#8M 2022
Repensamos otro 8 de marzo junto a referentes de tres generaciones distintas. Aquí, la voz de la mayor entre nuestras invitadas, experta en química y biología, presidenta del organismo público de promoción de la ciencia.
Alrededor de un nuevo #8M, Día Internacional de Mujer Trabajadora, en ELLE buscamos las voces de tres referentes de distintas generaciones para analizar la fecha. La mayor entre nuestras invitadas es Ana María Franchi (65), investigadora superior en Química Biológica y presidenta del CONICET. Ella fue una de las pioneras en llevar la causa de género a la ciencia, en 1993, y una de las fundadoras de la Red de Género, Ciencia y Tecnología.
"Para mí, el 8M es un día de lucha pero también de festejo. No del 'feliz Día de la Mujer' sino de estar en las calles, juntas. Mi primera participación en las marchas fue a principios de los años 90, con compañeras con quienes después formamos la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología (RAGCyT).
La ciencia no es un ambiente amable con las mujeres y lo era mucho menos cuando empecé. Los obstáculos estuvieron, por ejemplo, al no poder intervenir en encuentros internacionales, instancias clave en el desarrollo profesional de una persona de ciencia y tecnología.
Otro agravante fue el hecho de tener pocos modelos de científicas que ocuparan cargos importantes, porque de la generación anterior a la mía habían llegado muy pocas. No se les facilitaba ni la carrera científica ni el ocupar posiciones de liderazgo. Por eso, el principal desafío hoy pasa por estar presentes, ya no en cantidad, porque somos mayoría, sino en cargos que hacen a la gestión, a las decisiones políticas en Ciencia y Tecnología; eso es fundamental para que haya una nueva orientación.
Como dice Dora Barrancos, es el momento de darse cuenta de que no es algo personal sino político, y a partir de ahí, discutir, hablar, unirse, marchar, desafiar un orden que decididamente responde al patriarcado. Las mujeres jóvenes han tomado esa bandera con claridad; esto es mucho más masivo que en otras generaciones que también lo hicieron pero no en la cantidad que lo hace esta. La lucha no terminó, aunque se ha logrado un montón y, sobre todo, se ha incorporado a muchas, incluso a muchos.
Falta ocupar los lugares de gestión, especialmente en las universidades, donde tenemos poquísimas rectoras. Además estar en la decisión política, no solo en organismos públicos sino en empresas privadas y sindicatos. Son espacios a conquistar, pero no sacrificando la vida personal, como ha ocurrido con la mayoría de las generaciones anteriores.
Debemos promover la llegada de mujeres y el punto fundamental es el tema del cuidado, que debe ser cada vez más compartido y facilitado por diversas políticas públicas. No solo en cuanto a los niños y niñas sino en cuanto a personas mayores, porque tenemos sociedades envejecidas y, en general, el cuidado de los mayores está a cargo de las mujeres.
El otro aspecto importante es tomar la perspectiva de género desde la propia elaboración de los temas de investigación, porque una enfermedad, en su gran mayoría, no afecta de la misma manera a varones, mujeres y disidencias. Aparte, considerar la perspectiva de género en la evaluación de mujeres y disidencias y cómo eso impacta en nuestros lugares de investigación.
Otro asunto es la diferencia salarial: dependiendo del país, ganan entre un 25 y un 30% menos que los varones. Eso tiene que ser subsanado. Del mismo modo, cómo se muestran en los medios de comunicación, cómo se trata o favorece una posible vocación de niños y niñas con los juguetes o en la escuela, inclinando sus preferencias respecto de ciertas materias según los géneros. Ahí tenemos mucho por trabajar."
(Nota original publicada en la edición impresa ELLE N° 335 de marzo 2022. Suscribite a la revista y recibila en tu casa)