Amigable al tacto y potente en sus efectos, el sérum es uno de nuestros favoritos. Aquí, un decálogo de respuestas, consejos de aplicación y tips de uso para optimizar las ventajas que brinda este N° 1.
Los sueros cosméticos o sérums son productos con una gran concentración de componentes activos -de hecho, el tipo de cosmético con mayor concentrado-, que sirven para tratar determinadas problemáticas de la piel y solucionar una (o a veces más) necesidades específicas.
Por su alta concentración de activos, el sérum le aporta a la piel todo lo que necesita potenciando la eficacia del tratamiento que se aplicará después, ya sea la crema de día o el tratamiento de noche. Así, hay sueros de todo tipo: pueden ser hidratantes, anti-aging o antioxidantes, iluminadores, antiarrugas o exfoliantes.
Por lo general, antes de los 35 años, se los utiliza ocasionalmente y en tratamientos específicos para una solucionar determinada problemática (una o dos veces al año). Entre los 35 y los 40 años, las “curas” o tratamientos de shock se pueden realizar durante períodos un poco más largos. Pero a partir de los 40, ya es recomendable incorporar el sérum a diario en la rutina de skincare (que consistente básicamente en una limpieza con tónico, un contorno de ojos, un sérum y una crema).
A grandes rasgos existen dos grupos de sérums: los de solución acuosa y los sérums a base de aceite. Los primeros son más livianos y proporcionan hidratación; son ideales para las mujeres cuya piel se siente tirante. Los de solución lipídica, son más espesos y le aportan una buena nutrición a las pieles que se marcan o se arrugan. Dentro de esto dos grandes familias hay diferentes tipos de sérum con fórmulas específicas para cada necesidad: hidratantes, antioxidantes, pro-firmeza, antiarrugas, iluminadores, antiarrugas o exfoliantes… Existen decenas de variedades y formulaciones.
El sérum es un producto muy versátil que se puede utilizar todo el día, tanto de mañana o por la noche, siempre antes de la crema diurna o del tratamiento nocturno. Un detalle a tener en cuenta es que si se trata de un suero tensor, que es más astringente, es preferible usarlo por la mañana.
Solo se necesitan dos gotas de suero, preferentemente calentadas en la palma de la mano para llevar el producto a la temperatura exterior de la piel (30 ° C) y optimizar su compatibilidad. ¡Atención! Nunca hay que estirar la epidermis, frotar o mover los tejidos. Hay que colocarlo con ambas manos sobre el rostro, presionando con toda la palma para forzar el remojo del tratamiento.
Siempre es mejor usar tratamientos de una misma línea que sean consistentes entre sí y que actúen en sinergia. Sin embargo en términos absolutos, no habría problemas: un suero de una determinada marca también puede aumentar y potenciar la efectividad de una crema o tratamiento de otra.
Si el sérum tiene una fórmula hídrica, se puede aplicar a las pequeñas arrugas alrededor del área de los párpados, ¡pero no cerca de los ojos, al nivel de las pestañas! En general, deben siempre evitarse las sustancias grasas en esta parte particularmente fina. También hay que recordar aplicar el sérum en el cuello y en el escote, especialmente si estas zonas están sujetas a agresiones externas.
Por supuesto que si: la clave es saber elegirlo según las necesidades específicas de cada piel en cada etapa de la vida.
El exfoliante realza los beneficios del sérum y le permite penetrar profundo, más allá de las capas superficiales de la epidermis. Además, el suero actuará mejor una vez que la piel se haya oxigenado y se haya reactivado la circulación sanguínea. Preparar bien tu piel de antemano (con limpieza diaria y exfoliación suave uno o dos veces por semana) es una buena forma de optimizar la inversión que representa la compra de este producto.