CLAVES
¡Empezó la cuenta regresiva para responder la pregunta de todos los años! “¿Con quién celebramos?”.Si te gustaría replicar una de esas películas pochocleras de Navidad, pese a que el argumento sea previsible, o si estás del lado del Grinch, atención: la magia y felicidad extrema son ficción. Los mortales hacemos lo que podemos.
Repensá los mandatos
Hacemos lo que podemos pero… es indispensable autosincerarnos y pensar qué es lo que de verdad queremos. A partir de eso, vendrá la etapa de la negociación con el mundo que nos rodea y la puesta en marcha.El psicólogo Andrés Gallino invita a una reflexión: “Sino intentamos reducir el peso que tienen ciertas tradiciones, corremos el riesgo de llegar a la conclusión deque no hay elección posible y asumir que hay ciertas obligaciones implícitas”. Marcelo Ceberio, de la Escuela Sistémica Argentina, agrega que “hay que repactar con las tradiciones y decidir sin culpas, a sabiendas de que en toda elección hay una pérdida".
Ponete de acuerdo
Para lograr nuestras propias expectativas, José Manuel Estrada, Professional Certified Coach (PCC) de ICF, explica que “primero debemos tener un diálogo interno acerca de los deseos para esa etapa del año. De esta forma, podremos construir caminos efectivos para vivir las fiestas de la mejor manera posible, en bienestar y conexión con nuestro entorno”. Por eso, aconseja hacerse algunas preguntas para identificar rápidamente qué te gusta, qué no te gusta y qué te gustaría que pasara, cómo y con quién. “Es importante que tengamos en mente estas auto preguntas con el objetivo de pasar unas fiestas en paz, con el otro y con nosotros mismos. Consideremos que se trata de un tiempo de celebración”, concluye. ¿Cómo hablarnos y ponernos de acuerdo internamente? El coach sugiere algunas herramientas: grabar audios, escribir, hacer una lista de deseos o metas a alcanzar.
Planteate qué, cómo y con quién
Entonces, el punto es entender el peso que tienen las tradiciones pero maniobrar con las propias necesidades. “Date tiempo para considerar los aciertos y errores, qué querés esta vez y qué no. Cuando reúnas toda esa información, tendrás más recursos a disposición para decidir”, asegura Estrada. Porque hay algo obvio: no podemos estar en todos lados ni con todas las personas que queremos al mismo tiempo. “Este es un punto clave a revisar a la hora de acordar con la familia o con la pareja y ser flexibles para equilibrar y repartir ese tiempo. También es importante no esperar hasta las fiestas para juntarnos con aquellas personas que queremos ver”, dice Gallino.
Los tuyos, los míos, los nuestros o…
En nuestras infancias, las fiestas solían ser una reunión trigeneracional: las familias de origen, las creadas y las extendidas, donde se sumaban tíos, primos, y los abuelos eran las figuras que lo mancomunaban todo. En 2023, las cosas son diferentes. Marcelo Ceberio señala que la tradición se ha quebrado mucho con las nuevas conformaciones familiares. Y para entender eso conviene repasar los datos de la Encuesta Nacional sobre la Estructura Social (ENES) publicados en el libro La Argentina en el siglo XXI: cómo somos, vivimos y convivimos en una sociedad desigual (Siglo XXI Editores). Allí se marca que las familias “tipo” (una pareja e hijos) representan solo el 38,3% de los hogares y las sin hijos son el 14,1%. A su vez, creció la proporción de las personas que viven solas, representan el 17,4%, y los esquemas monoparentales donde convive un adulto con hijos, que toman el 11% del total. “Antes había una cuestión ritual familiar importante. Hoy se fueron desmembrando y se ha abandonado bastante ese ritualismo. Entonces, muchas personas prefieren estar entre amigos, en una elección no por la obligatoriedad familiar de seguir una tradición sino de pasarla bien con la gente con la que uno elige quedarse”, afirma Ceberio.
Aceitá la comunicación
No pierdas de vista este objetivo: decí lo que sentís y querés del modo más asertivo y menos conflictivo que puedas. No querés pasar facturas sino resolver de la mejor forma. “Para lograr acuerdos fructíferos es fundamental la conversación, hablar de nuestros deseos y comunicarlos de una manera efectiva”, afirma José Manuel Estrada. Gallino pone el foco en ser flexibles y Ceberio agrega que, teniendo en claro qué es lo que querés, vas a afrontar el intercambio con más empatía y evitar la confrontación. Como plantea Estrada, es fundamental reconocer el entorno, el receptor del mensaje y las circunstancias. También tener en cuenta cómo se sentirá la otra persona con lo que uno dirá y cómo se sentirá al decirlo. “A partir de ello, y desde el respeto, la responsabilidad y el amor, se construirá un espacio ameno para cualquier conversación”.
Buscá estrategias de negociación
Enumerar tanto lo que querés y lo que no querés vos como lo que quiere y no quiere el otro (sea tu pareja, tu familia, tus amigos o quienes fueran) es la propuesta de Marcelo Ceberio. Y un tema para nada menor: poner en la balanza los pros y los contras para tomar una decisión en conjunto. Eso sí, desde el principio tener claro que algo vas a ganar pero también, a perder. “Como en toda negociación, siempre hay que ceder. Sin discutir y entrar en terrenos de beligerancia, uno puede plantear las opciones”, agrega, y subraya que es clave impedir la confrontación, porque eso lleva a la discrepancia, a la pelea y a la antesala de una escalada de respuestas y episodios de agresión innecesaria. Otra punta es que, cuando uno negocia, tiene que estar libre de obligaciones. “La culpa es un sentimiento bastante tóxico; solamente tenemos que asumir la responsabilidad de una decisión y, para tomarla libre de presiones, tener bien claro qué es lo que deseamos y con quién queremos pasar una fiesta”, apunta.
Fijá prioridades
El punto es tomar decisiones sanas y evitar perdernos en discusiones inconducentes. Para eso, es fundamental jerarquizar las situaciones. ¿Qué está arriba de tu lista de “importantes”? ¿Tener la razón, pasarle factura a tu familia o a tu pareja, sentirte en calma, hacer “lo que tenés que hacer”, cortar la repetición de escenas que ya no querés en tu vida? Podrían ser muchas otras cosas, pero debés tener en claro qué elegís priorizar e ir por ello. Marcelo Ceberio te deja un dato: “Las investigaciones sobre la felicidad han determinado que los vínculos nos hacen felices. Entonces, siempre tendríamos que recordar que, más allá de cualquier fecha, celebrar la amistad y los vínculos afectivos en familia es una buena circunstancia para pasar buenos momentos”.
Dejá los caprichos de lado y generá acuerdos
Otro factor fundamental es que cuando aparecen las reuniones con los vínculos, comienzan los compromisos a nivel formal. Si estás en pareja, probablemente la disyuntiva sea cómo repartirse entre la familia de uno y de otro. “Se pueden llegar a plantear una cantidad de controversias que generan estrés, angustia, ansiedad, porque lo que sucede es que muchas veces cuando las familias de cada uno presionan directa o indirectamente para que estén, produce beligerancia en la pareja. Y eso hace que uno llegue al brindis con niveles de estrés y de ansiedad muy altos”, afirma Ceberio. Gallino incentiva a hacerse la pregunta: “¿Qué quiero hacer en estas fiestas? Podemos elegir y darnos el lugar para pensar varias opciones para sentirnos partícipes”.
No dejes la decisión para último momento
¿Escucharte hablar de procrastinación? Sí, suena horrible la palabra y lo que implica también suele traer malas consecuencias. Se trata de patear la pelota para adelante, de demorar decisiones o acciones que nos incomodan para no afrontar ese malestar. Pero… eso hace que mantengamos viva esa molestia bastante más tiempo, ¿o no? Por lo tanto, es típico que como el “tema fiestas” nos complica, nos excusemos en no poder pensar en eso por los pendientes de las semanas previas. Es verdad que estamos tapados de compromisos y situaciones de cierre de año, pero eso no evita que esas fechas que nos crujen en la cabeza no se sigan acercando. Por lo tanto, cuanto más estiremos la resolución, más difícil va a ser luego que el resto de los involucrados se reacomode. “Podemos postergar una determinación, pero tiene que ser con una fecha límite. En cambio, procrastinar significa dejar pasar el tiempo porque no quiero decidir. Y eso produce que se acumule bronca e incertidumbre. Recordemos que eso provoca angustia y ansiedad y aumenta el mal sabor que deja una decisión que podría tomarse de una manera sencilla y que, por el contrario, se termina complicando por la ansiedad que genera procrastinarla”, dice Ceberio.
¿Y si innovás?
Sería genial pensar en hacer algo distinto a lo de todos los años y eso no se limita a cambiar el menú o los comensales. ¿Qué tal llevar adelante una acción solidaria? ¿O escribirles una carta a tus padres (estén presentes o no) para agradecerles la vida y lo que sea que hayan hecho porque gracias a todo lo vivido sos quien sos? ¿Y si armás un plan divertido con los chicos de la familia (o hijos de amigos o niños conocidos) y jugás un rato como si tuvieras 5? ¿O terminar el año animándote a algo que nunca antes pudiste? “Así como hay tradiciones que se sostienen a lo largo del tiempo impuestas por la cultura o dentro de cada familia, también podemos crear nuestros propios rituales festivos, darnos ese lugar de elegir y crear algo que nos guste y represente”, sugiere Andrés Gallino.
Lo mismo pero distinto
Ahora, también podemos fijarnos el desafío de darle una vuelta de tuerca a lo de siempre y transitar mejor todo lo que suceda en estos días. El especialista Estrada señala que para vivir esta época con mayor bienestar, es esencial que no dejemos de ponernos en acción: planificar cómo saludar o participar, qué conversaciones llevar adelante y cuáles no (stop a los temas que suscitan rispidices, como política, religión y fútbol). “Si hay algún tema que no te gustaría debatir, es importante poner límites para que todos se sientan cómodos y no generar climas tensos”, puntualiza. Ceberio recuerda: “No perdamos de vista que en una fiesta hay que reírse, abrazarse, mirarse a los ojos y decirse te quiero al menos con la gente más cercana. Cuando uno brinda o cuenta anécdotas y piensa en la historia de cada uno puede realmente divertirse con todo eso, son momentos de felicidad que nos vienen muy bien, sobre todo en medio de tanta crisis e incertidumbre y de la estabilidad de la inestabilidad”.
¡No te estreses!
Pese a todo, ¿la cuestión te está desbordando? Entonces relativizá estas fechas y no te enrosques con las profundidades. Porque sí, que la tradición, que el encuentro, que los recuerdos, que los deseos pero… ¡no dejan de ser unas pocas horas! Por eso, y porque lo más importante es asegurar tu bienestar, al momento de decidir, de aceptar o de ceder algo, conviene que tengas esto presente y evites sobredimensionar la situación. Dejá la curva dramática para las pelis navideñas y simplemente tratá de pasar el rato de la mejor manera posible. Así lo plantea el terapeuta Andrés Gallino: “Tomá las fiestas por lo que realmente son y no tanto por todo lo que siempre parece que representan. Y eso implica aceptar que en estos días todos vamos a estar más reflexivos con nosotros mismos, con los vínculos y con cómo ha transcurrido el año. Estas fechas representan momentos de encuentro, con otras personas pero también con uno mismo, y vos podés darle el significado que desees”. ¡Chin chin!