Carla Guelfenbein: "Nuestros derechos, 
siempre cuestionados"

Carla Guelfenbein: "Nuestros derechos, siempre cuestionados"

Entrevista

En La estación de las mujeres, la escritora chilena relata historias ficticias y otras reales con Gabriela Mistral y su pareja, Doris Dana.

10/05/2022 10:40

El pasado y el presente se entremezclan, se cuestionan y se enfrentan. Una novela feminista que hace foco en el amor, el sexo, la libertad, las huellas que dejan las relaciones en el tiempo y las posibilidades de explorar los propios límites. La bióloga chilena, devenida en exitosa escritora -ganadora del Premio Alfaguara en 2015-, escribió su última obra mientras estaba varada en Manhattan, y después de largos días de caminar sin rumbo, surgieron las cinco protagonistas.

¿POR QUÉ ESTUDIÓ BIOLOGÍA?

Por curiosidad. Quería desentrañar los misterios de la naturaleza. ¿Por qué una jirafa tiene el cuello y las piernas largas y la pantera todo lo contrario? ¿Cómo una minúscula semilla da origen a un frondoso árbol? ¿Por qué ninguna rosa es igual a la otra? ¿Cómo es que los árboles producen el oxígeno que respiramos? Cosas así quería saber.

¿DESDE CUÁNDO SE DEDICA A LA LITERATURA?

Mi madre era profesora de Filosofía en la Universidad de Chile y siempre me incentivó a la lectura. Los libros, desde niña, constituyeron un refugio, un territorio que podía habitar a mis anchas sin que nadie interfiriera en él. También escribía. Al principio un diario de vida, y en mi adolescencia, cuentos. Nunca imaginé, sin embargo, que sería escritora. No necesitaba ni quería exponerlo, era parte de mi mundo privado. No fue hasta que cumplí 40 años que decidí dedicarme exclusivamente. Publiqué mi primera novela, El revés del alma, y desde entonces nunca más me detuve. Ya tengo ocho novelas.

Realidad & ficción.Realidad & ficción.

¿CUÁNDO SURGIÓ EL PUNTAPIÉ QUE LA INSPIRÓ PARA ESTA HISTORIA?

La idea de escribir una novela con cinco mujeres de diferentes tiempos y épocas surgió en un viaje a Nueva York para hacer un trabajo para la Universidad de Columbia. Estaba en medio de esa investigación, cuando me empezaron a ocurrir cosas extraordinarias. Como encontrarme un día sentada en una banqueta esperando a un amigo frente a Barnard College y descubrir que había escritas decenas de frases que pertenecían a la obra de la artista Jenny Holtzer. Como: “Llega hasta el límite tan frecuentemente como puedas”, o “Morir de amor es hermoso pero estúpido”, que se volvieron un eje central de la novela. También descubrí que Gabriela Mistral y el amor de su vida, Doris Dana, se conocieron cuando la poeta fue a dar una charla a esa misma universidad en 1945, encuentro que desembocó en una relación amorosa que duró hasta la muerte de Mistral. Decidí entonces, a partir de las cartas que Gabriela le envió durante esa relación, ficcionar un momento de sus vidas. Así, poco a poco, fueron surgiendo los cinco personajes y sus historias.

¿CUÁL HA SIDO SU CAMBIO ENTRE EL PRIMERO Y ESTE ÚLTIMO?

En los casi veinte años que median entre uno y otro, la vida me ha cambiado en infinitos aspectos. El tiempo se ha lleva - do la ansiedad, el miedo. Hoy me siento más libre para transitar caminos inciertos, para explorar, para tomar riesgos que antes me hubiesen amedrentado. Nunca hubiera imaginado que la edad, en lugar de ser limitante, sería una forma poderosa de libertad.

¿QUÉ CICATRICES DEJA LA VIDA?

Cada uno tiene sus marcas; a veces, incluso, son asuntos que a otras personas podrían parecerles banales, un desaire de alguien amado, un sentimiento de soledad, de ineptitud, de desarraigo, que para los otros pasó inadvertido y que no obstante dejó profun - das huellas en nosotros. Tal vez para mí fue la muerte temprana de mi madre, cuando ella tenía 43 años y yo 17. Vivíamos solas en una casita del siglo XVI en las afueras de Colchester, una ciudad de Inglaterra, y tuve que presenciar su deterioro paulatino.

¿CUÁNTO TIENEN DE REALES SUS PERSONAJES?

En La estación de las mujeres hay por primera vez dos, Gabriela Mistral y Doris Dana, pero en el resto de mis novelas son imaginarios. Por supuesto que cada uno de ellos tiene elementos de personas que he conocido a lo largo de mi vida, pero no necesariamente de tan solo una. Los personajes son la esencia y el motor. No puedo empezar a escribir si estos no viven en mí. Si no conozco sus fracturas, sus heridas, sus motivos ocultos, su mundo invisible, porque desde ahí construyo sus historias, siempre desde el interior hacia afuera.

¿CREE QUE HOY HAY MÁS FEMICIDIOS QUE HACE 40 AÑOS O SOLO SE CONOCEN MÁS?

Creo que es una conjunción de las dos cosas. Por un lado, la población del planeta ha crecido, y con eso también los femicidios. Y por el otro, hoy se han hecho más visibles. Hace 40 años, un crimen pasional cometido por un hombre no era visto siquiera como un crimen, era más bien un derecho que ejercía el macho cuando la mujer tomaba caminos que la alejaban de él. Aunque lo cierto es que las cosas no han cambiado del todo; aún se pueden leer títulos en las portadas de los diarios como: “La maté porque la amaba”. Un periódico no debiera nunca publicar esa frase que reproduce y perpetúa la idea que asesinar por celos a una mujer es el derecho de un hombre enamorado.

¿LAS MUJERES HEMOS AVANZADO EN EL LOGRO DE TENER MAS DERECHOS Y LIBERTADES?

Sin duda que sí, aunque aún nos quedan muchas luchas que dar. Ahora, lo importante es estar atentas. Nuestros derechos están siempre siendo cuestionados, son frágiles, y de un zarpazo nos pueden ser arrebatados. No hay que bajar la guardia, estar alertas, siempre unidas. Admiro la labor de las argentinas por el aborto. Y quiero aquí rendirle un humilde homenaje a una gran escritora que no ha cesado en esa lucha, Claudia Piñeiro.

¿NO LE PARECE INCREÍBLE QUE ANTE EL MISMO TRABAJO Y RESPONSABILIDADES, LAS MUJERES TENGAN UN SALARIO MENOR QUE LOS HOMBRES?

Es inconcebible. Y también que en algunos países tengan que cubrirse el rostro, el pelo, el cuerpo, que vivan ocultas tras sus burkas, que les cercenen el clítoris, que las maten a piedrazos. Vivimos en un planeta donde la mayoría aún están en condiciones inferiores.

¿CUÁL ES SU OBSERVACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS FEMINISTAS?

Creo que hoy el camino es sumar visiones. La misión, además de defender los derechos de las mujeres, es plantear nuevas formas de relacionarnos, horizontales, amorosas, críticas y dialogantes.