Arabehety: “la infancia tiene esa impronta de capullo protector”

Arabehety: “la infancia tiene esa impronta de capullo protector”

El escritor ganó el Premio Clarín Novela 2020. Su libro Asomados a un pozo ‒salió a la venta en abril‒ plantea dos historias paralelas a partir de la niñez, los recuerdos y las oscuridades del alma.

23/06/2021 18:26

Todo comenzó hace más de tres años, tras la muerte de su madre. Cordobés de nacimiento y porteño por adopción, Ignacio Arabehety es abogado de profesión. Narra la transición entre la infancia y la pubertad en una casona en las sierras. Anécdotas, detalles e imágenes marcan el rumbo del relato con el que entró “en shock” al enterarse del premio.
¿CÓMO SURGIÓ LA IDEA QUE LE INSPIRÓ ESTA HISTORIA?
Mi madre había muerto y heredé la casona en la que me crié, en donde transcurre la novela. Ocuparme de la gran cantidad de objetos evocadores con los que me encontraba (fotos, cartas, libros) fue un disparador que tenía escondido. Uno en particular volvió con fuerza una mañana justo cuando me despertaba. Eran las caras de dos amigas de cuando tenía 10 u 11 años a las que nunca volví a ver. Con ese entorno de elementos autobiográficos arrancó la narración a la que le sumé mucho de recuerdo retocado y de ficción.
¿DE QUÉ SE TRATA?
Hay dos historias: una cuenta cómo un niño que sufrió bullying se reencuentra un tiempo después con su victimaria y con su hermana. Los tres pasan una semana en una casa en las sierras y construyen una relación tirante, signada tanto por los juegos infantiles de un auditor de empresas, de conductas compulsivas, que viaja por el mundo por su trabajo. Carga recuerdos de la guerra y de una niña, Helga, que lo obsesionó durante su infancia en Dresde y a la que no consigue olvidar. La improbable relación entre ambas narraciones es una de las intrigas que recorren la trama.
¿TIENE QUE VER UN POCO CON LO QUE SE VIVE HOY?
Está mayormente ambientada en la década del 70. Hoy la transición a la adolescencia está más asistida por el acceso a infinidad de información, por la educación sexual a edad más temprana, porque se habla más abiertamente del tema y, claro, existe internet. La teoría está más sabida de antemano, se va a un primer acercamiento sexual más sobre seguro: es la diferencia entre viajar por primera vez a Europa en la época de las carabelas o viajar hoy en avión.
LA NIÑEZ, MEMORIAS, DOS RELATOS PARALELOS… ¿CÓMO FUE PONERSE EN ESE PERSONAJE?
A cierta edad es normal ponerse evocativo. Tengo recuerdos más vívidos de mi infancia que de momentos más cercanos en el tiempo. Recopilarlos y, al mismo tiempo, inevitablemente tergiversarlos y condimentarlos fue una experiencia placentera y esa percepción es a grandes rasgos la que transmite la primera de las historias. En la otra, el narrador se relaciona con los recuerdos de manera dolorosa. Uno de los narradores tiene una relación fuerte con el hogar de su infancia y lo recorre con intensidad; el otro transmite desamparo, se aferra a sus ritos para incorporar una cotidianidad que se le niega, parece querer recuperar y retomar la niñez en el punto donde la dejó.
DEJAR ATRÁS ESA ETAPA, ¿FUE COMPLEJO?
La infancia tiene esa impronta de capullo protector, donde los niños perciben de los adultos una mirada en general tierna y comprensiva. Esto empieza a desaparecer en cuanto nos crecen los primeros vellos púbicos: el mundo se hace duro, los padres pasan a ser falibles primero y unos abiertos idiotas después. A esa edad (14, 15 años) yo vivía en el campo y sin teléfono. Dependía de que mis padres me pudieran llevar y buscar para hacer cualquier programa. La logística era desquiciada. Cuando pude manejar y me prestaron un auto, todo mejoró, pero el verdadero cambio fue mudarme a Buenos Aires. Vivir en el campo tuvo un tinte idílico hasta cierta edad. Después fue un suplicio.
REVIVEN TEMAS DEL PASADO EN LA OBRA…
Algunos temas sí, y situaciones, entornos, pero todo está fuertemente alterado. Nunca me propuse hacer una crónica fiel y eso se aclara desde el inicio.

D.R.D.R.

¿QUÉ SIGNIFICÓ GANAR EL PREMIO CLARÍN?
Antes que nada, una sorpresa. A pesar del cariño que le tengo a la novela, nunca imaginé que pudiera sortear un tamiz de semejante exigencia, ante más de mil obras. Fue un shock. Ahora, ante el hecho consumado, todavía trato de calibrar el alcance del premio, el hecho de que me va a leer más gente de la que nunca imaginé. También se abren mucho las posibilidades a seguir publicando, aunque supongo que mucho dependerá de las ventas.
¿SIEMPRE SUPO QUE QUERÍA SER ESCRITOR?
No. Todavía en gran parte no me siento, supongo que es algo a procesar. De chico me gustaba más la música. Cuando empecé la facultad, estudié cine en paralelo, hice varios cortos y seguí filmando con amigos, siempre de manera amateur y mientras trabajaba como abogado. Con el tiempo se fue haciendo difícil. Creo que ahí empecé a escribir, aunque de forma aleatoria y aislada. Lo cierto es que no me propuse objetivos literarios, escribía muy de tanto en tanto y guiado por la inspiración del momento.
¿SE VIENE UN NUEVO LIBRO?
El premio ha sido un incentivo. Empecé una novela casi enseguida. Va a haber elementos de ciencia ficción posiblemente. ¡Y tiene diálogos!