito de la vida jamás depende de una sola persona. Considero que soy una actriz a la que le fue muy bien. No puedo quejarme de mi realidad, pero sé que tener un buen presente yo sola no sirve de nada.
No saber qué es verdad y qué es mentira en los relatos que escuchamos. Eso me parece como una gran ciencia ficción también. Agradezco mucho estar involucrada en trabajos que me transportan a un mundo fantástico, no por evadir la realidad, sino para escaparme por un ratito. Muchas veces, estoy horas en el set y recién me entero de lo que pasa en nuestro país cuando agarro el teléfono. Solo suelo hablar de política con amigos o con personas de las que me interesa su opinión para entender esta realidad en la que vivimos.
Aunque parezcan lugares disímiles, nuestros trabajos hacen foco en el pensamiento colectivo. Para mí, Martín es muy bueno en lo que hace. Y a él le pasa lo mismo conmigo. A veces exagera. Me dice elogios que me sonrojan. Y siempre me transmite confianza para encarar proyectos. Como a todos, hay muchos aspectos de nuestro presente que me enojan y me frustran, pero cuando llego a casa trato de dejar los problemas y las polémicas afuera. Hay días que son más fáciles que otros. Frente a eso, prefiero aportar mi alegría. En casa trato de ser mi mejor versión para acompañar a mi familia.
No me gusta quedarme callada frente a ninguna situación, pero también aprendí que en las redes jamás voy a ganar una batalla. Al ser figuras públicas, son circunstancias que podemos atravesar todo el tiempo. Sí tengo en claro que la vida pasa por otro lado. La vida es despertarte todos los días y poder agradecer que estás bien, que tu familia está bien. Lamentablemente, muchas veces somos conscientes cuando estamos en una sala de terapia intensiva porque le sucedió algo a un ser querido. Por eso, todo el tiempo hago el ejercicio de entender qué vale la pena y qué no.
Tengo un hijo casi adolescente y, por momentos, siento vértigo. Gaspar está criándose en un mundo totalmente distinto del mío. Yo crecí leyendo Anteojito; con mis hermanas esperábamos la revista todas las semanas. Ahora, con la tecnología cambió todo. Hay una sobreestimulación de pantallas que me preocupa. Ante todo, trato de acompañarlo y entenderlo en su camino. Y confío en él. Por suerte, Martín es el mejor compañero para paternar.
Siento que le va a encantar. Lo lindo de esta obra es que trasciende generaciones. Amamos ver películas y series juntos. Él está atento a todos los detalles. Me interesa que entienda cómo es mi trabajo. Que le guste lo que yo hago, es fascinante. Siempre digo que mi familia es mi gran premio. Saber que estamos juntos en las malas y en las buenas, es reconfortante.
Que lo más enriquecedor en la vida es ser una eterna aprendiz. Estar dispuesta a aprender me ayudó a ser abierta, empática y receptiva con mi entorno. Fue la actitud que me llevó a escalar hacia el próximo paso. En ese sentido, pude vivir de este oficio que tanto amo. Logré cosas que jamás había pensado y que fueron fruto del esfuerzo. En el camino, me apoyé en mis compañeros, me interesé en armar buenos equipos, en pasarla bien y divertirme. Si no se hubiese dado así, me hubiese dedicado a otra cosa. Los actores tenemos una manera muy genuina de relacionarnos.
Cuando miro hacia atrás, siento que la vida me sorprendió más de lo que yo había fantaseado. Sin ir más lejos, jamás hubiese imaginado actuar en una serie como El Eternauta. Trabajar con Ricardo también fue una gran alegría. Por eso, tampoco proyecto mucho. Tengo deseos y objetivos, pero mis sueños muchas veces no son tan grandes como lo que después me sucede. Por eso, dejo que todo fluya y que la vida me sorprenda.
Fotos: Santiago Albanell. Estilismo: Jorge León. Makeup y pelo: Nano Maldonado.