La historia familiar nos guía sin que nosotras nos demos cuenta.
No siempre comprendemos nuestros comportamientos amorosos, nuestros esquemas y nuestros encuentros, ¿Y si la explicación se encontrara en nuestros ancestros? La psicogenealogía se encarga precisamente de eso: de poner en evidencia cómo nuestra historia familiar nos guía sin que nosotras nos demos cuenta.
Un estudio llevado a cabo por Claire Kamp Dush, profesora agregada de ciencias humanas en la Ohio State University, descubrió que los niños heredan comportamientos de sus padres y son susceptibles a reproducirlos en sus relaciones. Además, el número de compañeros de las niñas en general es idéntico al número de parejas que ha tenido la madre (con la diferencia de que en su época, no existían ni Tinder ni Snapchat). Pero atención: cuando hablamos de herencia, no hablamos solamente de valores que nuestros padres nos han inculcado, del modelo o antimodelo que ellos encarnan. Este estudio sugiere otra cosa, por demás muy interesante: avanzamos por la vida con bagajes inconscientes que pasan de generación en generación sin que lo sepamos.
La psicogenealogía se ocupa de casos como este: supongamos que la abuela se enamoró locamente de un hombre rubio, escandinavo, durante su juventud, relación que terminó dramáticamente. Si bien nosotras nunca sentimos las repercusiones de esa historia ni el dolor devastador de la abuela, que nunca habló del tema, puede ser que busquemos por todas partes un hombre rubio de las mismas características. Nos sentimos llamadas a completar una misión inconscientemente: reparar esa ruptura malograda. En suma, para comprender mejor nuestros comportamientos amorosos, podemos hacernos la siguiente pregunta: ¿qué hay en mí que no me pertenece, y que tal vez viene del pasado? Lo transgeneracional se impone en nuestros pensamientos cuando lo que estamos viviendo no es explicable por causas de nuestra vida “efectiva”.
Para saber mas de tu pasado, una opción es consultar con un psicoanalista especializado, donde descubriremos cosas excepcionales, porque no somos un fruto aislado, sino un fruto prendido de una rama, a su vez relacionada con otras ramas, como la vida misma.
Vía ELLE.fr