Cantante clásica
La soprano tiene 30 años de carrera y múltiples premios. El último fue el International Professional Music BraVo Award. La plenitud de su amor con Gustavo Grobocopatel y cómo planea su retiro.
Lo de Verónica Cangemi es extraño: tiene 58 años y 30 de una trayectoria que la llevó a cantar en los mejores teatros del planeta y compartir escenario con grandes como José Carreras y Plácido Domingo, a dar clases magistrales en los centros más prestigiosos del mundo y a ganar premios tan importantes como la mejor intérprete clásica en los International Professional Music BraVo Award. Sin embargo, habla con la frescura de una adolescente, y se ríe con la picardía y la inconciencia de quien recién está dando sus primeros pasos. Aunque ya esté planificando su retiro como soprano, está en ebullición: este mes seguirá sus presentaciones por distintas ciudades del país del disco de música cuyana que hizo junto a su pareja, Gustavo Grobocopatel, empresario y también cantante, Entre dos mundos; en noviembre estará en Perú y en diciembre protagonizará El mesías, de Georg Friedrich Händel, en el Teatro Colón. Además, no deja de hacer gestión cultural. Tiene todo bajo control, pero no pierde la espontaneidad.
EN MAYO, PROTAGONIZASTE LA FLAUTA MÁGICA EN EL COLÓN, LA MISMA OBRA CON LA QUE DEBUTASTE EN 1996. AUN ASÍ, DA LA SENSACIÓN DE QUE TU UNIVERSO ES MÁS AMPLIO QUE EL DE LA ÓPERA. ¿CÓMO TE DEFINÍS?
No me puedo definir como “la soprano”; la verdad es que soy una curiosa. Me atrae todo en el arte. Mi cabeza continuamente está funcionando en miles de proyectos; no puedo estar en calma si no tengo uno. Me gusta innovar, integrar. Mientras canto, se me vienen mil ideas sobre qué podría hacer con esa orquesta, dónde podría ir, cómo incluir gente. Desde muy chica, tengo innata la curiosidad y siempre me interesó la gestión cultural.
COMO SI FUERAS UNA CREADORA DE PUENTES QUE CONECTA PUNTOS.
Exacto, la palabra “conectar” es la ideal, porque viene de este sentimiento propio de que me gustaría que todos disfruten de lo que siento, de esa felicidad que me produce estar en este mundo del arte. Entonces es cómo hacer para que mucha gente pueda sentir lo mismo.
¿QUÉ CREÉS QUE LES PUEDE APORTAR EL ARTE A LAS PERSONAS EN SU VIDA COTIDIANA?
La música es transformadora. Por eso, mi proyecto de Ópera en Camino creo que genera una transformación y una experiencia; es para acercar a los seres humanos, para que la música realmente haga un antes y un después en su vida, porque es lo que produce. Hace que nuestro cerebro tenga creatividad, y esta promueve que podamos relacionarnos mejor con los otros, entablar una buena comunicación. Estoy convencida, porque es lo que provocó en mí y lo que provoca en tantas personas y me gustaría que llegara a todos.
¿RECORDÁS ALGUNA HISTORIA DE TRANSFORMACIÓN?
Sí, una muy emotiva y particular fue que en el año 2012 le pedí a José Carreras que viniera a cantar a mi provincia, Mendoza, y hablé con el gobierno para que no fuera un concierto cerrado ni con venta al público, sino al aire libre y para quienes no tenían posibilidades realmente. Mi intención era que vinieran con sus bancos, sus sándwiches de milanesa o como quisieran. Y entonces hicimos ese concierto y se produjo un silencio que nunca viví en mi vida. Cuando terminé de cantar, una señora se colgó de las vallas y me dijo: “Soy empleada doméstica y pude salir por primera vez a escuchar esto porque no tenía que pagar; usted me cambió la vida”. ¡Imaginate! No fui yo la que le cambió la vida, fue la música.
ESO HACIA AFUERA. Y VOS, ¿QUÉ SENTÍS MIENTRAS CANTÁS?
Cantar hace que uno se transforme y que tu parte sensible sea distinta, como que estás volando sobre el universo. El tema es que cuando uno lo trabaja a nivel profesional, la responsabilidad es muy grande; entonces, arriba de un escenario, no me puedo dejar llevar por los sentimientos y por la felicidad que me embarga. No puedo quebrarme, porque mi responsabilidad es transmitir algo, porque soy un médium digamos. Esa es la magia que tiene la música, que hace que en décimas de segundo tengas cien mil informaciones: vas diciendo la palabra que debés cantar, la música que tenés que hacer, el movimiento con el pie, la cabeza, dominar los sentimientos para no emocionarte. Hoy por hoy, que ya tengo cierta edad y cierta cantidad de años de carrera, puedo decir que disfruto de una manera distinta.
¿TE IMAGINÁS LA SITUACIÓN DEL RETIRO DEL ESCENARIO?
Sí, por supuesto. Lo vengo preparando hace rato, haciendo gestión cultural, y espero estar cerca porque prometí que después de los 60 no cantaba más, y eso va a ser en dos añitos.
¿POR QUÉ TE PUSISTE LOS 60 COMO LÍMITE?
Porque creo que uno puede cantar muy bien hasta los 70, pero me gustaría darme la oportunidad de hacer cosas que siempre quise, como manejar una empresa con Ópera en Camino, hacer gestión cultural, y para eso tenés que tener la cabeza disponible y darte el tiempo para estudiar. Me siento muy preparada para ser gestora, hace diez años que lo estoy realizando junto con mi carrera, y creo que ahora quiero dar el paso seguro.
¿NO TE PRODUCE CIERTO VÉRTIGO PENSAR CÓMO TE VAS A SENTIR UNA VEZ RETIRADA?
No creo que me dé miedo porque me definí como curiosa; me interesa prepararme psicológicamente con tiempo. Y quiero disfrutar de otras cosas. Tengo una vida extraordinaria con mi pareja; ¡de hecho, hoy cumplimos cinco años! Es una etapa en la que uno quiere gozar de la vida. Eso no quiere decir que no cante más; tal vez haga un concierto de vez en cuando. Pero sí retirarme de las grandes agendas, como ahora que hasta 2025 está llena.
EN EL ARTE, ¿SENTÍS QUE HAY PREJUICIOS RESPECTO DE LA EDAD?
En el mundo de la ópera, sí. Hace muy poco me dijeron: “Al director le parece que sos muy vieja para este rol”, cuando la voz está joven y cuando físicamente lo estoy. Por qué, porque tenés dos arrugas más o porque no se refleja la frescura de la piel… La magia de la escena es que nosotros subimos a un escenario y te dan 30 años menos o 40 más, depende de lo que ahí estés personificando. Es muy cruel y se pelea mucho por el derecho de la mujer hoy en día, pero este tema de que te digan que en un rol no cantarás por no ser joven, me ha pasado muy seguido. Cuando empecé, tenía que esperar unos años para desempeñar determinados papeles. Hoy las carreras de las cantantes son muy cortas; les sirven a los teatros que muchas veces abaratan los costos, las contratan, hacen un poco de dinero y ya cambian. Nosotros teníamos otra formación, la de mantener la técnica, de estar cada día creciendo, ocupándonos del tema del físico, la alimentación, muchísimas cosas para sostener una carrera larga.
EN MEDIO DE TU DESARROLLO PROFESIONAL, ¡TUVISTE DOS HIJOS QUE SE LLEVAN UN AÑO ENTRE SÍ! ¿CÓMO ES ESO DE QUE OCULTASTE UN EMBARAZO DE SEIS MESES PARA CONSERVAR EL ROL?
Lo tenía que ocultar, porque si el régisseur se enteraba de que estaba embarazada, me hubiera querido sacar por si se notaba mi vientre o por si me caía y me pasaba algo. ¡Pero si estar embarazada no es estar enferma! Y el ser madre te da la capacidad de tener una madurez; es lo mejor que me pasó en la vida. Cada uno tiene el derecho de elegir hacer la carrera como le parece. Lo que no está bien es lo que pasó durante muchos años, que la mujer tenía miles de problemas para todo.
SI A VOS TE IMPLICÓ TODO ESO, INCLUSO CONTASTE QUE VIVISTE TAMBIÉN UNA SITUACIÓN DE ACOSO, PIENSO EN LO QUE LE HABRÁ COSTADO A TU MADRE, FENICIA CANGEMI, HACER SU PROPIA CARRERA DE SOPRANO.
Mi madre tuvo que pelear con la familia para irse a estudiar canto a Buenos Aires porque, en esa época, estudiar canto era de prostituta. Me imagino el sufrimiento. Ella luchó contra mar, cielo, tierra y fuego, contra todo para hacer una carrera. Cuando tenía 15 años, se tomó un tren a Buenos Aires y trabajó barriendo en una peluquería y aprendió pedicuría, porque los padres no la querían bancar si se iba. Ella estudió canto y nos transfirió la energía de que cada uno tiene que ser feliz haciendo lo que ama y, bueno, así salieron dos cantantes: mi hermana es cantante de tango.
DE ALGÚN MODO, LA HISTORIA SE DIO VUELTA, PORQUE TU MADRE TUVO QUE ABRIRSE CAMINO SOLA PERO DESPUÉS FUE QUIEN TE ANOTÓ A VOS EN UN CONCURSO QUE TERMINÓ SIENDO EL INICIO DE TU CARRERA PROFESIONAL, ¿CIERTO?
Exacto. Fue gracias a esa actitud que ella tomó, porque yo sentía que “no, bueno, no sé cantar…”. Y ella me inscribió en ese concurso, rendí y aquí estoy.
ACABÁS DE GANAR EL PREMIO INTERNATIONAL PROFESSIONAL MUSIC BRAVO AWARD, Y ES MUY GRACIOSO QUE HAYAS PENSADO QUE LOS MAILS QUE TE LLEGABAN DESDE RUSIA PARA ANUNCIARTE ESE GALARDÓN ERAN UNA POSIBLE ESTAFA.
(Risas). ¡Me quería matar! Ahora me llegó el premio a la Argentina, lo mandaron desde Rusia. ¡Encima tiene un baño de oro! Me encanta recibir premios, a quién no. Este fue muy, muy importante para mi carrera, pero nunca estuve detrás de ver si me daban uno y eso que recibí muchos premios, como el Premio Konex de Platino a la Mejor Cantante de la última década y mis discos tienen Diapasón de Oro en Francia. Pero nunca los busqué, porque he estado siempre con mi cabeza en otras cosas. A tal punto que cuando miraba esos mails, le decía a mi secretario: “¿Creés que hay que responder? Para mí, esto es una estafa” (risas). Finalmente decidí no ir, porque empezaba con los ensayos de La flauta mágica y la producción era muy difícil porque había que estar colgada a 4 metros de altura. Si me iba, no iba a poder hacerlo realmente, no iba a poder cantar, así que dije: “Es un premio maravilloso, pero mi fuerte está arriba del escenario”.
¡Y PREFIERO ESTAR COLGADA A 4 METROS DE ALTURA!
Ese fue un gran desafío, porque tengo vértigo. La primera vez el corazón iba rápido, y pensé: “No voy a poder cantar”, y me puse a llorar y volví a entrar y volví a salir. Fue un desafío conmigo misma.
¿QUÉ ES SER UNA MUJER TRIUNFADORA?
Es hacer lo que realmente te hace feliz; ese es el mayor triunfo. Y el canto, la música y mi familia me generaron eso.