Una marca eterna que trasciende edades

Una marca eterna que trasciende edades

Tatuajes +30

Cada vez más personas adultas entran en el mundo de los tatuajes.Los cambios en la industria y las motivaciones para hacer del cuerpo un lienzo donde homenajear los vínculos.

14/03/2022 16:36

"Si te tatuás, no vas a conseguir trabajo nunca.” “Te vas a arrepentir de arruinarte el cuerpo.” “No es para mujeres.” “Esos locales son antros, no son lugares seguros y te podés contagiar de cualquier cosa.” “Duelen muchísimo y quedan mal.” “¡Mientras vivas en esta casa, olvidate de esa locura!” Esas son algunas de las frases con las que crecieron quienes hoy tienen más de 30. Pero resulta que, sobre todo a partir de 2000 y con la masificación de Internet, dibujarse la piel dejó de ser marginal para transformarse en tendencia. Ahora, de forma masiva y natural, esas generaciones deciden hacerse una marca personal y hasta sus padres copian la iniciativa.

“Recuerdo a un señor muy mayor que, tras perder a su mujer, se tatuó una mariposa”, dice Sabina Katz, al frente de Iris Studio. Mariano Antonio, dueño de American Tattoo, también es testigo de la transformación: “Hay mucha gente grande que me cuenta que siempre le gustaron, pero que no se animaba por los prejuicios. Ahora decide hacerlo, sin importarle la mirada ajena. Creo que antes se tatuaban por rebeldía, para ser diferentes; hoy, para pertenecer”. A su vez, la pandemia estimuló a que no dejemos para mañana los deseos. “En estos meses, llegaron muchas personas diciendo que al final ya tenían 40 y todavía no se habían tatuado y que iban a hacerlo porque lo pensaban desde hacía mucho y siempre lo postergaban. El Covid hizo que tomáramos conciencia de que el momento es ahora, porque un día te cambia todo”, dice Katz. Del asombro y la mirada peyorativa a lucirlos con orgullo, más allá de la edad, el sexo y el nivel social.

EN CONSTANTE EVOLUCIÓN

Cuando Diego Staropoli, creador de Mandinga Tattoo, arrancó con su oficio a principios de los 90, había poquísimos clientes. El 90% eran hombres y, de esos, el 50% ex convictos. El resto era gente relacionada con el heavy metal y el punk. Las dos o tres mujeres que se tatuaban se hacían la clásica florcita, un delfín o un pequeño tribal. Recordemos, estábamos en la era preinternet, así que la oferta de motivos era hiperacotada y repetida; entraba en una carpeta física que tenían los pocos tatuadores que había en el país. Ninguno de la decena de locales que existían sabía hacer retratos. Trabajaban únicamente con negro y usaban agujas de coser que ponían en una máquina casera. En aquellos primeros tiempos, Staropoli pagaba para tatuar: una pizza y una cerveza para que lo dejaran practicar.

Marcas que sananMarcas que sanan


De repente, en los 2000, apareció la red de redes y comenzaron a multiplicarse personalidades públicas, no únicamente músicos, que mostraban con orgullo sus pieles tatuadas. “Igual, en ese entonces, era inviable pensar en ir a tatuar a Recoleta o a San Isidro; todavía estaba mal visto por un sector de la sociedad”, dice Staropoli. Pero, sobre todo en la última década, se volvió común que una persona de 50 años, virgen en el tema, se hiciera el brazo entero. “Además, avanzó la industria: las primeras agujas eran con menos filo y hacías una línea y brotaba sangre; ahora, las máquinas son similares a las de los cigarrillos electrónicos; son inalámbricas, no hacen ruido y duelen menos. Incluso hay cremas anestésicas”, explica. En Iris Studio ponen el énfasis en el asesoramiento respecto de los cuidados posteriores. “Siempre las dudas de los clientes tienen que ver con cómo va a quedar y cómo será la cicatrización. Es un proceso que nos ocupamos de contarles al detalle para que estén tranquilos”, señala Katz.

¡ES AHORA O NUNCA!

Si hay alguien con quien se podría ejemplificar la tendencia, esa es Susana, una clienta de Mandinga Tattoo que debutó a los 86 años y que, tres después, tiene el 90% del cuerpo intervenido. “Creo que debe ser la longeva más tatuada de la historia”, dice Staropoli. Hace nueve años que Katz y su marido abrieron el local, porque sentían que faltaba un espacio que acogiera a quienes iban a poner la piel por primera vez. Ellos también vieron la forma en la que se masificó la oferta y la demanda. La inmensa mayoría de sus clientes son ansiosos principiantes que vuelven por más. Llegan habiendo investigado qué trazo les gusta (si fino, grueso, negro o color) y con una idea definida.

“Pinterest suele ser un lugar de consulta habitual. También está el efecto rebote de lo que eligen las personas conocidas: Stephanie Demner, una de las primeras influencers del país, se hizo a su perro y después mucha gente quería lo mismo. Oriana Sabatini optó por una mariposita y pasó igual”, afirma. Para Antonio, los que se deciden de grandes llegan con más determinación porque, después de tanto pensarlo, sus gustos y elecciones son más seguras. Entre los motivos más pedidos por los adultos están los nombres de hijos y nietos, y diseños que representan su relación familiar, como frases y símbolos de libertad, superación y positivismo. “Ya han vivido y experimentado en su vida, y este tipo de mensajes reafirman lo que quieren”, dice Antonio. De acuerdo con lo que ve Katz, cada vez con más frecuencia se inmortaliza algo que dijo o escribió una abuela o abuelo, copiando la letra manuscrita del ser querido. “Y suele haber un efecto en cadena con los otros nietos y la mamá o el papá de la familia”, completa.

Algunas de las frases que marcaron en Iris Studio, calcando el puño y letra de los homenajeados, son: “Tus abuelitos que te quieren mucho”, “Eres mi orgullo” y “Mi querida”. Otra clienta eligió plasmarse las palabras que le repetían sus padres cuando ella tenía un momento difícil después de empezar la carrera de Medicina: “Tranquila, firme y segura”.

AVE FENIX

El mundo del tatuaje también involucra una carga profunda de sentido. Mucho más cuando se trabaja sobre estrías o cicatrices. “Una mujer tenía una cicatriz de una operación de columna en toda la espalda y se hizo un tallo verde y arriba una flor hermosa. Hay maneras de dar vuelta las cosas. Esas son marcas de lo que fue dolor pero trajo una enseñanza. Los tatuajes tienen un costado estético y frívolo, pero pueden llenarse de mucho significado”, dice Katz. En el caso de Mandinga, en paralelo con los locales armaron una fundación y desde hace siete años tatúan en forma gratuita la areola a mujeres que padecieron cáncer de mama. “Todas las mujeres de mi familia lo tuvieron, mi viejo murió de cáncer; la relación que me une con este laburo de la fundación Mandinga pasa por un homenaje a mis orígenes”, explica Staropoli. Hace poco más de un año, se agregó la tarea de trabajar sobre la piel de personas quemadas en más de un 50%. Lo llama “tatuajes sanadores.” “Antes evalúo la condición que traen, porque algunas personas tienen injertos de piel de chancho o la zona poceada; es cien veces más complicado. Lleva meses”.

Pese a lo que uno se imagina, en general tienen más tolerancia al dolor en las áreas quemadas que en la piel sana. Y por supuesto que en estos casos el tatuaje termina siendo una llave para verse y sentirse mucho mejor. Si en algún momento de la historia de la humanidad las personas hacían alianzas que sellaban con pactos de sangre, en 2022 es muy habitual demostrar el vínculo tatuándose un mismo motivo. Así se hace entre amigas, hermanos, padres e hijos o abuelos y nietos. “Es muy lindo y especial a diferentes generaciones juntas, porque, más allá del tatuaje, graban en su recuerdo un momento único”, dice Antonio, y relata que unas semanas atrás atendió a una bisabuela con sus ocho bisnietos.

“Esos pedidos son muy comunes. Recuerdo a una mujer bien mayor que junto con su hijo decidió hacerse el mate que los une”, agrega Katz. De Mandinga, hace poco, salió toda la familia con el mismo sello: padre, madre y cinco hijos. Lo que ahora es más raro es que alguien se atreva a grabar con tinta el nombre o el rostro de la pareja. Los riesgos de semejante decisión son predecibles: “En una ocasión, un cliente pidió el retrato de su reciente novia, ¡y al mes volvió para cruzarlo con dos franjas rojas, como de prohibido! Nosotros recomendamos no hacer ese tipo de homenajes”, añade Antonio. Más que eso, se elige algo sutil, como llevar el mismo motivo o una frase que se complemente. ¿Y qué pasa respecto de los lugares del cuerpo más insólitos? Antonio comenta que está acostumbrado a pedidos en genitales, rostro y la planta del pie (¡ay!). Las manos, dedos o cuello, impensados antes, ya son normales. Es que cada vez son menos los que eligen tatuarse para sí mismos o para que los vea únicamente alguien especial. Por eso también los diseños tienden a ser más grandes y llevan varias sesiones de trabajo. ¡Todo sea por lucirlos!