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Impulsada por la ONG AnyBody (que lucha contra la epidemia del odio corporal), la Ley de Talles comenzó a discutirse hace varios años y en 2021 encontró su posición más fuerte: se reglamentó y busca, con su implementación, terminar con la tiranía de cuerpos hegemónicos.
Si bien se viene hablando de la necesidad de esta ley desde el año 2012, cuando las encuestas ya demostraban la insatisfacción al momento de encontrar talles adecuados, fue recién un año después cuando se comenzó a analizar la idea de un estudio antropométrico que contemplara una variedad de talles que se adaptara a todos los cuerpos. Es por ello que en 2017 se presentó un primer proyecto que finalmente no fue tratado. Lejos de ser el final, fue un impulso para mandar uno nuevo al año siguiente.
¿DE QUÉ SE TRATA?
La ley establece un Sistema Unico Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria (SUNITI) en todo el país y rige para quienes comercializan vestimenta de manera presencial o por medios electrónicos. Hablamos de la reglamentación de la Ley 27.521 de junio de 2021.
A través del decreto 375/2021, el Poder Ejecutivo determinó que “será considerado acto discriminatorio cualquier práctica abusiva, vejatoria o estigmatizante referida al aspecto físico, género, orientación sexual, identidad de género u otra característica de las consumidoras y los consumidores”.
El objetivo del activismo es visibilizar y problematizar la segregación que sufren las personas por su aspecto físico, por el tamaño de sus cuerpos. “Nos preocupa la cultura de la delgadez y de la dieta restrictiva. La falta de indumentaria y de representación de las diversidades en los medios de comunicación”, dice Mercedes Estruch, coordinadora de la ONG AnyBody. “Creemos que si no hay representatividad, se van a seguir reforzando ciertos problemas que tiene nuestra sociedad, como la discriminación y los trastornos en la conducta alimentaria”, agrega.
Y no es un dato menor: somos el segundo país, después de Japón, con mayores conflictos en la conducta alimentaria.
El activismo y la diversidad corporal buscan cuestionar los estereotipos, la jerarquización de las personas por su aspecto y promover la idea de que el tipo de cuerpo no sea una condición para acceder a ningún derecho, ni que sea una condición para algo. Generar y fomentar un cambio cultural en torno de la percepción de la apariencia física, la relación con el cuerpo y la alimentación, es fundamental.
“En nuestro país antes de que se aprobara la Ley de Talles existían 14 leyes y no se cumplía ninguna. El propósito de tener una ley nacional, que unifique y abarque toda la Argentina es muy importante”, agrega Estruch.
MAS ALLÁ DE LA ALIMENTACIÓN
Jesica Lavia es nutricionista en el Ministerio de Salud de la Nación y autora del libro Pese lo que pese. Su visión integral de la salud la llevó a objetar el vínculo con la alimentación.
ELLE ¿Qué significa una ley de educación nutricional integral?
J.L. Tener en cuenta que la nutrición es alimentación y cómo nos relacionamos con ella y con el cuerpo. Ver qué pasa con nuestra cultura y los estereotipos de belleza y cómo influyen estos en nuestra salud integral, por ejemplo en el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria.
Cómo afecta a nuestras emociones, a nuestra salud mental. Es clave poder romper con conceptos preexistentes que tenemos alrededor de lo que creemos que es saludable en una sociedad y medicina hegemónica que es muy pesocéntrica y genera discriminación. Es importante educarnos y proteger de esto a infancias y adolescencias. Son mandatos que dañan la salud.
ELLE Existe la convicción de que un cuerpo flaco es sano y uno gordo, enfermo.
J. L. Exacto, y no es siempre así. La idea falsa de que si sos delgado podés comer lo que sea, cuando los alimentos procesados nos hacen mal a todos porque (entre otras cosas) aumentan el colesterol. Ese razonamiento daña la salud integral y tiene que ver con los estereotipos que se nos inculcan. Una ley de etiquetado nos advierte acerca de la presencia de nutrientes críticos.
ELLE ¿Cómo surge Pese lo que pese?
J. L. El libro nace después de una nota que me hizo Paula Giménez, que es periodista especializada en género y coautora. Ella me preguntaba por qué a las mujeres nos afecta tanto tener tres o cuatro kilitos de más. Unimos la nutrición y la perspectiva de género y analizamos el tema para hacer foco en la prevención de trastornos de conducta alimentaria.
ELLE Esos trastornos afectan la salud mental…
J.L. Sí, la salud es un todo. Perjudican las redes sociales, los grupos de pertenencia, los estereotipos, las publicidades… Incluso en una serie, la protagonista nunca es una persona gorda, y si lo es, es porque el tema es la gordura. Crecimos jugando con Barbies, princesas y hay que romper con eso que los medios alimentan. La gordofobia oprime. Hay que revisar esto que naturalizamos sin darnos cuenta.
TRANSFORMAR LAS FORMAS
En cuanto al estudio antropométrico mediante el cual se establecen las medidas corporales estandarizadas, se dispuso que el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) se encargara de realizarlo, ya que hasta el momento las medidas respondían a patrones europeos desde hace más de 20 años.
María Laura Pérez Menta fue una de las voluntarias para el estudio. “Fui a participar porque siempre tuve problemas para conseguir ropa de mi talle. Sobre todo de chica. El hecho de tener que encajar vos en la ropa en lugar de que la ropa encaje en vos trae problemas en las personas. Muchas veces compré prendas un talle más chico para obligarme a una dieta y eso hoy me parece espantoso. Es importante que se democratice el asunto. El estudio, además, me llevó 10 minutos.”
HABLANDO DE NÚMEROS
El principal fundamento de la Ley de Talles es que hay un derecho básico, a vestirse, y se está vulnerando a muchos individuos que no logran acceder a ello. Según las encuestas de AnyBody del año 2021 a la actualidad, entre el 65% y el 70% de las personas tienen dificultad al momento de encontrar ropa de su talle. Lo que significa que se nos inculcó una homogeneidad de talles irreal. Algo que la sociedad aceptó y no se cuestionó, hasta ahora, y que trae consigo una violencia estética que alimenta la segregación, presente muchas veces en el destrato que manifiestan sentir quienes a la hora de entrar en un local consultan por un talle que no existe.
Agustina Collado es diseñadora y dueña de la etiqueta Gusmán.
Una de las pocas marcas que se caracteriza, entre otras cosas, por la atención (súper cálida) en sus locales.
“Nosotros abarcamos (depende de la prenda) talles desde el S hasta el XL, y del 32 al 52 en jeans. La curva de talles varía dependiendo de la moldería y el corte de la prenda. Siempre tuvimos amplitud. Hacemos pruebas de calce en modelos chicos y grandes para asegurarnos el calce perfecto en todos los cuerpos. Incluir más talles lleva trabajo e inversión, pero es clave y suma muchísimo para la clienta, al momento de probarse y encontrar variedad.”
ACTIVISMO POR LA INCLUSIÓN
Brenda Mato fue una de las impulsoras de la Ley de Talles. Es activista por la diversidad corporal, estudiante de Sociología y modelo plus size.
Para algunas mujeres, salir a comprar ropa es el mejor plan. Pero no para todas. Para muchas de ellas resulta frustrante recorrer lugares hasta el cansancio y terminar comprando algo que ni por casualidad hubieran elegido de haber podido.
“Mi activismo comenzó como respuesta a mi propia historia. A cosas que me tocaron vivir por el cuerpo con el que nací. Porque mi primera dieta me la indicaron a los 9 meses de vida”, cuenta Brenda. “Lo bueno del activismo es que no se queda en lo individual, sino que contagia y también consigue políticas públicas”, agrega.
Brenda siempre tuvo una buena relación con su cuerpo. Ama bailar, estudió comedia musical, y en su adolescencia se produjo un quiebre.
Sin dudas, la Ley de Talles inicia su camino en esta batalla contra una cultura que nos “enseñó” que determinados cuerpos están bien, negando la posibilidad de habitar en otros distintos.
ELLE ¿Qué les dirías a aquellas personas que piensan que esta lucha es apología de la gordura?
B.M. Les diría que apología se hace de los delitos, no de los cuerpos. Lo único que queremos las personas gordas cuando hacemos activismo es reclamar nuestro derecho a existir y a habitar nuestra corporalidad de una manera autónoma sin que nadie nos diga lo que tenemos que hacer. Y que nuestras decisiones con respecto a la salud son nuestras mientras no molestemos a nadie. Los comentarios malignos hacen mucho más daño que nuestras elecciones personales.
ELLE ¿Cómo llegan a tu vida el modelaje y las cápsulas de moda?
B.M. Una amiga me preguntó si quería modelar la ropa de su marca porque le interesaba mostrar otros cuerpos y me animé. Es un lugar que siempre estuvo lejos de mí y me encanta representar a un montón de personas que ahora pueden sentirse reflejadas.
Tenemos derecho a usar lo que nos agrada y no a privarnos de eso porque nadie lo fabrica en talle grande. He llorado en probadores porque me gustaban prendas que no me entraban.
Ahora con la línea que sacamos con la marca Soviética encuentro la posibilidad de usar lo que quiero. Imaginate si habrá mercado, que la colección se agotó en menos de 24 horas.
ELLE Tuviste una participación fuerte en el tratamiento de la ley.
B.M. Sí, hicimos muchos estudios y recabamos información para que esto sea posible. Y con la sanción de la ley esto no termina, sino que con la nueva tabla de talles tendremos que estar bien cerca del tema para que se cumpla y para que la ropa sea la que se adapte.
ELLE Es importante responder a parámetros locales y no europeos…
B.M. Sí. Hay algo muy colonialista acá. Creemos que bajamos de los barcos y negamos nuestras raíces, que son mezclas. Nos han hecho creer que estamos más cerca de Europa que de América latina,y es una locura. En ese mirar hacia afuera creemos que la mayoría son rubias, flacas, altas y de ojos claros. Tenemos que asumir quiénes somos y cómo somos. Y descubrir la belleza en la diversidad.
ELLE ¿Ves un cambio en los medios?
B.M. La verdad es que no. Es una lavada de cara. Una tapa al año de una modelo plus size no es un cambio. El resto de las once tapas siguen siendo hegemónicas. Para que se instale algo, debería pasar inadvertido. Se tiene que naturalizar el cambio.
ELLE Vestirse (como uno quiere) también es un derecho.
B. M. Sí. El derecho a la indumentaria es básico. Vestirse es un hecho social. Uno no puede decidir de golpe no hacerlo y salir a la calle desnudo. Es un acceso que debemos tener. Cuando la ropa deja de ser una necesidad básica a cubrir y se vuelve un negocio, es cuando nos piden a nosotros que modifiquemos nuestros cuerpos para acceder.
Esto tendría que ser al revés. La ropa debería adaptarse al tamaño de cada quien. Hay cuestiones clasistas y gordofóbicas que deben modificarse de una vez y para siempre. Lo que se pretende con la ley es que todos tengamos los mismos derechos.
Lee la nota completa en ELLE julio.