Dolor, llanto, frustración, miedo a volver a intentarlo. Todo eso y más puede causar un fracaso. Sin embargo, como toda crisis, aporta nuevos retos de superación y empoderamiento personal. Hablan los especialistas.
Nos encanta ver películas románticas, leer libros con historias de ensueño, estar enamoradas, tener pareja ¿Qué hay mejor? Pero no es fácil. La vida es larga. Lo que parecía (a veces) no era. Vamos cambiando con el paso de los años. Y lo que nos sucede a cada uno, repercute en la vida de a dos. En la realidad hay fracasos y triunfos. Tropiezos y trastrabilladas en todos los aspectos de la vida. Y el amor no es la excepción a la regla. Sin embargo, las rupturas –como otras experiencias– pueden ser sinónimo de crecimiento, madurez y evolución.
Todo depende de cómo los atravesemos. Y cómo hacemos para recomponer el corazón roto. Sanar es posible. Consciente de cuánto puede transformar vivir situaciones de este tipo, Pablo Piñeiro Taboada, escritor y actor español, realizó un experimento. Consistió en pedirle a gente desconocida que le relatara sus vivencias de amor más tristes. Esas que se pueden catalogar de derrota o desilusión. El éxito fue tal –más de 300 personas le contaran sus historias– que después de un tiempo decidió elegir las mejores y publicar el libro “Lo positivo de fracasar en el amor”, dándole una vuelta de tuerca al asunto.
“Al principio solo buscaba saber cómo reaccionaría la gente a un cartel que decía ‘Escucho historias de amor gratis’, pero no tardé mucho en buscar relatos para escribir un primer libro de anécdotas reales”, dice Piñeiro Taboada. Para la selección de las mejores, el escritor se dejó llevar por las sensaciones que cada una le provocaba, y no tardó en hacer un análisis. “Hago un viaje autobiográfico en el que gracias a mis vivencias y al experimento social de escuchar casos de amor en plena calle he llegado a plantearme la situación”, explica el español.
Y agrega que él mismo ha tenido muchas relaciones que no funcionaron. “Me fue mal hasta que me replanteé el sistema que predomina a nivel de las relaciones, que no es otro que la monogamia y el amor romántico. Empecé a encontrar sus fisuras y a entender por qué fracasaba tanto”, dice.
MALOS DIAGNÓSTICOS
¿Por qué hay personas que acumulan más decepciones que otras? Según un estudio realizado por el Consejo Nacional para la Enseñanza en Investigación en Psicología de México, las malas elecciones de pareja y los vínculos poco satisfactorios parecieran ser determinados por variables internas más que como producto de una experiencia azarosa.
“Siempre digo que al que elegimos no nos toca en un sorteo, lo tenemos porque ahí pusimos el ojo y a partir de esto, podemos tener una relación sana o tener una novela”, dice el psicólogo Sebastián Girona, autor de los libros ¡No te aguanto más! y Cada cual por su lado. “Aprendemos a amar y ser amados de determinada manera. Los maestros que nos enseñan son nuestros padres y alguna figura de importancia en la infancia. Con esos criterios, sean sanos o insanos, bueno o malos, salimos al mundo, a transitar el camino del amor, lo que hace que sea más interno que azaroso”, explica.
Las alternativas se realizan en función de uno mismo. “Elegimos a la persona que se nos parece, que tiene lo que quisiéramos y nos enamoramos de cosas que el otro tiene de mí”, explica Omar A. Hein, terapeuta familiar y de pareja. Y agrega que “el enamoramiento siempre tiene que ver con el ego”. Según el psicólogo, también especialista en terapia vincular y sexólogo clínico, las malas decisiones se relacionan con situaciones no resueltas en la infancia.
“Suele suceder que las personas buscan satisfacer carencias afectivas y emocionales internas en el vínculo con otro, reeditando traumas del pasado y volviendo a sentirse herido en eso no resuelto. Uno no tiene que encontrar una pareja para ser feliz. Tiene que ser feliz y sólo entonces podrá disfrutarla”, asegura.
Para Hein, cuando una persona fracasa una, dos, tres veces, probablemente esté poniendo la responsabilidad de su mala experiencia amorosa en el exterior. “Cuando las personas hacen terapia, suelen pasar todas las sesiones tratando de cambiar al otro. O tratando de convencer al terapeuta de que el otro es el culpable. Y lo cierto es que si quiero cambiar algo, tengo que cambiarme a mí mismo. Si no lo hago, repetiré los mismos errores en la próxima relación y volveré a pensar que el otro no me da lo que necesito para estar bien”.
No todo está perdido Hay muchas personas que quedan devastadas luego de una separación, ya que no sólo estaban enganchados sentimentalmente sino que, en nombre del amor, consideran que lo habían puesto todas las fichas para que esa relación funcione. Para Silvana Bono, médica psicoanalista y fundadora de EnREDados Espacio Psi, decir que uno lo dio todo plantea una exigencia extrema que no siempre es real. Y, además, implica una contradicción porque seguramente la relación no funcionó justamente porque uno o ambos integrantes no dieron lo que era necesario para cumplir con ese pacto que hicieron en el marco del amor. “No es el todo o la nada. Cuando se está en pareja, se deben cumplir condiciones.”, enfatiza Bono. “Si no se dan, la relación no funciona”, explica.
Según Hein, cuando un proyecto de vida se termina, sobreviene un duelo de cuatro etapas. “La primera corresponde a la negación, lo que implica seguir llamando o esperando la llamada del otro, con la esperanza de recuperar el vínculo. Después aparece la tristeza y más tarde la bronca, o viceversa. Por último, la asimilación”.
EL AMOR DESPUÉS DEL AMOR
¿Cómo reiniciar la sesión? En opinión de la licenciada Melisa Mirabet, psicológa clínica, una ruptura conlleva la oportunidad de reconocer aquello que ha sido disfuncional, ya sea en el otro o en nosotros mismos. “A partir de un fracaso, uno podrá evaluar lo que valora, desea, necesita y espera que la pareja pueda brindarle y, del mismo modo, se podrán ajustar y modificar las propias actitudes que no han sido positivas para construir un vínculo”, afirma. “Sin embargo, algunas personas no reconocen lo disruptivo en ellos mismos –por ejemplo, no poder controlar los celos–, y repiten patrones de fracasos cometiendo los mismos errores una y otra vez”, puntualiza.
Es por eso, que cada fracaso debe permitir ser sincera con una misma, rever cuáles son nuestras exigencias, si son desmedidas. Nuestras fallas, trabajarlas, poder armarse y volver a creer y buscar una nueva oportunidad. De a dos, los aportes y las fallas suelen ser compartidas. Y la pareja es un cubo mágico donde debe darse un ensamble perfecto. O casi. Ir aprendiendo, dar de nuevo. Volver a intentar.
En los tiempos que corren, más individualistas –según Girona–, es más complejo armar pareja. Hay menos paciencia y más apuro por encontrar lo que queremos. Pero siempre se ha sufrido, se sufre y se sufrirá. “Creo que ahora eso está más democratizado, si en algún momento existía el cliché de que era la mujer quien padecía, hoy sabemos que a los hombres también les cuesta encontrar alguien que quiera lo mismo que ellos”, asegura. Hoy en día hay menos tolerancia a la frustración. “No creo que haya más fracasos amorosos que antes”, dice Hein. “Pero como vivimos en una sociedad exitista que nos valora por los logros, hay menos toleranciaa las equivocaciones y a los fracasos.”
NO SOS VOS, SOY YO
¿Puede un amor infantil o adolescente que quedó trunco considerarse un primer fracaso amoroso? Según Mirabet, “el no ser reconocido por quien nos gusta cuando somos chicos no es un fracaso en el amor, sobre todo cuando la propia definición del amor aún no está conformada en ese momento”. Para la psicóloga, el hecho de no haber sido correspondido por la persona que nos gustaba de chicos, conllevará a la aparición de diferentes respuestas emocionales como ser tristeza, desilusión, vergüenza e incluso enojo, pero difícilmente entrará en la definición de fracaso.
Mientras que para Piñeiro, cualquier desamor nos deja una enseñanza, tiene algo de positivo. La licenciada Mirabet afirma que, si uno puede capitalizar la experiencia, incluso una pérdida amorosa puede ser una ganancia personal y una experiencia de mucho enriquecimiento. “Trae como positivo evaluar las acciones futuras y desde esta posición de aprendizaje lograr elecciones y construir mejores relaciones”, concluye la psicóloga.
Coincide Hein, quien afirma que siempre es parte de la construcción del éxito. “Si me quedo anclado en el fracaso, probablemente esa crisis sea la que termine con mi autoestima. Ahora bien, si ese fracaso me enseñó a ser más fuerte, sacaré una ganancia. El carácter nunca se forja en situaciones de bienestar, siempre lo hace en lugares de adversidad”, asegura. En opinión de Piñeiro, “no es posible dar algo que no se posee, entonces si no te amas a ti mismo, no podrás amar a nadie”.