La técnica se renueva con propuestas frescas con mucho para contar.
El bordado es una técnica asociada a lo doméstico, lo familiar, lo femenino. En la actualidad, con todas esas nociones en permanente crisis, la reivindicación moderna de la técnica que antes era patrimonio de abuelas trae mucho más que florcitas, frisos y nombres en tipografías pomposas. Hoy, muchas creadoras emergentes se apropiaron de la aguja e hilo para hacer algo novedoso y rebelde: con los más diversos estilos, revindican lo hecho a mano, la pieza única y la potencia del oficio.
Catalina tiene 29 años y borda consignas y frases de gran impacto gráfico, además de dibujos de inspiración pictórica moderna. No usa una sola técnica: en lo que hace contrasta la convivencia de líneas livianas y delicadas, en hojas, ojitos y fondos, junto a letras pesadas y duras, que parecen bordadas a máquina (¡pero no!). La colección también incluye remeras serigrafiadas. Vende por Instagram, y pronto planea abrir una tienda nube y ampliarse al resto del país, de donde recibe pedidos pero todavía no puede atender.
“Empecé por curiosidad. Me gusta la foto, pintar, tatuar. Llegué por Instagram. Me compré todo y arranqué sola, por intuición, y ya hace dos años que surgió mi proyecto. Creo que la única clave es que te guste mucho el proceso y tener mucha paciencia. Estoy en búsqueda constante de mi estilo: me siento mucho a trabajar para encontrarlo. Trabajo junto a mi novio Rodri, que hace las remeras con serigrafía. Embroidery es mezcla de dibujo, serigrafía y bordado…por eso el “and stuff”. Me guío siempre por si me dan ganas de mostrarlo o no: no sé si tengo un estilo, pero soy fiel a eso, a mi criterio. Miro fotógrafos, ilustradores, otros bordados, todo inspira… así que termina siendo un popurrí”.
Somospauer
SomosPauer es una etiqueta feminista AF (As Fuck), en palabras de su propia creadora Lucía Levy. Su especialidad son remeras y buzos con consignas para chicas rebeldes y glamurosas. Además del bordado (creación de Catalina de Embroiderynstuff), utiliza otras técnicas de estampado, siempre trabajando con artesanas y diseñadoras mujeres que comparten su visión. Tiene un showroom en Virrey del Pino 2545, en Belgrano, y también hace envíos a través de la web www.coleccionzero.com/pauer
“Considero que lo artesanal es el nuevo lujo y me gustaba la idea de mezclar lujo con una prenda de uso diario como el buzo de algodón de frisa. La conocí a Cata de casualidad en Instagram, coordiné una reunión con ella y acordamos esta colaboración mega power que mezcla su impronta con la mía. En definitiva se trata de armar equipo con otra mujer y potenciarnos en conjunto. Desde el inicio de PAUER en 2016, siempre me rodeé de mujeres: diseñadoras gráficas, proveedoras, modelas no modelas (las chicas que posan son clientas y amigas), fotógrafas y estilistas. El trabajo artesanal es muy valioso porque conserva por siempre una parte de aquella persona que le dio vida y ese es el mensaje que comunicamos en la etiqueta de la prenda. Cada prenda es única. Ni hablar del amor y dedicación que lleva bordar durante cinco horas una prenda. Si bien a simple vista los buzos son iguales, cada uno es distinto y esa es una
hermosa metáfora sobre las mujeres. Lo más valioso de lo artesanal se nota cuando lo comparamos con la producción en serie. Los buzos se hacen por encargo y aclaramos que pueden tardar hasta 10 días porque lleva mucho tiempo que la prenda esté terminada. Creo que ésto fomenta un consumo más consciente y la clienta acepta el tiempo de espera porque sabe que lo vale. Además las palabras bordadas empoderan a quien use el buzo: MUJER, REGIA y FUEGA. Son palabras que identifican 100% a las chicas PAUER.
Bordadora Entusiasta
Soledad Vera tiene 33 años y además de bordar es fotógrafa. Sus diseños se caracterizan por un registro naif con un alto detalle. Animalitos, flores, tacitas de café… los mundos que materializa con su aguja e hilo remiten a cuentos infantiles antiguos, o a enciclopedias antiguas, siempre con un twist moderno. También tiene algunos diseños más minimales en concordancia con las tendencias. Sus prendas bordadas (buzos de terciopelo, sweaters, remeras rayadas) son delicadas y destilan nostalgia, espíritu retro. Forma y contenido se unen al materializar una técnica milenaria. Hoy por hoy produce todo junto a su hermana Carolina (¡que también es la modelo de la marca!), venden por Instagram y a través de su tienda nube, además de participar de la feria JUNTAS, con la próxima a realizarse el 16 de este mes. Hacen entregas a todo el país y cuando el tiempo se lo permite, entregas personalizadas en Capital, Zona Sur y La Plata.
“Desde muy chica y gracias a mi abuela me acerqué al mundo de la costura, los hilos y las agujas; pero empecé a bordar a conciencia después de ir a una clase del taller de bordado inicial que dicta Guillermina Baiguera. Gracias a Manual, su libro, me enamoré del bordado. Desde un principio supe que quería bordar sobre prendas y darles otro valor,algo único, algo hecho a mano. Así nació Bordadora Entusiasta. Hasta ahora nunca bordé para otras marcas por una cuestión de tiempos. Me gustaría hacerlo con emprendedoras que trabajen ejerciendo un comercio justo y responsable. El producto que más me piden es el más feminista ¡Y me encanta!
Kijjji
Antonella Bruni tiene 26 años y es diseñadora textil UBA. Hace poco más de dos años nació Kijjji, una etiqueta de prendas de ensueño donde hilos finísimos, brillos, lentejuelas, canutillos toman forma de caras, flores e inscripciones que se desordenan delicadamente sobre tul. Sus vestidos y remeras etéreos que rozan la alta costura le valieron el éxito de Instagram: Ángela Torres y Candela Vetrano los han usado en apariciones públicas. Su técnica de bordado es única en el mercado. Hoy comparte un local con la firma Alfín Varón en Palermo (J.L. Borges 1918) y sumó a su colección algunos ítems más streetwear como remeras y buzos ilustrados, siempre con una impronta de fantasía asiática multicolor.
“Empecé a bordar en la facultad. Ahí se proponían formas de trabajo más industriales y a mí no me interesaban. Yo siempre laburé con lo artesanal, me gusta sentarme con los materiales y ver que pasa con ellos en el proceso en el que te ponés trabajar. Así decidí hacer mi tesis de la carrera toda con bordados, y empecé por bordar géneros transparentes porque me parecía muy mágico como quedaba: dibujos figurativos volando.Empecé haciendo géneros. Después vi qué iba queriendo hacer con eso, y ahí surgió bajarlo a piezas únicas. Vestidos, y siempre tuve fijación con los buzos,
así que hacía un vestido y un buzo cada vez. Hacer algo artesanal no solo tiene impacto económico (es otro tipo de
producto y de comercialización a lo habitual), sino en lo físico. Es poner el cuerpo. Es muy importante que te guste mucho hacerlo. Siempre pensé Kijjji como un avatar mío más que como una marca de ropa. Un espacio virtual donde entra todo, un espacio para colgar todo lo que hago, un universo donde entran un montón de cosas. Hoy es principalmente ropa pero también son cuadros, telas, stickers… me gusta no limitarme a una sola cosa. Me gusta pensar mis piezas únicas más como una pequeña obra que como una prenda de una marca”.