¿Sos una hipocondríaca digital?

¿Sos una hipocondríaca digital?

Más común de lo que se cree, la cibercondría es es esa obsesión por buscar los síntomas de enfermedades en Internet. Cómo detectarla, qué hacer para prevenirla y cuáles son las enfermedades más buscadas en la web.

17/06/2019 12:38

Prender la compu, abrir Google, escribir en el buscador: dolor de cabeza, dolor de cabeza y vista borrosa. Dolor de cabeza, vista borrosa y sensación de mareo. Enter. Listo: estoy a un paso de sufrir un ACV. Así de sencillo, así de rápido. Y así de equivocado puede ser el diagnóstico. Sin embargo, cada día miles de personas recurren a Internet para hacer consultas sobre su salud, la de su hijo, hermano o marido. Autodiagnosticarse y, en muchos casos, automedicarse.

Si lo hacemos de vez en cuando y solo para consultas leves, no hay problemas y es una actitud normal. Pero si acudimos a la consulta virtual siempre, buscando nombres de enfermedades que se adecuen a los síntomas que tenemos o que creemos padecer, intentando resolver un malestar físico que provoca picos de ansiedad o angustia, entonces el cuadro es bien distinto. Y tal vez esté rozando los límites de la llamada hipocondría digital.

La doctora Mariana García, médica psiquiatra de los Centros de Diagnóstico DIM, afirma que es una conducta relacionada con la búsqueda persistente y excesiva de información sobre salud en Internet. “No es una que se desarrolle con poca frecuencia, sino todo lo contrario”. Y agrega: “Es muy recurrente. El paciente recibe demasiada información en torno de determinada problemática de salud. Sobre todo, lo hace para disminuir la ansiedad o angustia que generó algún síntoma físico, o lo que la persona cree que es un malestar”.

Así comienza a producirse un peligroso círculo vicioso: se busca información para calmar la ansiedad y angustia, pero los datos no alivian sino todo lo contrario: provocan una exacerbación del cuadro emocional, lo que genera más búsqueda.

“Quien padece esta sintomatología siente la necesidad de estar conectado todo el tiempo, averiguando y consultando sobre enfermedades, dolores o padecimientos”, dice la psicóloga María Noel Lucano. “Aparece una urgencia constante de saber, pretendiendo ingenuamente controlar lo que sucede en el cuerpo, llegando al punto de autodiagnosticarse y hasta, inclusive, automedicarse.”

Para la licenciada Cynthia Zaiatz, jefa de Psicología del Sanatorio Modelo de Caseros, la hiponcondría digital está relacionada con lo que conocemos como Trastorno Obsesivo Compulsivo, TOC. “Son personas que suelen tener pensamientos obsesivos respecto de un tema puntual: la enfermedad. Y esta situación puede llevar a padecer variados síntomas ansiosos”.

Para la doctora García, la cibercondría guarda una estrecha relación con el trastorno de ansiedad generalizada. “Actualmente y según el DSM 5, que es el Manual de los Trastornos Mentales, la hipocondría está definida como trastorno de ansiedad por enfermedad. Y quien la padece tiene más chances de desarrollarla y, viceversa, quienes sufren cibercondría pueden gestar una hipocondría”, señala la psiquiatra.

MIEDO A LAS ENFERMEDADES

El desarrollo de este trastorno depende de la vulnerabilidad de cada persona. “Si bien todos tenemos acceso a Internet y hemos consultado alguna vez, no todos vamos a desarrollar esta conducta compulsiva”, dice García. Y continúa: “Depende también de la vulnerabilidad de cada uno, y del impacto que le causa la cantidad y la calidad de información que circula por Internet, características que facilitan el hecho de que la persona quede ‘tomada’ o atraída por la misma”. La psicóloga Lucano coincide en el riesgo que conlleva informarse buscando online: “Al no estar regulada la información que se ‘sube’ a las redes, las conclusiones que puede obtener una persona que no está formada en el tema la pueden llevar a consumir medicaciones no adecuadas para su caso y hasta, inclusive, somatizar sin que haya una causa real, sino más bien cuestiones emocionales en juego”.

Pero el abanico de posibilidades no se agota: el impacto de la información recibida por la web puede causar, además, nosofobia. “Luego de buscar información, algunos pacientes deciden no consultar con un médico, desarrollando así el miedo a contraer la enfermedad”, argumenta la doctora García. “Estos casos son bien distintos al del hipocondríaco, que cree padecer el mal en el tiempo presente y sus consultas en la web serían como un paralelo a ir al médico permanentemente en búsqueda de un diagnóstico que justifique sus síntomas. Quien padece nosofobia siente temor de padecer la enfermedad en el futuro. Al leer determinada información, comienza a elaborar conductas ‘evitativas’, no yendo al médico para tratar de no ser diagnosticado”. La psiquiatra agrega que a esta conducta se suman los casos de pacientes que abandonan tratamientos médicos científicamente comprobados y los reemplazan por otros poco convencionales, y los de personas que, por ejemplo, deciden seguir dietas que ponen en riesgo la salud.

¿VERDADERO O FALSO?

La problemática de la veracidad de la información que circula en las redes ya fue motivo de estudio.

En una edición reciente de la revista científica Science, se dieron a conocer los resultados de una investigación entre 2006 y 2017, analizando unas 126 mil historias, tuiteadas por alrededor de 3 millones de personas más de 4,5 millones de veces. Para su análisis, la información fue clasificada como real o falsa. La conclusión a la que se llegó es contundente: las historias mentirosas se distribuyeron llamativamente más rápido y llegaron más lejos (trascendiendo las fronteras del país de origen) que las verdaderas.

“Se descubrió que las fake news eran más atractivas y originales que las verdaderas, por eso la gente era más propensa a compartirlas. Mientras que las falsas inspiraban miedo, disgusto y sorpresa en las respuestas, las reales estimulaban anticipación, tristeza, alegría y confianza. Al contrario del pensamiento común, los robots aceleraron la propagación de historias verdaderas y falsas al mismo ritmo, demostrando que las fake news se propagan más por los humanos que por los robots”, informaron desde la publicación científica.

“La divulgación de información médica errónea implica un gran riesgo para todos”, dice el doctor Jorge Tartaglione, director de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA). “Por eso, se vuelve fundamental que los médicos entendamos la importancia de los medios de comunicación, y particularmente de las redes sociales, donde coexisten noticias, algunas reales y otras no, para mejorar nuestro diálogo con los pacientes y con la sociedad. Y sobre todo para evaluar cómo podemos sacar provecho de la extraordinaria llegada de los medios para difundir mensajes con sustento científico.

El médico afirma que un claro ejemplo de los peligros o de la propagación indiscriminada de mensajes de salud de dudosa procedencia es el manto de duda que han hecho circular respecto de la importancia de las vacunas.

“A pesar de que no existe evidencia científica que avale una relación entre la vacunación y el autismo, ese miedo continúa siendo sembrado. Esta supuesta conexión se estableció a partir de un estudio, con resultados incorrectos, que se refutó hace mucho tiempo. La revista científica donde se publicó retiró la información y el autor tuvo que irse de su país”, afirma Tartaglione.

Algo similar ocurre con algunos fármacos cardiológicos que los pacientes se niegan a tomar por las informaciones que circulan en distintas redes. “No lo hacen porque leyeron acerca de efectos adversos, que son reversibles, sin tener en cuenta los beneficios de estos medicamentos.”

HERENCIA DE FAMILIA

No es infrecuente que el psicólogo pregunte al paciente por sus antecedentes familiares cuando llega al consultorio para hablar de sus obsesiones. Tampoco lo será si se presenta para relatar los problemas que le provoca consultar todo el tiempo en las redes sobre sus posibles malestares o enfermedades que puede llegar a sufrir.

“Todo lo que es trastornos de ansiedad y obsesivos tiene mucho que ver con la ‘heredabilidad’”, dice la doctora García. Siempre que haya antecedentes familiares, habrá mayor riesgo de desarrollar alguna de estas conductas incluida la cibercondría”, agrega. Coincide la licenciada Lucano: “La hipocondría puede surgir por el hecho de repetir modalidades en la conducta que han sido o son vivenciados e internalizados en el seno familiar”. La psicóloga también expresa que en los entornos familiares negativos puede aparecer la obsesión por los cambios corporales, por ejemplo, sobrepeso, lo que puede instar a la búsqueda de información acerca de la enfermedad que se cree padecer.

“En el fondo, lo que suele ocurrir en este tipo de personas es la prevalencia de un nivel de angustia, ansiedad y hasta temor que las lleva a controlar y manejar a un punto extremo lo que sienten”, puntualiza la psicóloga.

Y así como un antecedente familiar puede predisponer al padecimiento de cibercondría, este trastorno puede alterar la salud. ¿Cómo? “Depresión, angustia, estrés, paranoia son los cuadros más habituales que pueden presentar quien la padece”, remarca Lucano.

¿Qué es lo más buscado en Internet? Según las especialistas consultadas, encabezan la lista el cáncer, enfermedades infantiles, ataque cardíaco, ACV, ansiedad, depresión, diabetes, estrés y ataques de pánico.

Pero, ¿cómo se trata esta obsesión? Los especialistas deben hacer referencia al error de consultar en Internet, a informar sobre los diagnósticos erróneos y los riesgos de la automedicación.

Siempre es importante consultar con un médico. En opinión de Lucano, un paciente con estas características “necesita realizar un proceso terapéutico que le permita manejar y controlar sus emociones en general para evitar conductas compulsivas y repetitivas”.

Para este tipo de trastornos –dice la doctora García–, “la psicoterapia que funciona es la que tiene el corte conductivo conductual, que contribuye a que los pacientes eviten las actitudes compulsivas que los llevan a buscar información”. La farmacología aporta varias herramientas para el tratamiento de los trastornos de ansiedad. “Y desde el Estado, se debería tomar alguna medida que cuide a la población, que la instruya y le brinde herramientas de discernimiento, para que no crea tan fácilmente todo lo que aparece en Internet”.

TOP TEN DE LAS ENFERMEDADES MÁS BUSCADAS

  • Amebiasis

  • Apendicitis

  • Hemorroides

  • Verrugas

  • Aftas

  • Virus del Papiloma Humano

  • Alcoholismo

  • Insuficiencia arterial

  • Anemia perniciosa

  • Diarrea