GPS
¿Se puede pasar de la ilusión de la felicidad plena a una vida en plenitud? El psicólogo Walter Riso, autor de varios best sellers, nos da los lineamientos clave para repensar(nos).
Imaginate si pudiéramos aplicarnos un antídoto contra el sufrimiento! Una poción mágica para dejar de angustiarse por lo que no podemos modificar, para tener la valentía de transformar lo que sí está en nuestras manos, para lograr vínculos más sanos y auténticos, para no perdernos ni detenernos en la espiral de los problemas reiterados de la vida cotidiana, para no ahogarnos en un vaso de agua o quedarnos sumergidos en esas situaciones que sabemos que nos hacen mal. En definitiva, para llevarnos mejor con nosotros mismos. Muy bien, todavía no hay algo así de fantástico, pero la buena noticia es que podemos ponernos a cargo del “laboratorio” y disponer de lo necesario para ensayar cierta fórmula del bienestar propio.
Walter Riso, doctor en Psicología, especialista en Terapia Cognitiva y con una maestría en Bioética, lleva más de 30 años trabajando en su consultorio y siendo docente, pero también traduciendo sus conocimientos en libros con los que se propone comunicar la psicología para que la gente se vuelva más culta en el tema y, por ende, tenga mejores y mayores herramientas para vivir mejor. Repartido entre Latinoamérica y España, vino a la Argentina a presentar su último libro, De tanto amarte, me olvidé de mí (Planeta). Aprovechamos la ocasión para sentarnos a tomar un café con él, y le propusimos que nos ayude a alinear el GPS que nos lleve de regreso a nosotros.
La primera cuestión que subraya es que quererse a uno mismo no significa que te conviertas necesariamente en una persona narcisista, sino que implica autocuidado, autorrespeto y autogobierno. Es tenerse en cuenta de manera constructiva y ejercer y defender los derechos personales.
¿Cómo hacemos para volver a nosotros si aprendimos que hay que dar sin pensar en recibir, si tenemos un gran entrenamiento en satisfacer la mirada ajena y nos cuesta zafar de los mandatos? Riso sostiene algo que es un buen aliciente: está convencido de que nunca perdemos nuestra esencia, que no importa en qué parte del crecimiento nos encontremos, siempre podemos reconectar y reactivar esa fortaleza interior que nos hace ser quienes somos. También, que el comienzo para generar un cambio es tomar conciencia, meterse de lleno en lo real y ver las cosas como son, sin engañarnos ni poner excusas. ¿Te animás? Entonces, van las coordenadas básicas para “volver a casa”.
NO TE PIERDAS
¿Qué te hace ser vos? Porque el cuerpo, el color del pelo, la cara, las cosas que te rodean, las relaciones y hasta los intereses van cambiando. ¿Dónde está tu sello, tu identidad? ¿Cuán cerca o lejos te sentís de ese fuego interno? ¿Te tomás el tiempo de sentarte al calor de la fogata, la alimentás con más ramitas o hace rato que la perdiste de vista? En su libro, Riso da pautas para reencontrarse con quien uno es. Porque podemos perdernos o desdibujarnos por muchas cosas: una pareja (el tema central de su última publicación), pero también por los hijos, por la profesión, por la rutina, y por muchos otros etcéteras. El psicólogo propone que bucees y te reencuentres con los recuerdos de tu infancia, de los años en los que estudiabas, de tus amigos, tu familia de origen, tu primer romance, lo que te apasionaba. Sería algo así como recuperar y actualizar tu autobiografía, retomar tu historia, repensar de dónde venís y a dónde querés ir. Después de todo, la identidad personal es descubrirse siendo coherente y lograr que el pensamiento, la conducta y la emoción se alineen e integren. ¿Y sabés qué? La construcción de esa identidad no necesita del visto bueno de nadie ni de nada. Definirte es un trabajo de autoconocimiento que solo te pertenece a vos.
¡QUERETE PERO DE VERDAD!
Hay algo superior a la autoestima: la autoaceptación. Eso significa aceptarte de manera incondicional. Podés tener que cambiar algunas cosas pero nunca tocar tu esencia, tu dignidad. Y cuando decimos aceptación incondicional es porque justamente el amor de uno con uno mismo no debería estar sujeto a objetivos. Olvidate de “si logro más metas, tengo más autoestima y me quiero más”. Así no vale. Pensá en un hijo, ¿lo querés cuando se saca buenas notas y no lo querés cuando se lleva materias, o lo amás siempre, más allá de que tenga que cambiar o mejorar algunas cosas? Bueno, lo mismo debería ser con vos.
¡DEJÁ EL LÁTIGO!
Las personas que no se aceptan tienen un diálogo interno feroz: se critican, se insultan, están insatisfechas con lo que hacen y dejan de hacer y se ponen metas demasiado altas. A la primera de cambio, aparecen frases como “No sirvo para nada”, “Todo lo hago mal”, “Siempre soy la misma boba”. Tampoco se gustan físicamente, es como si tuvieran una lupa con la que miran obsesivamente las imperfecciones o lo que les falta para alcanzar su ideal perfeccionista. Otra característica es que no se premian ni se reconocen los logros, son tacañas consigo mismas, piensan que los otros son más importante que ellas y regalan pero no reciben ni se autoregalan. Encima (y lógicamente) no tienen confianza en sí mismas. Entonces, si te reconocés resbalando en algunos de esos malos hábitos, amigate con vos. ¡Acordate de que sos protagonista de tu vida y sin vos, no funciona!
NO ESQUIVES EL DOLOR (pero discriminá entre el útil y el inútil)
El primero te hace crecer y el segundo no sirve para nada. Hay dolores que hay que evitar y otros que vienen con la vida. Pongamos un ejemplo: si tenés que dejar a una persona porque ese vínculo te está amargando, posiblemente sufras, pero será un sufrimiento útil porque te va a liberar. El sufrimiento inútil sería quedarte ahí esperando que el otro cambie. Riso recuerda que el dolor físico aparece para avisarnos que hay un órgano que está funcionando mal y que el sufrimiento también surge en la mente para decirnos que hay algo que no va bien. Pensemos en esta situación: subís al ascensor de tu edificio y ninguno de los vecinos te saluda. Te bajás mal y te quedás todo el día dándole vueltas a por qué ese desaire, si vos sos buena buena y siempre tratás de ser servicial. La realidad es que puede ser que esas personas hayan estado distraídas o que tuvieran un día lleno de preocupaciones en el que ni te registraron. Lo que tal vez sea necesario que observes es que, si te quedaste rumiando durante horas esa situación, es porque estás demasiado pendiente de que te levanten el pulgar y necesitás sentir la aprobación de los demás.
¡FILTRÁ!
Ni si sucede, conviene; ni de todo hay que extraer una enseñanza. Riso afirma que hay una moda del “positivismo tóxico”, cierta debilidad para enfrentar la vida tal como la vida. Pero, nos guste o no, lo negativo es parte. La sabiduría es saber diferenciar cuándo algo es verdaderamente importante y cuándo no, qué vale la pena y qué no, qué batallas dar y cuáles dejar pasar, cuándo vas a luchar con uñas y dientes y cuándo no. Ahí radica el secreto. Y para eso es muy importante que tu mente empiece a ser consciente, racional y razonable, dejando que la emoción esté ahí entrando y saliendo de cuadro; trabajando al servicio de metas.
MANTENETE DESPIERTA
Estar más consciente es evitar amanecer y acostarte actuando en automático Todos estamos de algún modo insertos en “la matrix” y las distracciones y las obligaciones diarias no ayudan pero, si buscamos algo más genuino en nosotros, debemos hacer el esfuerzo de mantenernos lo más conscientes y atentos posibles. Porque estar en conciencia, en definitiva, es estar más conectados con la vida. Riso da algunos ejercicios para potenciar los sentidos, algo fundamental para elevar las defensas contra el automatismo: salí a caminar sin rumbo fijo, prestando atención a tus músculos y a todo lo que te rodea. Bañate y sentí cómo cae el agua sobre tu cabeza, qué temperatura tiene y cómo recorre tu cuerpo. Hacé intervalos en los que te tapes los ojos o los oídos, y probá a jugar como si estuvieras ciega o sorda, con otros en los que te los destapes y recuperes la audición y la vista. Más consejos: hablate en voz alta (incluso podés grabarte para después escucharte); llevá un diario o simplemente escribí tus pensamientos (al tomar cuerpo en el papel, esas ideas se transforman en memoria y te podés leer a vos).
NO TE PATEES PARA ADELANTE
Es ahora, no después. “Cuando pasen los exámenes…”, “Cuando me saque de encima este trabajo…”, “Cuando termine con estas semanas de mucho trajín…”. No te engañes, lo más probable es que a días y semanas intensas le sigan más días y semanas intensas. Lo cotidiano está ahí, la rutina no va a frenar. No es parándolo todo sino a la par de todo eso que debemos crear espacios de reflexión.
PREGUNTATE
¿Cuántas cosas (o relaciones) inútiles, absurdas o peligrosas hay en tu vida? Ante alguna de esas características, deberías retirarte. Cuesta hacerlo porque eso que nos ata es un apego. Y el apego es una adicción. Desapegarse es romper el vínculo, decir “no te necesito”. El tema es que en general nos resistimos a sufrir el proceso de crisis que implica el cambio y buscamos un alivio, en vez de ir por una solución. Pero, ¿sabés qué? Mejor dejar la anestesia para cuando te sacan una muela: no sirve para crecer y apuntar al verdadero bienestar. Evitar lo difícil es vivir menos y peor.
SÉ SIENDO
Vivir en gerundio implica que, no importa la edad, siempre es mejor tener una actitud de exploración y de búsqueda, que le deje lugar a la sorpresa. Una de las cosas más importantes, dice Riso, es entender lo que los budistas llaman impermanencia, todo está constantemente cambiando. Para los griegos, la sabiduría era como el horizonte, iban hacia ella entendiendo que nunca la alcanzarían. Por eso, hay que asumir que hay cosas a las que nunca vas a llegar pero hacia las que te tenés que encaminar; y que todo (¡también vos!) está en permanente cambio, todo es una continua construcción.
PONETE METAS
Sí, hay que bancarse los procesos y no pretender resultados inmediatos. Uno avanza por escalones y la escalera nunca se termina. Pero esos procesos deben ser limitados, hay que plantearse objetivos. De lo contrario, podrías diseminar la energía en un hacer desorganizado y caótico.
BANCATE LA TRANSFORMACIÓN
Como decíamos: la cura duele, la transformación duele. Cambiar implica desorganizar un sistema y reorganizarlo, y ese proceso se llama crisis. Riso sostiene que el miedo es el peor enemigo del cambio para renacer y ser quien realmente querés ser. O sea que la pereza o la falta de decisión para cambiar esconde cobardía. Pero, pregunta, ¿esperás seguir igual de anestesiada o dejar entrar el dolor saludable de la cura afectiva? La decisión está en tus manos.
EN BUSCA DE LA FELICIDAD
Una vida “feliz”, según algunos autores, es una vida placentera, que tiene significado y en la que podés desarrollar tus talentos naturales. Más que aspirar a
“La Felicidad”, así, en mayúsculas, el desafío es construirnos una vida donde haya placer, autorrealización y que tenga sentido. Riso recuerda las enseñanzas de Krishnamurti, quien decía que no se puede salir a buscar a Dios; pero que sí está en nuestra manos hacer orden en la “propia casa” y dejar abiertas las ventanas, para que tal vez así Dios entre.