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La actriz de Wednesday y Scream 6 construyó su carrera bajo la atenta mirada del público y gracias a su enorme talento. Ahora está aprendiendo a ser famosa.
"Definitivamente soy la actriz que siempre asocian con: 'Más sangre'”. Jenna Ortega asegura: “Si voy a aportar mi granito de arena en un proyecto o escena, quiero que sea lo más carmesí posible”. El cine gore y el horror siempre le fascinaron. Quiso empezar a actuar a los 6 años, porque vio una película que la asustó. Es lógico, entonces, que la estrella de Scream 6 se haya convertido en la reina del grito para la generación Z.
Sin embargo, esta mañana es el día después del viernes 13 y no hay sangre. Ortega y yo estamos hojeando cajas de discos de rock en Superior Elevation, una tienda vintage de música ubicada en Brooklyn. Afuera, las calles están cubiertas de nieve. En el interior del local, la decoración es artística y minimalista. Está lleno de baúles de música -buena, mala, vieja... muy vieja- alineados en tres filas de mesas y hay mucho espacio en el piso.
Ortega vive en California y no viene muy seguido a Brooklyn (viajó a Nueva York para la sesión de fotos de ELLE). Unos días antes, presentó el premio a la Mejor Canción Original en los Globo de Oro y afirma que la música es su lenguaje preferido. “Escucho absolutamente todo. Sé que cualquier persona dice eso, pero la verdad es que a veces escucho canciones que ni siquiera son buenas, solo porque necesito entenderlas”.
En lo laboral, Jenna desempeña el papel protagónico en la comedia de horror Wednesday, el spin off de La Familia Addams, dirigido y producido por Tim Burton, que rápidamente se convirtió en la segunda serie en inglés más popular en Netflix. “Tenés que ser amable para interpretar a Miércoles, y Jenna se caracteriza por ser así”, dice Burton. “Te guste o no, es agradable como persona y desde lo más profundo de su alma”. (Alrededor de un mes después del estreno de la serie, un fanático se tatuó fallidamente a la actriz. En lugar de verse como Miércoles, el tattoo se parecía más a Samuel L. Jackson: tenía sombras difusas, la nariz quedaba arrugada con el ceño fruncido y la frente era del tamaño de Estados Unidos. Ese tatuaje se volvió viral. “Oh, Dios mío”, exclama Ortega cuando le pregunto si lo vio. “Casi lo pongo como foto de perfil”).
En marzo, volvió a interpretar su papel de Tara Carpenter en Scream 6. La actriz, que se hizo conocida en Hollywood como “la joven Jane” por su rol en Jane the Virgin, allá por 2014, ahora tiene más de 39 millones de seguidores en Instagram. Desde aquella actuación hasta Stuck in The Middle (por Disney Channel) estuvo trabajando constantemente a un ritmo casi frenético. A ella le gusta hacerlo de esa manera: “El proceso que va entre 'acción' y 'cortar' es la única razón por la que amo mi trabajo. Es como si yo me entregara rendida frente a esas dos directivas”, sostiene.
En el inicio de la filmación de la película Scream 5, que se lanzó el año pasado, el personaje de Ortega fue apuñalado siete veces en su casa, atacado nuevamente en el hospital donde se estaba recuperando y, por último, acorralado en el hogar de su amiga. “Una hora después de comenzar el primer día de rodaje, todos nos miramos y dijimos: 'Oh, ella es genial. No la estamos aprovechando lo suficiente’”, recuerda Matt Bettinelli-Olpin, uno de los directores. “En la última entrega, en cambio, estuve gritando y llorando todo el tiempo”, dice seriamente. “Esta vez, tuve que crear una personalidad para mi personaje. Me vi en la necesidad de decidir: ¿cómo debería vestirse?, actriz que mantiene realmente los pies sobre la tierra”, agrega el productor ejecutivo Chad Villella.
Ortega logró superar los nervios por sumarse a esta icónica saga de películas de terror satírico. “Tengo tanto respeto por la franquicia que no quería hacerlo mal”, afirma. “Quería hacerle justicia y no estafar a nadie”. En esta película, por primera vez, Neve Campbell no interpreta su papel de Sidney Prescott. Campbell se alejó, según le confesó a Variety, debido a una negociación salarial que menospreciaba su aporte como estrella de la saga durante 25 años. “Fue realmente desafortunado”, expresa Jenna sobre la ausencia de Campbell, “especialmente porque Neve es la mujer más genial, dulce y talentosa. La franquicia no sería lo que es sin ella.” La actriz es naturalmente introvertida. Durante las dos horas que hablamos y hojeamos discos, en una tienda totalmente vacía, mantiene su abrigo puesto y su bolso de mano debajo del brazo, y habla suavemente. Tiene un pequeño círculo de amigos, algunos compañeros de reparto y miembros del equipo. Sabe exactamente cómo actuar frente a cámara, pero para todo el show off que implica su profesión, como las alfombras rojas, las promociones y los eventos, se muestra menos segura. “Si yo tengo muchas ganas de hacer películas e interpretar personajes, o si quiero dirigir y escribir bandas sonoras, podría hacerlo en el patio de mi casa. No tengo la necesidad de hacerlo a gran escala”, comenta. Lo que la empuja hacia adelante es la oportunidad de trabajar con los mejores. “Todas las cuestiones secundarias que vienen aparejadas con mi profesión, casi no valen la pena. No quiero sentirme como un cartel publicitario ambulante. Eso es realmente aterrador, porque te lleva a tener menos control sobre tu vida. Vi mucha gente y conozco varias personas que sucumbieron frente a esa presión. No deseo pertenecer a nada, ni a nadie”.
En su tiempo libre en Montreal, mientras filmaba Scream 6, iba a correr o a pasear por los parques: “A veces me pudría de estar tanto en la cama. Entonces, algunos días salía. Me hacía bien estar rodeada de amigos. Ellos me incitaban a hacer planes”. A Jenna le divierte visitar tiendas vintage, locales de música y librerías, pero también lugares que no revisten mucha curiosidad, donde puede sentirse anónima y simplemente observar. “Cuando me cruzo a alguien en la calle, es un poco molesto porque siento que estoy infectada. Mi trabajo me ha generado un virus que me permite detectar los movimientos y gestos que hacen todos”. La forma en que alguien camina o habla puede ser tomada por ella para interpretar un personaje. Su coprotagonista en Wednesday, Gwendoline Christie, descubrió el ojo atento que posee Ortega. “Ella tiene una naturaleza curiosa”, dice Christie. “Es una paradoja en su personaje, porque se toma la vida muy en serio, pero también aprecia todo lo absurdo y tiene un gran poder imaginario”.
Aunque creció en el Valle de Coachella, en California (es la cuarta hija de una familia de seis), Ortega nunca tuvo conexión con Hollywood. Su madre es enfermera en un hospital y su padre, ex alguacil, trabaja en la fiscalía del distrito de California. “Encarcela a los abusadores de niños y todo eso”, señala. Ella quiso ser actriz después de ver el thriller Man on Fire, protagonizado por Denzel Washington, marcada por la actuación destacada de una joven Dakota Fanning. La interpretación de Fanning fue tan creíble que Ortega tenía pesadillas por las noches. Esa película despertó su curiosidad: ¿cómo Dakota había logrado asustarla e inspirarla en igual medida? “Fui feliz mirando y analizando ese film una y otra vez. No podía entender cómo alguien tan joven podía hacer algo que me horrorizara ferozmente. Pero también me encantó la forma en que me hizo sentir”, relata. “Ahí me di cuenta de que la actuación realmente me apasionaba”.
Cuando le dijo a su mamá que quería ser actriz, ella se rio, solo porque dos semanas antes su hija le había confesado que estaba enamorada de Barack Obama y que quería convertirse en la primera mujer presidenta. “Tuve épocas en las que me fanatizaba con ciertas cosas”, recuerda. (Aunque algunas se le pasaron, “hasta el día de hoy sigo obsesionada con Obama”). Jenna afirma que el cuidado que ejercieron sus padres cuando comenzó a trabajar en la industria fue “muy estricto” y “muy, muy paranoico”. Su mamá había visto un programa sobre la vida de Macaulay Culkin y la toxicidad que experimentó en el mundo de Hollywood cuando era niño, entonces entró en “modo de pánico”. Por eso, trató de disuadirla para que se abocara a otras actividades, como jugar al fútbol e ir a la escuela. Pero después de “tres o cuatro años de súplica”, Ortega, quien admite ser muy obstinada, convenció a su mamá para que publique en Facebook un monólogo suyo. “Alguien lo vio y le propuso que firmara con una agencia”, cuenta. “Y mi mamá estuvo de acuerdo, porque pensó que si no lo hacía, podía usarlo en su contra por el resto de mi vida”. De esta manera, comenzó a llevarla a audiciones en Los Angeles, a veces, conduciendo durante seis horas, ida y vuelta. Ortega estaba feliz por trabajar de lo que le gustaba, pero también sintió la tensión en su familia. “Era muy duro seguir ese ritmo cuatro o cinco días por semana, y continuar criando a tus otros hijos. Era absurdo”, afirma. “Mi familia hizo muchos sacrificios”. Por eso, el camino para construir su carrera fue emocionante y, a la vez, desalentador. “Me daba culpa cuando algún proyecto o audición no funcionaba”, asegura. “Sentía que le había hecho perder tiempo y dinero que no teníamos a toda mi familia”.
En el casting para Jane the Virgin mezcló algunas palabras en las pocas líneas que tuvo que decir. “Afortunadamente, me parezco a Gina Rodríguez, porque no creo que haya hecho nada abrumadoramente especial en esa audición”, afirma. Desde entonces, comenzó a vivir en dos mundos. Trabajaba en Los Angeles durante las mañanas y después volvía a la escuela, en el desierto, con sus amigos. Cuando protagonizó Stuck in the Middle, durante tres años, se dispuso a trabajar duro. “Soñé tanto con pertenecer a esta industria que estaba dispuesta a hacer todo para lograr algo grande”. Empezó a ser mucho más extrovertida de lo que suele ser en su vida cotidiana, porque fue su primer trabajo importante. “Me prometí hacer lo que fuera. Sentía que debía comprometerme lo máximo posible”. Parte de ese objetivo puede percibirse hoy en la pantalla. De hecho, incursionar en el género de terror la ayudó a salir del molde en el que están encasillados todos los niños que actúan bajo el sello de Disney. Ella estuvo dispuesta a saltar ese trampolín. Pero ahora es consciente de que quiere ir más allá del horror. “A veces me siento en conflicto con lo que me interesa o apasiona, porque hay una parte de mí que siempre se siente como la chica que vive en el Valle de Coachella”, sostiene.
Cuando comenzó a actuar, hubiese hecho cualquier cosa por mantener el ritmo de trabajo. Después de una década de construir una carrera exitosa, se encuentra en un gran momento: solicitada, en boca de todos y con muchísimos seguidores. Puede elegir proyectos en función de lo que desea. Según confiesa, ya no tiene que conformarse con “ser la chica que lleva la bandera de Puerto Rico al hombro para hacer de ella toda su personalidad” (posee raíces boricuas y mexicanas). Tiene un papel protagónico en el thriller Finestkind, dirigido por Brian Helgeland (casualmente, Helgeland también coescribió Man on Fire). “En el set, la describiría como una comandante naval. Cuando llega su turno de entrar en escena, se entrega y logra hacer todo en dos tomas”, dice Helgeland. “Es como una lanzadora de cuchillos en un carnaval. Podés indicarle: 'Un poco a tu izquierda o un poco a tu derecha', pero nunca podrías decirle cómo tirar el cuchillo, porque sabe hacerlo”. Ortega también produjo y protagonizó su primera película romántica, Winter Spring Summer or Fall (aún sin fecha de estreno), aunque no le gustan las comedias románticas. “Odio eso de estar en modo gagá con un chico”, dice. “Ser así me enorgullece. Hay un problema con muchos personajes femeninos, que están pensados en función de los hombres. Es decir, lo que expresan o lo que sienten siempre está ligado a la historia de un chico”. Eso es algo que no le sucede a ella, que actualmente no está saliendo con nadie. “Tal vez estoy demasiado obsesionada con mi trabajo, pero la idea de tener una relación me estresa”, explica. “Además, mostrarme vulnerable con alguien y tener que llegar a conocerlo, o intentar que me entienda por lo que realmente soy…”. Hace un silencio. “Mi cabeza no está necesitando eso en este momento”.
Ahora, en cambio, está atravesando las típicas ansiedades que se viven a los 20 años. “Tengo tanto miedo de decepcionar a la gente en mi vida e, incluso, al público”, manifiesta. “Quiero estar a la altura de las expectativas de todos, es algo que necesito trabajar. A la vez, tengo temor de que, no sé, tal vez alguien me conozca demasiado y se dé cuenta de que no soy aquello que imagina”. Por eso, cuando la gente la felicita siente incredulidad: “Las palabras amables que dicen sobre mí son increíbles, pero por momentos pienso que las personas me ven de una manera que realmente yo no me veo”. Esos elogios le resultan alentadores, mientras se da cuenta de la fuerza que tiene su propia voz. Por lo pronto, se prepara para la segunda temporada de Wednesday. Su sueño de niña era trabajar sin parar. Actualmente, está dándose un tiempo para relajarse. “Algún mes de este año, quiero patear el tablero y tomármelo libre. Me gustaría viajar y estar escondida por un tiempo”, dice alegremente. “Tengo que coordinar mi agenda para que eso realmente suceda. En un punto me estresa, porque pienso: 'Dios mío, ¿voy a poder decirle a tal director que no estaré disponible para trabajar con él durante esas semanas? ¿Podré hacerlo?’. Aún no lo sé, pero también quiero empezar a imponer mis propias reglas”.
Entrevista: Hunter Harris. Fotos: Félix Cooper. Estilismo: Patti Wilson.