Lo último del rap: a las rimas en la plaza

Lo último del rap: a las rimas en la plaza

Una ronda alrededor de un parlante, estilo ’80, volvió a ser marco de encuentro para los adolescentes. Y la música, su idioma. Qué es el freestyle, ese ritual del que somos campeones del mundo.

16/04/2019 10:55

Un banco de plaza, un cajón peruano y la complicidad de un “cordobés, un chileno y un francés”. Así resume Taty Santa Ana su primera vez “tirando rimas” en un parque. “Fue parecido a una zapada”. Ella tenía 14 años. La edad a la que muchos recuerdan su primer encuentro con la cultura hip hop. Sin darse cuenta, Taty se iniciaba en el freestyle, ese fenómeno en el que la Argentina sí fue campeón mundial en 2018.

Es que el último diciembre, Valentín Oliva, más conocido como Wos, ganó la final internacional de la Batalla de Gallos de Red Bull. Y, gracias a él, las competencias de improvisación en el rap, ya furor en las plazas y en las redes, llegaron a los comentarios de ascensor de los más distraídos. ¿Qué ganamos?

Patrocinada por esa bebida, tal como otras ligas de disciplinas alternativas, la Batalla de Gallos es la competencia de rap improvisado en habla hispana más importante a nivel mundial. Para Josefina Tomas, as known as (a.k.a.) Clipper, además implica “la oportunidad para cualquier pibe o piba de barrio que rima en la plaza con sus amigos, de subir a un escenario a demostrar sus ganas y habilidades de rapear. Alimenta la esperanza de muchos”.

La ilusión de forjar una identidad, una pasión y una vocación. La expectativa de poder decir. Y crecer. Eso les debe generar ver a Wos con su trofeo o saber que Paulo Londra, el artista argentino más escuchado en Spotify en 2018, también surgió de las “compes” en los barrios. Así como enterarse que Duki, al que vieron en la tapa de Rolling Stone, fue otro de los que tuvo su paso como freestylers en las plazas porteñas.

Porque como le pasó a Taty, todo comienza con un encuentro musical callejero, con las ganas de decir (o gritar) en la adolescencia, en la búsqueda de contención cuando crecer cuesta. ¿Cómo? Revisemos.

LA CHISPA ADECUADA

El rap, como su significado lo dice, es la fusión de ritmo y poesía. Son líricas, con métricas y estructuras, sobre un beat, un sonido casi siempre marcado por bombos y cajas. Es la música del hip hop, esa cultura urbana que nació como protesta social en los ’70, en el devastado Bronx de Nueva York, y que se completa con otros tres elementos: el grafiti, el DJ y el breakdance.

Hasta ahí lo conocido, lo enciclopédico. “Rapear es una forma de contar lo que sentís divir-tiéndote sobre un ritmo”,  traduce Clipper. “No es necesario saber cantar, solo animarse y practicar.”

Clipper es uruguaya. Hace cinco años se instaló en Palermo para dedicarse al arte. También actúa, baila y es fotógrafa. “Tenía 14 cuando escribí mi primer rap, por un dolor de amor. Hoy me parece malísimo”, recuerda con humor. Inspirada tanto en Led Zeppelin como en el Cuarteto de Nos, ahora compone con minuciosidad. Mucha lectura, notas, reunión musical con amigos. “Estoy leyendo por décima vez Free Play, un libro de Sthephenque  Nachmanovitch que todo interesado en la improvisación debería conocer”, recomienda. Es que para rapear es necesario leer y escuchar mucho.

Cultivar el léxico. Estar atento a lo que pasa, lo que se está hablando, consumiendo y discutiendo.

“Mientras el gobierno está haciendo todo mal, vos seguís insultando a Messi porque no metió un penal”, rimaba Wos en la tele, allá por junio de 2018, durante el Mundial de Fútbol en Rusia.

Porque como repite Emanero, otro de los argentinos hit en el género, “si alguien quiere saber qué está pasando en un barrio o una ciudad, hay que escuchar las letras del hip hop”.

LIBRE SOY

El freestyle, dentro del hip hop, es la improvisación en el rap. Aunque no es excluyente, quienes practican este estilo libre suelen participar de enfrentamientos entre raperos. Ellos riman y un jurado define quién es el mejor. En estas batallas o “compes” se cruzan uno a uno o en grupos, hay distintas modalidades (como temáticas o palabras que sean disparadores) y se evalúan tanto el flow como el punchline. ¿Traducción? Lo que se destaca es, por un lado, la manera de fluir, el estilo para decir y la melodía para interactuar con la base y, sobre todo, el golpe: la frase con la que remata e impacta.

“Me sorprende la enorme inteligencia y actitud que demuestran los participantes”, reconoce Nicole Nazar Queirolo. Ella es DJ Atenea, la musicalizadora de Red Bull en esta parte del continente. “Mi rol es seleccionar los beats para cada enfrentamiento y acompañar al host en la animación”, explica.

En otros tiempos, lo improvisado se quedaba en lo efímero del momento de la ocurrencia. Como en la payada folclórica. Pero hoy, cada acote de ida y vuelta es filmado por un smartphone y compartido en YouTube o en la red más trendy del momento. Por eso, el hashtag #RAP trae al menos 30 millones de publicaciones en Instagram.

Ante esa viralidad, y las hostilidades que el intercambio virtual a veces permite, para DJ Atenea es necesario aclarar: “En vivo, en las batallas, priman el respeto, la diversión, la inclusión y la buena onda”.

“El rap tiene doble filo”, opina Maximiliano Díaz, conocido como AesUno. “Los principios del hip hop son paz, amor y unidad. Pero también puede surgir una canción desde el resentimiento o la burla –analiza–. Existen dualidades: se visten tanto con ropa que compran en La Salada como con prendas de Tommy Hilfiger.”

Hasta Clipper tuvo que romper prejuicios para competir en freestyle. “Temía que me respondieran con agresiones, que me lastimaran a mí o a mi familia.” Hasta que probó. “Una amiga me impulsó, con el argumento de que hacían falta más mujeres que representaran el rap en las plazas”, comparte. Ya batalló para Nike y compitió en el Recoleta. En ese centro cultural porteño, unos 800 jóvenes participan por semana en las actividades de hip hop. El domingo es el día de rap.

CON FIXTURE

Taty Santa Ana también pasó por el Recoleta, siendo la animadora de las batallas que hubo en el evento inaugural de enero. Ella es reconocida por ser la organizadora de Las Vegas, la competencia de freestyle más antigua de Buenos Aires. Llevan ocho años en Barrancas de Belgrano.

Cada liga barrial o torneo tiene su nombre y canales de difusión: Madero, Irlanda, La Sucre, El Pentágono, Pueblo Rapper… Hay que preguntarle a un sub16 o googlear. “Nosotros convocamos en la plaza. Según los inscriptos, armamos las etapas clasificatorias, divisibles desde octavos hasta finales. Puede participar cualquiera”, explica Taty, también estudiante de Gestión del Arte y la Cultura en Untref.

En las plazas abundan participantes de entre 12 y 20 años. En esa etapa de la vida, les resulta un espacio y una actividad accesibles. Solo se necesita voz, oído y horas de práctica.

“Hay cracks que apenas tienen 13 y ya ganan por todos los barrios”, reconoce AesUno, miembro estable de la crew de hip hop del Recoleta. Y agrega: “Las batallas son una forma decir acá estoy, escúchenme, mírenme, tengo algo para transmitir”.

TOMAR LA PALABRA

“Canto para no desaparecer”, rapeaba Wos en Encuentro en la Cúpula. “Gracias al rap no tuve que ir al psicólogo en la adolescencia”, acotó en esa entrevista.

Taty coincide: “Llegan a la plaza con sus problemas y pueden contarlos a través del rap.” Según relatan, se da una conexión simultánea entre lo más profundo de cada ser con los estímulos que el competidor y el público provocan.

“Las compes son algo hermoso, porque es ir a la plaza a juntarse con amigas y amigos. Solo que hay un parlante en el medio y le damos rienda suelta a la improvisación. No importa si usamos visera o nos vestimos de una u otra manera”, repasa Clipper, quien adoptó ese nombre la primera vez que firmó un grafiti.

Adaptarse, defenderse. Además de un ambiente de creatividad y expresión, se mantiene la esencia del género, que mezcla la catarsis con la revolución. “En el Recoleta ningún competidor reprimió sus rimas con críticas al gobierno porteño a pesar de ser un espacio estatal”, cuenta Taty.

La rapera española Anita Tijoux aparece entre las referentes de Clipper. En ese país la participación de las mujeres en las competencias es más fuerte que en la Argentina. “Todavía hay chicas que se frenan ante el vértigo que les da la oportunidad de responderle a un varón”, analiza Taty.

Para Clipper, a pesar de lo valores del hip hop, aún “abunda el machismo como en el resto de la sociedad”. “Pero tenemos que meternos hasta lograr que nos convoquen para un line up por nuestro talento. Y no para cumplir un cupo femenino. Quiero ser tratada de igual a igual.”

¿QUÉ ES ESTE FENÓMENO EN PLENA REVOLUCIÓN?
Por Juan Goldberg, “Juancin”, organizador de Cultura Rap en el Recoleta.

“El freestyle consiste en rapear de manera improvisada sobre una base musical. Las batallas son enfrentamientos entre dos o más raperos, que riman por turnos, con un jurado que elige un ganador. Con el auge del Quinto Escalón (la competencia del Parque Rivadavia hasta 2017) y la viralidad de sus videos, la disciplina tomó gran relevancia. La sencillez y lo genuino de un artista improvisando provoca identificación y entusiasmo en jóvenes. Es tangible, real y cercano. El universo de las competencias se está profesionalizando. Las organización en las plazas sigue vigente. Pero el desafío es armar una estructura formal para que se pueda vivir de la actividad, como ya sucede en varios países de Hispanoamérica.”

¿QUIÉN ES QUIÉN?

DAK1LLAH
“Es increíble que las chicas te digan que se animaron a rapear por vos”, reconoció. Justo ella, que empezó por los amigos, que se hizo callejeando a los 12 años. Ya tiene 18. Para llegar a tocar en el último Lollapalooza y ser elegida por Sony, pasó por plazas de Madero, Devoto y Belgrano. Comparte escenarios con Babasónicos y Angela Torres. Su tema más popular en Spotify es “Solo quiero bailar”. Ella repite en cada nota “solo quiero cantar”.

WOS
El actual campeón de la Batalla de Gallos se acercó al hip hop a los 14, por los grafitis. Siguiendo la herencia musical (su papá es fundador de La Bomba de Tiempo), apenas escuchó una rima empezó también “a tirar”. Antes de ser buscado para este #LollaAr, improvisó tanto en Chacarita, su barrio, como en las “compes” del Quinto Escalón (Caballito), Irlanda (Flores) y más. Formado en percusión y teatro, aclara: “Hay entrenamiento. No es magia”.

TATY
Taty Santa Ana (21) “No me gusta mi nombre. Nadie lo sabe. Mi a.k.a. es un apodo que me puso mi hermana cuando era chiquita. Desde ese tiempo, vivo rodeada de música. Mi mamá siempre escuchó a la Mala Rodríguez. Disfruto de trabajar con artistas y ser un puente para ellos.”


DJ ATENEA
Nicole Nazar Queirolo. “Soy chileno italiana, psicóloga, tengo una hija y la edad no es importante. La cultura del hip hop me permite disfrutar de los vínculos. Compartir la música con personas privadas de la libertad o brindar talleres a adolescentes con capacidades diferentes es parte de la misma pasión, que promueve la diversión con inclusión.”

CLIPPER
Josefina Tomas (24) “Soy fanática del cine. Amo a Meryl Streep; gracias a ella soporté las burlas sobre mi nariz. Compongo con mi guitarra desde los 8. En el freestyle, sueño con ganar la Batalla de RedBull; en el rap, hacer música sin límites económicos.”