La clásica picada se reinventa con embutidos artesanales, técnicas de alta cocina y en versión vegetariana. Llegan a la mesa en platitos para compartir y el sello de los cocineros.
El tapeo es tendencia en los cafés de especialidad la preocupación por presentar una carta de pastelería o menús que acompañen la calidad de la bebida. Platos chicos y otros no tanto. Quesos, fiambres tandilenses y paté con pickles caseros o la tortilla de papas, el halloumi grillado, las croquetas de arvejas y queso de cabra y los bastoncitos de polenta son los más pedidos. Para beber, cócteles y vinos. Negro Lezama (Av. Caseros 596).
El concepto de “platitos” es ideal para probar un poco de cada cosa y que todos saboreeen lo que llega al centro de la mesa. Mauro Massimino hace preparaciones vegetarianas veganas, orgánicas y con técnicas de alimentación viva (raw food) súper sabrosas. Algunos ejemplos: tiradito de tofu a la plancha, nachos raw con guacamole. Buenos Aires Verde (Gorriti 5657 y Vidal 2226).
Las entradas de nueva generación sorprenden por sus sabores y combinaciones para descubrir y compartir. Tartare de cordero con dulce de membrillo, alcaparras y torta frita; pasta arrollada rellena de arvejas con manzanilla y cedrón; provoleta y polenta con dulce de rocoto, garrapiñada de pistachos y menta. El cocinero Facundo Kelemen propone una reversión de los clásicos platos porteños con técnicas de alta cocina, además de creaciones propias. Mengano (Cabrera 5172).
Con gastronomía representativa de España, Japón, Italia y Marruecos, las tapitas y tapas marcan tendencia con carpaccio de pescado blanco, espárragos verdes orgánicos con salsa romesco, vieiras en marinada frutal y la pesca del día con garbanzos y salsa verde. Un local angosto con una barra de diez metros y otras comunitarias. Damián Giammarino y Gaspar Natiello en la cocina. Ajo Negro (Av. Córdoba y Jorge Newbery).
Un clásico con bocados justos, simples e inolvidables. “Se trata de rodajas de pan con una ración de comida, pinchada con un palillo. La tradición invita a servirse lo que uno quiera de la barra –hay más de 60 variedades– dejando el palillo sobre el plato. Al final, se cuentan los palillos y se cobra en consecuencia”, describe Juan Ignacio Fuoco, gerente del local. Sagardi Buenos Aires (Humberto 1º 319).
“Algo que nos distingue es que hacemos nuestros propios embutidos tanto los salames, chorizos secos y spianatas como los leberwust y las morcillas”, explica el chef Martín Lukesch. En una cava a la vista, se maduran estas especialidades. El Preferido de Palermo (Jorge Luis Borges 2108).
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