Su carácter avasallante, su carrera deportiva y su incursión en el mundo de la moda batallando contra los estereotipos, vuelven a Serena Williams noticia una y otra vez. ¿Antecedentes? esta tenista de elite vistió durante el último Roland Garros un catsuit elástico postparto que, como ella indicó, mejoraba su circulación sanguínea debido a sus problemas de coágulos y embolias. (Además aclaró, que deberá jugar por el resto de su vida con prendas de vestir de compresión). Sin embargo, la Federación Francesa de Tenis consideró que su atuendo no era adecuado para una jugadora profesional y que no respetaba los cánones de indumentaria impuestos (la típica mini falda que deben llevar las mujeres). Como era de esperar, Serena no se quedó callada: “vivimos en el 2018, y el mundo es diferente. Es importante ser una misma, libre. Además les recuerdo que mi ropa tiene una función curativa”. A pesar de su claridad el presidente de la Federación (Bernard Giudicelli) arremetió: “hemos llegado muy lejos. Hace falta respetar el juego y el lugar”. Así dejó en claro que en la próxima edición del torneo francés se endurecerá el código de vestimenta y no se permitirá, por ejemplo, un look como el que llevó. Pero Serena remató tiempo después con un outfit que le dio la gloria del partido en la cancha central del US Open: llevó puesto un equipo con tutú de bailarina. La ovación del público celebró esta doble victoria aplastante: deportiva y feminista. Pero no todo quedó ahí. Lejos de aprovechar su célebre apellido o el apoyo de las marcas, Serena estudió moda y lanzó sus propios diseños hasta llegar en 2014 por primera vez a presentar su colección en New York Fashion Week.